Situación calamitosa
Escrito por Julio César Arreaza B.   
Domingo, 11 de Abril de 2010 08:24

altGarantizar y brindar seguridad personal a sus ciudadanos y seguridad jurídica a sus bienes, constituyen fines esenciales del Estado democrático. La inseguridad ha remontado niveles intolerables para la convivencia social y está vulnerando los estándares de desenvolvimiento de una existencia digna. En Venezuela nadie, ni ricos, clases medias y pobres llevan una vida normal. A todos nos va cercando y envolviendo el flagelo de la espantosa inseguridad, cada día se hace más inaguantable y se traduce en una pésima calidad de vida. La gente puede vivir con aprietos económicos, saltarse alguna comida, pero lo que no podrá nunca es vivir con miedo. No tiene sentido vivir así, porque nos aparta de nuestro centro.

Por años el régimen ha eludido el tema de la seguridad, si no admite el problema, cómo carrizo lo va a resolver. No siente la necesidad de abordarlo y el fracaso lo marcan los improvisados e insulsos planes de seguridad y el desfile de pésimos ministros.

El régimen en 11 años ha lanzado una docena de planes de seguridad que desembocaron en estruendosos fracasos. Esto responde a su proverbial incapacidad, que pasa a ser su sello característico, pero también le sirve increíblemente esa desidia por enfrentar la seguridad para mantener controlada a la sociedad, a través del estado de sitio decretado por el hampa. Esto vulnera el ejercicio de nuestros derechos humanos fundamentales de libertad para reunirnos, asociarnos y desestimula la protesta social. La delincuencia desatada le hace el mandado a un régimen autoritario.

El filosofo John Rawls a los Estados Forajidos como “aquellos que se ponen al margen de la comunidad y la legalidad internacional, al incumplir los tratados internacionales válidamente suscritos y desacatan las decisiones de los organismos internacionales a los cuales pertenecen”. No deseamos para nada ese estatus para nuestra nación.

Un gobierno que se ufana de su devoción hacia el pueblo no expulsa a la DEA, que es el organismo internacional más competente y efectivo en la lucha contra el narcotráfico. No despoja a los gobernadores de los puertos y aeropuertos de sus estados para recentralizarlos y burocratizarlos y convertirlos fatalmente en armatostes ineficientes y deficitarios, lo cual ha incidido, según los entendidos, en el aumento del tráfico de la droga. Este es el peor atentado contra los jóvenes de cualquier país, la droga los aniquila y mata. Un país así carece de futuro. Al quitarle los puertos a los estados, se le propinó otro duro golpe a la descentralización, que permitía el uso eficiente de los proventos obtenidos para satisfacer las necesidades de la provincia y de su gente.

Un gobierno responsable no clama ante el mundo para que se le dé beligerancia a grupos guerrilleros narcotraficantes y más bien colabora con sus vecinos para ponerle cese a esta plaga social.

El manager del equipo ha administrado por la libre 1.000 millardos de dólares, haciéndose difícil comprender cómo pudo llevarse a un país con tal masa providencial de recursos, a padecer una inflación brutal de las más altas del mundo, una inseguridad invivible y una escasez de productos básicos. Triplicó la deuda pública de 30 mil a más de 120 mil millones de dólares, sin obras que la justifique. Se trata de un peligroso coctel preparado por alguien incapacitado para gobernar.

El comunismo conduce a la quiebra de las empresas del Estado, para que venga luego el capitalismo, oh ironía de la vida y las privatice, siendo a la postre muy oneroso el costo social. Promueve el odio y detesta la conciliación, hace todo para extinguir la empresa privada. Quema empleos decentes y productivos y los sustituye por becas que terminan degenerando el amor propio.

Si alguno de nosotros nos hubieran preguntado en 1999, como nos veríamos en 11 años, en que situación estaría el país. Jamás hubiéramos imaginado la situación calamitosa de inseguridad, deterioro de los servicios básicos de agua y electricidad, escasez de productos, desempleo y la más empobrecedora inflación, que enfrentamos los venezolanos de 2010.


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