Fanboy o la devoción del siglo XXI
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Martes, 16 de Agosto de 2011 15:13

altApple, Blackberry, Old Navy, Real Madrid, Magallanes y Star Wars son algunas de las marcas, venezolanas y globales, que le roban la racionalidad a más de un fanático que la desea más allá de todo posible defecto del producto exhibido en vidriera. En el reciente estreno de Harry Potter 7 (HP7) en Caracas, observamos a mujeres y hombres (no niñas y niños)  vestidos con capas, accesorios y hasta maquillados como los personajes de la ya finalizada saga.

Club de Fanáticos de Star Wars

En Venezuela, la legión de fanboys más grande se reúne  en www.starwarsvenezuela.com/ con 10.500 inscritos en su base de datos y actividades que van desde el fanatismo puro hasta labor social con apoyo a Fundana o a la Orquesta Sinfónica Venezuela. Su fundador, Alexander González, nos confesó que “me quedé pegado desde que vi la película en 1977, me enamoré de los personajes y de la historia de George Lucas, quien luchó por salir adelante a pesar de que nadie creía en Star Wars. Además, gracias a Star Wars ahora soy productor y director de televisión”. Hace unos años, los clones de Chewbaca u Obi Wan patrocinaban pre-estrenos, maratones, foros, mientras que hoy en día amenizan cumpleaños o bodas justo antes de la hora loca. ¿El show? Por Bs. 1.500 el soldado arresta al novio y Vader secuestra a la novia. El novio escapa  y enfrenta a Vader armado con un sable de luz hecho en policarbonato por González y sus aliados del club.

 Dormir bajo la estrellas

El fanboy es capaz de dormir a la intemperie e incluso pelear por ser el primero en poseer, y luego exhibir, una de las iPad 2 desde la  cual escribo esta nota. En Japón, 48 horas antes del lanzamiento de la tableta,  aficionados de la marca se apostaron a las puertas de las Apple Store de Tokio para comprar  las primeras. Pasadas las horas y ante la ausencia del producto, algunos fanboys se agruparon en clanes para  adueñarse  de éstas... A cualquier precio. En Estados Unidos, eBay reportó que se negociaron iPad 2 de 16GB/Wi-Fi por US$ 697, unos 198 dólares por encima de su precio sugerido, pero quién pagó ese 39% de sobreprecio: fanboys portadores de tarjetas de crédito con un límite que roza el infinito.

Para el psicólogo Fabrizio da Prat, estos seguidores de la innovación representan “un 3% de la población del país que sufre de ansiedad por estar un paso delante de los avances tecnológicos y conocer detalles que serían irrelevantes para una persona común”.

 

¿Qué es un fanboy?

“Fanboy” un término usado para describir a una persona devota, parcializada por un solo tema o afición en un campo determinado y reacio a las opiniones contrarias sobre ese objeto del deseo. Si rastreamos la etimología de la palabra tropezamos con su origen religioso, pues proviene del latín “fanaticus”, que significaba “demente, pero de inspiración divina”, sentido que varió en el siglo XVII hacia “extremadamente celoso”. El “fancy” de los estadounidenses, que apunta a pasión por algo (allí entra el fanboy) es un americanismo asociado al beisbol y entró al idioma inglés cerca de 1880.

 El “Fanboyismo” aparece frecuentemente  en el campo de las marcas o el  universo de personajes. Su conducta obsesiva, que inicialmente los aísla, termina por conectarlos con pares con intereses similares, usualmente centrados en películas, grupos musicales (¿recuerdan a las perseguidoras de Menudo?), autos y tecnología (Apple, Blackberry). Aunque el término “fanboy” tenía inicialmente un sesgo peyorativo, en los noventa se atenuó el prejuicio y hoy bordea lo prestigioso el ser fanático y poseer información especializada sobre un personaje o nuevo gadget.

Sheldon Cooper: un híbrido de fanboy y geek

El personaje central de la exitosa serie “Big Bang Theory”, Sheldon Cooper (interpretado por Jim Carsons) es el prototipo más afinado de “Fanboy” con “geek”. El doctor en física es un fan a muerte de Batman, Flash, Stark Treck, Halo, MMORPG y del sistema Ubuntu (Linux con Debian), por sólo mencionar algunas de sus devociones. Sin obviar que algunos sugieren que el personaje padece “Asperger” o un “trastorno obsesivo compulsivo”.

Completistas versus coleccionistas

Mientras un fanboy se juega su sentido vital en el objeto de su obsesión, un coleccionista es alguien dedicado a la recolección y organización de un objeto en particular: estampillas, cajas de fósforos, postales, latas de refrescos, calcomanías, camisetas de equipos de fútbol, lápices, gorras, autógrafos… Ahora bien, si completa su colección, como “las ediciones en español de Rayuela” de Julio Cortázar, por ejemplo,  entonces se le considera un “completista” que,  cerrado el ciclo se retira o pasa a otro. El coleccionista abierto puede terminar convertido en uno de los “hoarders” (acumuladores) exhibidos en la serie de AE Mundo.

 Señora y señores: ¡El FanArt!

FanArt es una obra de arte que se basa en un personaje, su vestuario o una historia que fue creada por una persona distinta del artista original, leemos en http://artboygallery.com/. Así, este tipo de arte se deriva de  cómics, películas o juegos de vídeo y no busca obtener ganancias, es fanatismo y admiración casi puras.

Ahorrando energía

La historiadora y psicóloga María Hernando rastrea los apellidos del fanatismo, sea de marca (fanboy), político (comunismo o ultra derecha), racial (nazismo), musical, religioso… Para la experta, el “El fanatismo es, básicamente, un ahorro de energía psicológica en las sensaciones que producen las dudas. Da igual de qué duda estemos hablando: ¿existe dios?, ¿vamos al cine?, ¿estudio derecho?. Como es lógico, a mayor trascendencia de la duda mayor es la tensión que se produce y más fuertes son las sensaciones de incertidumbre, inseguridad, lentitud de las acciones y temor”. El fanatismo ahorra todo eso al proponer una solución rápida y eficaz, elimina la incertidumbre al 100% produciendo un “registro de unidad, de coherencia personal que refuerza el mecanismo: el fanático se siente seguro y su seguridad refuerza el fanatismo.” El fanatismo tiene un reverso y es que, en grado extremo, empobrece el psiquismo, incomunica, limita la autocrítica, y en muchos casos, desemboca en la negación de la dignidad humana de los otros.

Twitter: ivanxcaracas

(*): Publicado en GeeksCaracas 08/2011

 

 


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