Pluralismo y realismo para la región
Escrito por Abdón Espinosa Valderrama (El Tiempo)   
Jueves, 13 de Agosto de 2009 09:05

Estuvo bien que el presidente Álvaro Uribe Vélez y el canciller Jaime Bermúdez se hubieran abstenido de asistir a la cumbre de la flamante Unión Suramericana de Naciones (Unasur), habiendo presagios de provocación, pendencia y, además, cultivada hostilidad del medio quiteño. El solo hecho de coincidir con las ceremonias y fiestas de la inauguración de un segundo período del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, hacía por lo menos inoportuna y contraindicada esa asistencia.

Con buena fortuna dio trazas de suplirla la intensa gira de nuestro Jefe de Estado por siete países de la región a fin de explicar a sus presidentes el acuerdo militar en cierne con Estados Unidos. La información a ellos suministrada pareció desalentar por lo pronto el afán de pronunciarse sobre la materia y, al mismo tiempo, facilitó la iniciativa moderadora de Brasil y Argentina en el sentido de convocar otra cumbre en Buenos Aires, a la cual se invitará en forma expresa al presidente Uribe Vélez.

Igualmente, se acertó al no dejar la silla vacía en esa conferencia y al acreditar a la vicecanciller, Clemencia Forero, quien supo honrarla con tacto diplomático y tranquila firmeza. En efecto, destacó los principios básicos del Derecho Internacional e hizo énfasis en la necesidad del pluralismo ideológico en asociaciones como la todavía incipiente de Unasur. No sin observar que en la nueva cita en Buenos Aires deberán tratarse los temas del tráfico ilícito de armas y del armamentismo, de los acuerdos bilaterales de cooperación militar de otros Estados miembros de Unasur, así como de las actividades de los grupos armados ilegales.

Si Unasur ha de tener futuro, será menester insistir en que sea auténticamente pluralista y nadie pretenda valerse de su sombra para aspirar a uniformar la región con nuevos dogmas a idearios, so pretexto de entrar al siglo XXI. Tal cosa se hizo en el pasado con resultados catastróficos. No se busque repetir, a la inversa, el doloroso experimento. Cada nación debe preservar su libertad de trazarse sus destinos y de gobernarse sin injerencia perturbadora de sus congéneres.

Para llamar las cosas por su nombre, digamos sin embozo que tal asociación de naciones no puede identificarse con el bolivarianismo expansivo. Ni este, en su cuna, tolerar o prestarse a que agrupaciones subversivas se proclamen sus eslabones. Cierto que Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, incluso Paraguay, tienen otro matiz, pero las banderas de Unasur se aprovechan para auspiciar concepciones distintas y turbulentas, con menos apego a las libertades públicas.

Con honda nostalgia hemos visto evaporarse los sueños de la reconstrucción económica grancolombiana que alcanzara a florecer en empresas de tanto éxito como la desgraciadamente extinguida Flota Mercante y otras de gran significación. No obstante, la semilla se mantuvo y floreció ampliada en el Grupo Subregional Andino, ahora en proceso de desmoronamiento, si no se logra el común empeño de preservarlo y si desde su sede de Lima no se irradia el impulso de revitalizarlo.

Aun así y lejos de cualquier fundamentalismo, hay que ver cómo se mantiene, revive y fertiliza siquiera el espíritu de vecindad. Resulta casi incomprensible que tantos esfuerzos por la integración y complementación de nuestros países y por la fertilización de las fronteras se echen por la borda en aras de costosos arrebatos y, por su causa, sufran los pueblos.

Calmado por el momento el alboroto externo, hagamos votos por que se despeje de incógnitas el panorama interno. Tantas versiones ambiguas o fragmentarias han corrido sobre la naturaleza y el alcance de la utilización de bases militares colombianas por Estados Unidos que se sigue requiriendo una información oficial, completa y definitiva a los compatriotas. Muchos elementos de juicio faltan para poder justipreciar aquí la negociación e, incluso, para precisar sus requisitos y consecuencias.
Abdón Espinosa Valderrama



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