Latin American Nobel
Escrito por Antonio A. Herrera-Vaillant   
Jueves, 08 de Octubre de 2009 04:58

altLa postulada,  oportunista del sufrimiento ajeno, ya fue grabada manipulando para retener por más tiempo a las víctimas, con tal de lograr mejor impacto mediático para uno de los grupos narcoterroristas más corruptos y crueles del planeta


Desde 1901 el Premio Nobel de la Paz ha reconocido logros de personas ejemplares con vidas dedicadas al bien del prójimo por medios pacíficos. Allí figuran Martin Luther King, Jr., la Madre Teresa de Calcuta, Lech Walesa, Desmond Tutu, y el Dalai Lama, entre otros.

Otros son galardonados por sus esfuerzos para poner fin a conflictos entre humanos, o por lo menos por intentarlo. Así reconoció a Anwar Al Sadat y Menachem Begin; y Yasser Arafat con Shimon Peres y Yithak Rabin. En otros casos uno de dos seleccionados se hizo de más "pantalla" que el otro. Henry Kissinger comercializó mucho más su premio que Le Duc Tho; y Nelson Mandela le sacó más kilometraje que F.W. de Klerk.

Por Latinoamérica han sido electos apenas cuatro. En 1936 fue el argentino Carlos Saavedra Lamas, mediador de paz en la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay; y en 1987 lo obtuvo el costarricense Oscar Arias Sánchez, por sus desvelos a favor de la paz en la convulsionada Centroamérica. Pero en otros dos casos la elección apenas revela un indiscutible interés de los señores del Nobel por expresar sus propias opiniones políticas sobre el acontecer regional, de paso revelando claramente el trato superficial y caricaturesco que muchos europeos otorgan a la realidad latinoamericana.

Actuaron como el jurado de Latin American Idol. En 1980 "fabricaron" al arquitecto argentino Adolfo Pérez Esquivel, más por condenar las torpezas del régimen militar argentino que por sus méritos personales. Igual hicieron en 1992, sacándose de una manga a Rigoberta Menchú a fin de propinar una bofetada al régimen guatemalteco, sin investigar a fondo los verdaderos antecedentes del personaje.

La Menchú pasó a ser vedette de la izquierda latinoamericana, pues apoya cualquier iniciativa radical así sea promovida y financiada por los más notorios hampones de la política regional. Pérez Esquivel, más gris pero tan extremista como la guatemalteca, regresó a un relativo anonimato tras sus 15 minutos de fama inicial.

Hoy reaparece pidiendo nada menos que la elección de una senadora colombiana, Piedad Córdoba, para el Nobel. Se inicia una auténtica campaña electoral movida por el poderoso caballero: Don Dinero. La postulada, traficante oportunista del sufrimiento ajeno, ya fue grabada manipulando para retener por más tiempo a las víctimas, con tal de lograr mejor impacto mediático para uno de los grupos narcoterroristas más corruptos y crueles del planeta. Si llega a ganar la candidata de Pérez Esquivel habrá nacido un nuevo Nobel: El de la infamia.

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