¿Qué viene después de la condena de la enfermera de Chávez?
Escrito por Omar Estacio Z. | X: @omarestacio   
Viernes, 21 de Abril de 2023 00:00

altAlguna fibra le tocaron al juez, William P. Dimitrouleas, las cartas de súplicas de, un hijo de 14 años, de otros familiares,

de amigos y de la propia, Claudia Díaz Guillen, mejor conocida, como la “Enfermera de Chávez”.

La Fiscalía y el Departamento de Justicia, en el memorándum correspondiente, habían recomendado  la imposición de, 23 y 20 años de cárcel, respectivamente, para la señora Díaz Guillén y su esposo, Adrián Velásquez Figueroa. La petición se ajustaba a los parámetros de la Guía o baremo del sistema penitenciario de EE. UU.. No obstante, el magistrado de la Corte del Distrito Sureste del estado de Florida, hizo valer su libertad o autonomía para acatar o no acatar tales sugerencias. Condenó a los citados esposos a una pena menor:  15 años para cada uno, por haber sido hallados, por el jurado, culpables de los delitos de conspiración o de intento de lavado de capitales (18 § 1956 (h) del Código Federal) y de lavado de capitales, consumatum est  (§ 1956 (a) (2) (A), del mismo Código).

La referida “Enfermera”, en su carta consignada ayer miércoles, muy temprano, horas antes, apenas de la sentencia de su condena, aseguró que cuando tomó posesión del cargo de Tesorera Nacional de Venezuela, era una “ingenua”. Sin embargo, las evidencias exorbitantes y cursantes en el expediente demuestran lo contrario. La Fiscalía aportó más de dos mil elementos de convicción: Mensajería electrónica, fotografías, transferencias bancarias, adquisiciones de inmuebles; lujos de los acusados, en general, como viajes en yates, en tres jets privados a su disposición y compras de prendas de alta gama. Muchos creímos que ante tal avalancha probatoria, Díaz Guillén y su esposo, reconocerían culpabilidad y celebrarían algún acuerdo o delación premiada con las autoridades que les rebajase las inminentes condenas. Pero no. Los acusados presas del pánico por alguna amenaza o mal aconsejados, insistieron en su inocencia con argumentos que a la postre, al jurado le parecieron irrelevantes. Cinco cargos de culpabilidad y tres de no culpabilidad. Perdieron por goleada ante la vindicta pública.

Díaz Guillén, en su carta, le ofreció al honorable juez, Dimitrouleas, colaborar con los investigadores. Sin embargo la Fiscalía y el Departamento de Justicia, desmienten tal disposición. Incluso les rechazaron la aplicación de varios precedentes judiciales que les habrían valido descuentos de años de sus condenas, precisamente, por tal falta de colaboración.  

Por otra parte, las dos dependencias gubernamentales, antes referidas, alegaron que, Díaz Guillén, durante el proceso “subió al estrado del tribunal para mentir” aparte que, élla y su esposo, “intentaron minimizar o distraer la seriedad y naturaleza de sus crímenes” y para peores “también, demostraron débil remordimiento por sus delitos y por los daños que causaron”. 

¿A quién o quiénes y por qué, no quisieron o temieron delatar Díaz Guillén  y Velásquez Figueroa?

Alejandro Andrade, el celebérrimo “Tuerto”, involucrado, hasta los tuétanos, en ese mismo expediente, delató cuanto pudo -a los referidos esposos, entre otros- y a cambio, recibió escasos 10 años de cárcel. A la postre, reducidos a cinco, porque según el informe de un pretendido pastor, “El Tuerto” durante su reclusión, en cárcel tipo SPA, se arrepintió de sus pecados y se convirtió en un ferviente devoto.

“Odia al delito, compadece al delincuente”. La frase que hemos hecho, nuestra, es de la poetisa, Consuelo Arenal. No nos alegramos por el infortunio de Díaz Guillén y su marido. Merecen nuestra conmiseración, pero en paralelo que paguen el castigo que se buscaron. 

Para finalizar, como venezolanos, exigimos que las autoridades de EE. UU., extremen las diligencias para que, dentro del más estricto apego al debido proceso, los penados provean información suficiente para identificar a todos sus compinches. Jurídicamente es viable que en fase de cumplimiento de sentencia celebren acuerdos con el Gobierno norteamericano en ese sentido (Reductions Under Federal Rule 35.b). Damos por seguro que de hacerlo, saldrá a relucir más de un alto cargo del actual desgobierno de Maduro. Que ladrones, es lo que sobra en semejante nomenklatura. 

Y si por cantar como tenorinos o croar como batracios, hay que reducirles sus condenas, dura lex, sed lex. Pero eso sí, primero, que devuelvan los USD 130 millones del soborno que recibió la matrona.

 “¡Estos tipos se metieron un billetón!” traducción libre del: “They made a lot of money”, que expresó el juez Dimitrouleas, no muy convencido, de su clemencia con dichos, mujer y marido. 


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