La Caracas silente
Escrito por Stalin González   
Viernes, 31 de Julio de 2009 18:21

altEste 25 de julio se cumplieron 442 años de la fundación de nuestra ciudad, una ciudad que hasta ahora ha sido -como decía Cabrujasuna ciudad de paso, un campamento, una parada necesaria, mas no un lugar permanente, un espejismo urbano, un sucedáneo que a todas luces engaña nuestros sentidos. Hoy algunos celebran con júbilo y que bien que se haga, que por momentos, por una semana Caracas se vista de conciertos, de cultura, de disfrute, que deje de ser la ciudad de los homicidios, la ciudad de la basura, la ciudad del caos, del "me da la gana".

Hoy, mientras algunos insisten en aplicar la fanfarria del espectáculo, mientras algunos disfrutan de la ilusión que brindan las festividades, otros (no pocos) siguen padeciendo de las miserias de Caracas. Sí, aquellos que de manera silente construyeron sus viviendas y con ellas su historia, esos que desde los altos observan una imagen distante, que pese al discurso sigue excluyéndolos, esos que padecen la falta de servicios eficientes, esos que deben rezar para regresar a casa, que deben pedir encontrarse con su familia sin las terribles novedades que declaran las bajas. Su cotidianidad se resume en llenar cubetas de agua porque viene cada 15 días, sus mañanas comienzan con las doscientas escaleras que deben surcar para llegar a sus empleos, su tiempo transcurre entre escombros y basura, a esa ciudad que a pesar de ello vive y lucha es a la que hoy le rendimos homenaje.

Un porcentaje elevado está allí concentrado en los sectores populares, y es a ellos a los que se adeuda un sueño posible. Caracas la de los techos rojos de Billo, la que tantos han visitado y otros tantos habitado, nos reclama que aprendamos a vivirla.

En ciudades como Medellín y Bogotá, cuyo índice de violencia urbana eran elevados, se realizó todo un trabajo de apropiación de los espacios públicos; los ciudadanos se empoderaron de su ciudad, la rescataron de la violencia de la basura. Lugares que con anterioridad eran vertederos se convirtieron en bibliotecas, los ciudadanos a través de señales, de incentivos, comprendieron que vivir en anarquía poco ayudaba a la convivencia. No es un trabajo simple, pero debe comenzarse. A Caracas lo que debemos obsequiarle es afecto, sentirla nuestra.

Hoy se nos abre una oportunidad fundamental; la participación ciudadana tiene no sólo todo un escudo de leyes que la impulsa y la resguarda, sino que además cuenta con la voluntad popular que va a sus ritmos y avanza. El problema es que aún no existe concordancia entre la realidad del Gobierno y la ciudadana; la participación en su mayoría ha sobrepasado las expectativas del Gobierno y su capacidad operativa. Esperemos que este aniversario no sea un saludo a la bandera y Caracas sienta de verdad a los caraqueños.

(*): Vicepresidente de Sectores UNT metropolitano


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