Las tragedias sísmicas de Haití y Chile cuestan 20 millardos de dólares cada una. La tragedia "revolucionaria" de Venezuela ya ha costado más de 1.000 millardos de dólares. Cincuenta veces más de lo que se necesitará para la reconstrucción completa de Haití o para la de buena parte de Chile, es lo que se ha despachado ya en los 11 años que lleva en el poder el señor Chávez, y los resultados de esa catarata dineraria están a la vista: escasez de electricidad, agua, combustibles, alimentos o medicinas, y abundancia de criminalidad, recesión, desconfianza, regaladera foránea y compra de armas.

Una verdadera tragedia histórica, si las hay, con el agravante de que no se trata de un episodio particular de un día o una breve temporada, sino de un asolamiento continuado durante más de una década, y además consentido por densos sectores de la población --cada vez menos compactos y más críticos, por cierto--, deseosos de no perder la esperanza en la demagogia delirante de un caudillo militarista, aderezada, por lo demás, con la irresponsabilidad interesada, acomodaticia o vengativa de tantos y tantos factores políticos, empresariales y mediáticos.

El drama haitiano sólo podrá ser aliviado por el activismo de la comunidad internacional. Las consecuencias de los terremotos y tsunamis de Chile ya están siendo conjuradas con la energía de un nuevo gobierno que, para ello, tiene el concurso de toda la institucionalidad. Pero en Venezuela, el agente primordial de la tragedia revolucionaria continúa en la misma ruta devastadora y, peor aún, se prepara para "radicalizar la vía venezolana al socialismo" en tributo al decorado bicentenario que han montado para la auto-alabanza.

Haití tiene añales sobreviviendo de la asistencia externa, Chile ha logrado importantes niveles de desarrollo económico-social que le permiten encarar los desafíos reconstructivos, y Venezuela, o más precisamente el régimen imperante en Venezuela, ha malbaratado el período de bonanza petrolera más prolongado de la historia, y lo sigue haciendo, porque con el petróleo criollo por encima de los 70 dólares el barril, mucho se podría hacer para que nuestro país no ostentara el récord en violencia criminal, o en dependencia de importaciones, o en aumento de la deuda, o en colapso de los servicios públicos más elementales.

La comparación entre las tres tragedias no es una exageración pedagógica para que se entienda mejor la dimensión de lo que acontece en Venezuela. Es una realidad que habla por sí misma a través de diferentes causalidades y con un costo gigantesco para las respectivas naciones. Sólo que en Haití y Chile la tragedia fue obra de la naturaleza, y en Venezuela lo es de la naturaleza humana, acaso más destructiva que los más intensos movimientos tectónicos.

Con los 1.000 millardos de dólares que ha costado la llamada "revolución bolivarista", se hubieran podido reconstruir los daños ocasionados por 50 terremotos como los de Haití y Chile. Y sin embargo, Venezuela está en proceso de tierra arrasada.

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