El ‘Franklin Brito’ de 1802
Escrito por Andrés Moreno Arreche   
Miércoles, 08 de Septiembre de 2010 18:41

altLo que les voy a relatar es cierto. Es un acontecimiento sucedido a un mantuano blanco de la bucólica Venezuela de comienzos del Siglo XIX, un evento sobrevenido en una cadena de incidentes que están respaldados por numerosos documentos y cartas de la época, cuya referencia está acotada al final de esta nota y si lo desea, el lector podrá verificarlos en la Academia Nacional de la Historia o donde quiera que ahora estén los archivos epistolares más importantes de la nación. Se trata de una invasión de tierras en producción, no muy lejos de Caracas, en el valle del Seuce próximo a Santa Lucía, una invasión de procedimientos tan similares a los que padecen los actuales propietarios de fundos, predios y haciendas invadidas con el apoyo logístico del INTI, que aunque no tuvo que morir de hambre para defender su derecho a la propiedad legítima de sus tierras, bien podríamos identificar a aquel mantuano caraqueño como el primer ‘Franklin Brito’ de Venezuela.

El personaje, recién casado en España, arribó con su esposa a La Guaira el 12 de julio de 1802, luego de una feliz travesía de 27 días que podría equipararse a uno de los viajes de ‘luna de miel’ que acometen desde la modernidad las parejas recién casadas. Arribaron a Caracas el día 15 por la tarde, según refiere la flamante esposa en carta a sus padres[1]. Al día siguiente, luego de alojarse la pareja en la ‘casa del Vínculo’, ubicada en la esquina de Las Gradillas, (una de las casas que formaban parte del mayorazgo heredado de su pariente, el presbítero Aristiguieta) el personaje de nuestra historia acudió a su tío Carlos, tutor y administrador de sus posesiones y bienes, para realizar con él una inspección, que tuvo que efectuar por su cuenta ante la ausencia del albacea. Así fue como se enteró que una de sus fincas (la reseñada en el párrafo anterior) había sido invadida por sus vecinos, don Felipe y don Isidro Fernández, que apoyados en la distancia, la desidia y el desinterés de las autoridades locales, habían levantado en sus tierras algunos ranchos para obreros, varias instalaciones propias de la actividad agropecuaria y nuevos linderos con los que demarcaron como suyos amplias extensiones de la finca invadida.

Aquel ‘Franklin Brito’ de 1802, que para el momento de los acontecimientos era Subteniente del Ejército del Rey, procedió en la misma forma que nuestro Franklin Brito contemporáneo: Hizo valer su condición de propietario ante la máxima autoridad civil y militar de la época, el Capitán General, y lo hizo a través de una polémica carta[2]  en la que acusa a los hermanos Fernández de ser...”hombres ambiciosos de posesiones... (que) ...estuvieron aprovechando mi ausencia por los reynos de España para usurparme cuantas (tierras) necesitaban para fundación de sus labranzas...  se introdujeron, plantaron caserío y siembras, abrieron caminos y levantaron ranchos dentro del valle del Seuse que me pertenece”[3].

El pleito por la posesión física y la titularidad de las tierras del valle del Seuse fue intenso y aquel ‘Franklin Brito de 1802’ llevó el litigio a instancias superiores a la de la Capitanía General, hasta el Supremo Consejo de Guerra en Madrid, tal como lo afirmó en carta dirigida a su nuevo mayordomo, José Manuel Jaén[4], quien quedó a cargo de las haciendas luego que destituyera a su tío Carlos como administrador y nombrara a su otro tío, Francisco, y a su hermano Juan nuevos albaceas de sus cuantiosas posesiones[5] facultados para determinadas operaciones... sin menoscabo de ser usado este poder en todos los pleitos, causas y negocios.”[6]

Como se puede inferir de las acciones de aquel ‘Franklin Brito de 1802’, la defensa de la propiedad privada ha sido siempre un elemento consustanciado con la venezolanidad desde mucho antes de nuestra era republicana, pues la titularidad, la posesión y la libre disposición de los bienes es una lucha constante en la historicidad de nuestra legislación en materia de derecho civil y mercantil, y forma parte consustanciada a esos valores ciudadanos por los que luchó y murió nuestro Franklin Brito contemporáneo. Aquél ‘Franklin Brito de 1802’, que se dedicaba a vivir de sus rentas y se codeaba con la realeza de Europa fue, nadie más y nadie menos que el mismísimo Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacio.

(*) Comunicólogo estadounidense con residencia en Venezuela desde 1969. Licenciado por la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas como Comunicador Social (1975). C.E.O. de Creatividad Estratégica C.A. Profesor universitario y escritor de 3 novelas, 2 libros de cuentos breves, 3 de poesías y 2 ensayos: 'Teoría del Caos Social' y 'Leyes y Principios Estratégicos de la Guerra Comunicacional', sobre los que versan sus conferencias internacionales.

Notas:

[1] Don Dalmiro de la Valgoma y Díaz Varela,...cartas inéditas del matrimonio. /  Madrid, 1970

[2] Al Capitán General, Caracas, 16 de marzo de 1803, foliada en Escritos...II-I, 15-115

[3] Ref.: “Ensayo de una interpretación biográfica a través de sus documentos” T. Polanco Alcántara - ediciones eg / p.p. 79 y sig.

[4] Carta fechada en Cádiz, el 29 de enero de 1804, (Ver Escritos... II-23-130) Allí también refiere a la disminución del comercio de productos de las Antillas francesas –donde también tenía posesiones e intereses- por causa del estado político.

[5] Poder otorgado en documento fechado en Caracas, el 14 de octubre de 1803, en la Escribanía del notario don Pedro Antonio Cobián, Vol. de 1803, folios151 al 152

[6] Escritos..., II-I-20, páginas 124 a 127.


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