¿Podrán Falcón y el PPT construir una tercera vía?
Escrito por Ramón Alberto Escalante   
Viernes, 09 de Abril de 2010 08:00

altEsa tercera vía tiene que asumir la inclusión como un valor inalienable del modelo político del futuro. Circulan artículos y correos por la web cuestionando la confiabilidad de Henri Falcón y el PPT con el argumento de que en el pasado “ya traicionaron” a la oposición respaldando a Chávez. En la misma hilación argumental se recuerda el caso de Francisco Arias y la posibilidad que el gobernador larense vuelva al redil chavista. Otros no le ven contundencia opositora a esa nueva opción y esperan de ellos una posición más radical contra el Gobierno.

Esos argumentos son lógicos en la perspectiva simplemente opositora y bajo la simplificación de que bastaría criticar al Gobierno y despotricar de Chávez para derrotarlo electoralmente. Pero esa receta tiene once años de ensayada… y no ha sido suficiente para lograr el cometido.

Porque una década después sería un enorme desperdicio ver al partido azul, sumado incondicionalmente a la barra opositora, repitiendo al calco el guión de turno, pidiendo la intervención de la OEA y a Henri Falcón jugando el rol desafortunado que en su momento desempeñaron todos los que saliendo del Gobierno se pasaron al bando radical de la oposición.

El reto urgente, impostergable, elemental de “Patria para Todos” y Henri Falcón es comenzar la construcción de algo distinto al Gobierno y a la oposición tradicional. Una tercera vía que pasa por reconocer todos los aciertos y errores de ambos bandos, caminando por una delgada, pero necesaria línea del equilibrio y la moderación.

Si bastara con señalar las perversiones del sistema de administración de justicia, con la parcialización de jueces, con el servilismo de la Asamblea Nacional y la inoperancia de tantos niveles de la administración pública, ya el Gobierno estaría desmoronándose, pero según veo en las encuestas y en el diario trajinar por la calle, eso no está ocurriendo.

La tercera vía que tantos estamos esperando debe “empoderarse” de la obra social del Gobierno. Postular que las misiones médicas son irrenunciables para el pueblo venezolano, porque han salvado millones de vidas. Porque hay mucha gente que le debe al Gobierno —no una casa ni una beca ni un trabajo— sino la vida misma a través de una operación, de una quimioterapia, de una larga hospitalización en una UCI libre de pago. Ahora mismo esas misiones confrontan problemas financieros y operativos, pero en lugar de centrarse sólo a denunciar tales crisis, hace falta quien salga a promover recursos, esquemas de trabajo, quizás redimensionar tales misiones, pero a mantenerlas y optimizarlas en pleno funcionamiento.

La tercera vía que demanda el momento histórico —y con cuya construcción tenemos un atraso de diez años porque debió plantearse en pleno proceso constituyente— debe asumir como propia el área nacionalista de la política petrolera actual. Inimaginable regresar al esquema previo, el de la simple apertura que mantenía un miserable margen de ganancias por el petróleo barato. De la irrenunciabilidad de ese nacionalismo petrolero tendrán conciencia en el PPT pues fue una figura originalmente suya, Alí Rodríguez Araque, quien presidió la salida del paro petrolero en 2003.

Esa tercera vía tiene que asumir la inclusión como un valor inalienable del modelo político del futuro. El derecho de los antiguos marginados, los pobres y las mujeres discriminadas en función del género, los campesinos sin tierra, los poseedores precarios, los afrodescendientes, los antiguos indocumentados. El derecho a una segunda oportunidad de los fallidos y al primer crédito para los insolventes. Para mucho bien y poco mal de la sociedad, ya ese pacto social se ejecutó y no hay manera de revertirlo.

Una tercera vía debe mantenerse apartada de la tradicional oposición. Y que cada discurso, cada entrevista, a la par de señalar el lamentable giro ultrarradical del Gobierno, la intolerancia desatada, también recuerde que la oposición jugó a eso, irresponsable y negligentemente, a lo largo del 2002, 2003, 2004, 2005 con el Carmonazo, la huelga, el paro petrolero, la abstención, el retiro de las parlamentarias, dislates garrafales que la gente no olvida y por los cuales sigue pasando factura.

Claro que la oposición también tiene valores positivos, enarbola un pluralismo ideológico, defiende la descentralización y cuenta con figuras moderadas, lamentablemente opacadas por el extremismo de los actores tradicionales. Encarna el modelo productivo de la empresa privada y la libre iniciativa. La tarea de Falcón y el PPT será abrir un puente para que esos valores se potencien y aquellos se atrevan a marcar distancia y a hablar independientemente.

En síntesis, Venezuela necesita romper con los moldes tradicionales de Gobierno y oposición, ese rígido libreto que se diseña cada madrugada en los guiones de las entrevistas, y a montar un discurso novedoso, inteligente, alternativo. Lo que están esperando escuchar ese 52 por ciento de neutrales (ni ni) que salen en cada encuesta y los tradicionales abstencionistas o votantes lights de esta larga década.

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