Verdades y “maniqueismo” en Chávez y la MUD
Escrito por Pastor Heydra   
Viernes, 09 de Abril de 2010 07:01

altLa palabra, la verdad, son expresiones prodigiosas del género humano en todos sus matices sean estos orales, visuales o escritos. Han constituido una palanca de cambios o de retrocesos en la historia mundial, antes y después de Cristo, depende de cómo se las use. A través de ellas se han forjado indiscutibles revoluciones pacíficas como fue en un inicio la cristiana, el desarrollo del concepto de democracia en la antigua Grecia o el anticolonialismo de Ghandi. Así como otras más violentas como las Cruzadas, la francesa o en el siglo XX, las rusa, italiana, alemana, china, norcoreana, vietnamita o cubana. Los grandes debates de ideas sobre el decurso y desarrollo de nuestros pueblos se han hecho, para bien y para mal, a partir del manejo de esos dones de la naturaleza.

Estos, por lo general son negados en los regímenes políticos que pudiendo haber llegado a su posición por un uso adecuado o habilidoso de las mismas, una vez coronados en el poder, se convierten en sus principales detractores y persecutores.

La particular situación, no es característica exclusiva de autocracias o totalitarismos de cualquier pelaje. También se encuentra en aquellos que se nos aparecen como “guías” cubiertos de ropajes y banderías democráticas y libertarias, ocultando con sigilo su profundo deseo de tener controles muy similares a los de sus aparentes antípodas. La historia está poblada de estos casos.

Todos ellos usan un recurso manifestado en toda visión dogmática de las cosas y de los hechos, sintetizado con más sinceridad y precisión por Manes, el fundador de la religión “maniqueista”, de la cual deriva la contraposición extrema y sin variaciones intermedias de: “Dios o las tinieblas”, “el bien o el mal”. Ese uso indebido del “maniqueísmo”, en todas sus acepciones, ha poblado de hambre, miserias, guerras y catástrofes a la Humanidad.

Aquel que tiene un objetivo de poder se adueña del “bien”, signando a su antagonista con el calificativo del “mal” y viceversa. Y allí se produce lo que en dialéctica se llama la “lucha de contrarios”, la contradicción, por lo que resulta interesante entender lo existente, para poder desenmarañar lo que se está formando. Un ejercicio intelectual que ha sido relegado por el pragmatismo rupestre y los maniqueismos de “vuelo gallináceo”, como diría Rómulo Betancourt.


EL MANIQUEÍSMO EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XXI

Este fenómeno es nuestro pan de cada día, expresado con fuerza desde el 12 de febrero de 1999 cuando Chávez se juramentó como presidente “ante esta moribunda constitución”, pero no solo en el “razonable” decir y hacer del gobierno, que va en pos del objetivo de mantenerse en el poder a como dé lugar; sino también en su contraparte, la oposición partidocrática, versión tropicalizada de la mitológica “Hidra de Lerna”, que carga sobre sus múltiples cabezas, cada una de ellas agitando una intención distinta, con todos los lastres del “ancien regime”.

Es sobre esas herrumbrosas y derruidas bases que Chávez ha querido construir un “proyecto”, que no ha funcionado por indefiniciones, ineficiencia e ineficacia para dirigir los asuntos del país; sectarismo excesivo; incapacidad para atender los problemas más críticos como electricidad, agua, salud o seguridad; costo de la vida, empleo, derroche extremo, corrupción e insensatez.

La élite opositora, en su momento también mediática, no se ha quedado atrás, siempre ha actuado de manera reactiva y cuando “ha dado en el clavo”, por la suma decisoria de factores sociales y espontáneos ajenos a ella, como ocurrió el 11 de abril de 2002 o el 7 de diciembre de 2007, con sus desaciertos y errores, ha votado el juego en el noveno inning.

Ahora el país ha entrado en la confrontación por el control mayoritario de la Asamblea Nacional. Chávez ha fijado sus líneas dentro de un universo que maneja a su antojo, como autócrata que es, por razones clientelares o las que se quieran, lo cierto es que lo hace con una franja de electores, nada desdeñable, que lo favorecerán con su voto.

La “macolla” de la oposición, en vez de abrirse a esa sociedad civil espontánea que ha logrado los triunfos de 2002 y 2007 señalados, se ha cerrado sobre sí misma, presentando la magullada cara de una partidocracia que, en su conjunto, no trasciende del 15% del favoritismo en todas las encuestas realizadas. A lo mejor de allí venga su negativa rotunda a hacer mediciones, que contribuyan a postular nombres capaces de mover al país democrático, los cuales han sido sustituidos por los jefecillos de sus “nomenklaturas”, escogidos en los términos de la componenda y el reparto entre una cúpula. Suponiendo que al presentar una situación de hecho, revestida con el barniz de la “Unidad”, el mandado estará hecho y la gente deberá seguir sus designios.

En uno y en otro caso, “la palabra y la verdad” serán una sola, la de Chávez por un lado y la de la “Macolla” por la otra. Dos posturas que hoy son maniqueas. El que disienta en cada uno de sus campos será acusado de impío, personalista, pagano o traidor como ya ocurrió de con Henry Falcón en el mundo de la “revolución” y con Yon Goicoechea en el de la “democracia”. Esas tenemos ¿Nos revisamos o no?


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