Algunos amigos y conocidos me han mandado mensajes protestando, expresa o tácitamente, porque en un artículo califiqué de golpe lo que ocurrió en Honduras el pasado 28 de junio. Dije que técnicamente es un golpe de estado y lo sostengo. Un golpe atípico, que tiene mucho de contragolpe , porque previamente el señor Zelaya, uno de los políticos más oportunistas y demagogos que ha conocido nuestro continente, había dado un golpe atípico, o había tratado de darlo, para perpetuarse en el poder en contra de todo lo establecido por la Constitución y las leyes, y obviamente aupado por el teniente coronel golpista Chávez Frías, que ha demostrado más allá de toda duda su desprecio por las Constituciones, por las leyes y por la democracia. Y allí está el verdadero problema: un país petrolero, formalmente rico a pesar de la inmensa cantidad de pobres que lo habitan, gobernado por un militar golpista que no tiene escrúpulos ni principios, y que por vanidad quiere “pasar a la historia” y ejercer su influencia en todo el continente americano.

Con su famosa petrochequera ha comprado las voluntades de gobernantes que son tan soberbios como él, pero tienen menos dinero. Ese dinero hace falta para desarrollar el país y para apartar de la miseria a los millones de venezolanos que sobreviven en medio de la mayor oscuridad. Pero a él eso no le importa.

Como no le importa a ningún gobernante fuera de Venezuela, que se ha convertido en un paisucho imperialista gobernado por un grupito de militares inescrupulosos, ávidos de riqueza y de poder. ¿Qué importa entonces que se hable de golpe o no se hable de golpe? Lo de Honduras puede denominarse Reivindicación Democrática o Erupción de Dignidad, o como se quiera llamar, y nada cambia. El hecho cierto es que un político ambicioso, inescrupuloso, tránsfuga y tramposo quiso quedarse en el poder para siempre, aupado por otro político ambicioso, inescrupuloso, tránsfuga y tramposo, que además es militar, y las cosas, hasta ahora, no le han salido bien.

Los venezolanos no debemos preocuparnos por el nombre que se le ponga a lo de Honduras. Debemos preocuparnos por nosotros mismos, por apoyar a Manuel Rosales para que regrese de su injusto exilio, que es producto de un abuso de poder de un político ambicioso, inescrupuloso, tránsfuga y tramposo que además es militar, y debemos tener las mismas bolas que los hondureños para enfrentar al grupito de militares felones que está en el poder. Debemos apoyar con toda la fuerza imaginable a Antonio Ledezma, a quien el político ambicioso, inescrupuloso, tránsfuga y tramposo que también es militar le dio un golpe de estado, o como quiera que quieran llamarlo, y ha emprendido una valiente huelga de hambre para buscar que los ojos del mundo, que están fijos en el golpe, contragolpe, la Reivindicación Democrática o la Erupción de Dignidad de Honduras, se fijen en lo que está pasando en Venezuela, en donde un político ambicioso, inescrupuloso, tránsfuga y tramposo que también es militar ha dado varios golpes de estado contra la democracia y el infeliz Secretario General de la OEA y los que lo corrompieron, o los que deberían vigilar el funcionamiento de las democracias en el mundo, ni han dicho nada ni parecen interesados en los venezolanos, que al fin y al cabo son ricos y tienen su petrochequera, además de ser en su mayoría mestizos, inferiores e imperialistas. Coño.

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