Lo que Biden quiere lograr en Europa, y si podrá lograrlo
Escrito por Jonathan Benavides | @J__Benavides   
Miércoles, 13 de Julio de 2022 00:00

altCuatro meses después del inicio de la operación militar rusa en Ucrania, los efectos de la guerra no están contenidos solamente en esos dos países.

Los frentes económicos del conflicto, con el aumento de los precios de los recursos energéticos y una crisis alimentaria emergente, se ven agravados por la inflación y el potencial probable de que la guerra se prolongue durante meses y años.

El presidente de los Estados Unidos Joe Biden estuvo en Europa hace dos semanas para resolver algo de esto. Se reunió con el grupo de las siete economías líderes conocido como el G7 en Alemania. Juntos prometieron seiscientos mil millones de dólares para un programa de infraestructura global en respuesta a la inversión de China en el mundo en desarrollo. El martes siguiente a dicho encuentro, Biden visitó Madrid para su tercera cumbre de la OTAN. El desafío para Biden, mientras lidia con la guerra caliente y sus muchas consecuencias, es si este viaje podía ir más allá de las victorias simbólicas.

Esta será la segunda cumbre de la OTAN en tiempo de guerra en persona de Biden, y es significativa, ya que los países históricamente no alineados (Suecia y Finlandia) solicitaron formalmente unirse a la alianza de seguridad. Pero unirse a la OTAN requería el consenso de todos sus 30 Estados miembros, y las demandas obstáculo de Turquía significaban que la ampliación de la alianza en respuesta a las acciones militares rusas, podía permanecer en el ámbito del simbolismo.

En la cumbre, la OTAN también dio a conocer un nuevo documento guía que actualiza la visión del mundo de la alianza desde que publicó uno por última vez en 2010 durante la Cumbre de Lisboa. En el actual, China es mencionada por primera vez, una advertencia simbólica para el competidor de la alianza en Asia.

El G7 anunció nuevas sanciones contra Rusia (nada que nos sorprenda), incluso sobre el oro. Pero las sanciones económicas impuestas a Rusia han repercutido en la economía mundial, creando grietas tempranas en la unidad de Occidente.

Quizás el acontecimiento más monumental que coincidió con el viaje de Biden es que la Unión Europea da la bienvenida a la candidatura de Ucrania para ser miembro. Eso también es simbólico. Ucrania podría tardar décadas en cumplir las condiciones de la UE, y aun así no garantizar su ingreso formal.

Por supuesto, el simbolismo tiene su propio poder. Para Biden, la tarea en Europa es tomar la unidad simbólica de los países de la OTAN y brindar unidad en torno a los objetivos de la OTAN en la guerra, y al abordar otros desafíos globales.

 

Todos los problemas a resolver en la OTAN y el G7

En una entrevista reciente para el New York Times, Biden expuso lo que Estados Unidos “no hará” en Ucrania: no buscará un cambio de régimen en Rusia ni incentivará la participación directa de la OTAN en la guerra. Sin darse cuenta, planteó una pregunta permanente: ¿Cuáles son los objetivos estratégicos de la OTAN y los EE.UU. en Ucrania?.

Estados Unidos no ha sido totalmente claro acerca de sus objetivos estratégicos porque gran parte de esto depende de lo que Ucrania quiera. El objetivo general de EE.UU. en Ucrania todavía está algo por formularse; están tratando de calibrar su apoyo a los objetivos de Ucrania, y eso complica las cosas en Washington. Pero a medida que EE.UU. continúa enviando más armas además de una cantidad ya asombrosa de ayuda militar a Ucrania, los objetivos estratégicos de la guerra siguen siendo difíciles de discernir.

Gran parte de esta cumbre se dedicó a tratar de alinear a los 30 países de la alianza. El problema es que cada país enfrenta sus propias divisiones internas. En Francia, el presidente Emmanuel Macron acaba de perder su mayoría parlamentaria y, en el Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson se vió forzado a renunciar tras demostrarse que es el miembro menos popular de su propio gabinete. Alemania está elaborando nuevas políticas energéticas y de defensa, deteniendo las compras de petróleo ruso pero aun comprando gas a Moscú, a medida que aumenta su presupuesto militar. Y en los Estados Unidos, Biden anticipa un posible sacudón político a mitad de período con altos precios de la gasolina y la inflación más escandalosa en los últimos 80 años, mientras las decisiones de la Corte Suprema y la violencia armada en curso polarizan el país.

Aunque este año Estados Unidos revitalizó a la OTAN y profundizó su conexión con Europa, advertimos que el pensamiento político sigue estancado en el pasado inmediato posterior a la Guerra Fría. EE.UU. se concentró en Europa en la década de 1990, pero luego ocurrió el 11 de Septiembre y pasó a olvidarla por completo. En ese entonces, EE.UU. estaba "asustado" por el hecho de que la naciente UE no era solo una unión política, sino que también tenía elementos económicos y de defensa que podían contrarrestar el poder de EE.UU.; Washington simplemente no tiene una comprensión real de Europa hoy, no comprende la centralidad de la Unión Europea y trata de operar como si no existiera.

EE.UU. y Europa también están tratando de navegar por los precios de la energía en alza impulsados en parte por la guerra, y mientras Biden intenta bajar los precios de la gasolina por cualquier medio necesario, Europa está considerando de manera desigual lo que podría significar cortar el petróleo ruso. El clima es un gran problema para los alemanes y el G7. 

Los países del G7 tendrán que ir mucho más allá de Ucrania. Afganistán es un problema continuo. Etiopía, Haití, Sri Lanka. Pero con respecto al conflicto de Ucrania, nos preocupa que eclipsará todas estas crisis, simplemente debido a la inmediatez y la proximidad de ese conflicto a Europa.

 

Cómo unir a la OTAN sobre Rusia y China

En la cumbre, una OTAN reanimada ha intentado enfrentar el momento espinoso, mientras hace que todo sea lo más organizado posible. Todo el objetivo de la OTAN es tener una narrativa de unidad, el máximo apoyo para Ucrania, y que el programa sea solo una de las imágenes de liderazgo. Pero eso es, por supuesto, diferente de llegar realmente a algún tipo de consenso estratégico.

La OTAN, se podría decir, se encuentra en una contradicción; es estructuralmente una alianza militar defensiva que, sin embargo, se ha involucrado en una guerra de la que técnicamente no forma parte. Siempre existe esta extraña zona gris retórica o ambigüedad donde se hacen estas afirmaciones sobre estar allí para Ucrania. Pero en realidad son los Estados miembros de la OTAN los que están haciendo cosas y no la OTAN como tal. El tema de la agenda más urgente para la OTAN puede ser el más controvertido políticamente: que cada país acuerde una salida a esta guerra.

La preocupación de EE.UU. por demonizar a los enemigos ha cerrado todas las líneas de comunicación con Rusia. Durante la Guerra Fría, se logró aprender que las conversaciones prolongadas tendían, durante un período de tiempo, a producir algunos resultados útiles (por ejemplo, los Acuerdos de París, los tratados SALT y START, Camp David, etc.). Estados Unidos se ha enfocado demasiado en la noción de resolver los problemas diplomáticos militarmente, cuando, en efecto, los esfuerzos militares han producido resultados que no han resultado tanto en soluciones como en prolongaciones del conflicto.

Cuando Macron y el canciller alemán Olaf Scholz hablaron telefónicamente con Putin el mes pasado, presionaron para que se reanudaran las negociaciones con Ucrania. El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania criticó a Macron. Ucrania y Rusia no se hablan, pero David Arakhamia, líder de la mayoría del parlamento ucraniano y principal negociador del país con Rusia, mantiene un canal abierto con su homólogo ruso. Es importante "no destruir por completo alguna relación", dijo, "porque eventualmente habrá alguna negociación y tendremos que acordar algo". También admitió que la posición negociadora de Ucrania es débil.

Es posible que ya no sea posible un desvío rápido, si es que alguna vez lo fue. La idea de encontrar “rampas de salida” para que Moscú reduzca la escala mientras guarda las apariencias. Y es que ahora, la administración de Biden parece haber abandonado el concepto de “rampa de salida” y, en cambio, se ha cedido a los deseos de Ucrania. Así que eso es diferente de una metáfora de rampa de salida. Es un mensaje de apoyo incondicional que resulta caprichoso e irracional, no solo no hay “rampa de salida”, no parece haber muchas ganas de reducir la escalada que está ocurriendo, y parte de esa escalada está ocurriendo muy, muy cerca del dominio de la OTAN y por acciones de la OTAN.

Aunque Rusia es la guerra del momento, los observadores podrán apreciar cómo la OTAN se dirige a China en su nuevo concepto estratégico, el documento que es su "propósito en la vida". Dado que EE.UU. parece cada vez más centrado en disuadir el poder militar de China en la región del Indo-Pacífico, los países europeos tendrán que volver a centrarse en cómo defender a Europa. La alianza tendrá cuidado de no extralimitarse con respecto a su competencia con China, y creemos que tendrá cuidado de no militarizar demasiado esa competencia. Es por esto que no solamente requirió una redacción cuidadosa por parte de la OTAN porque, por supuesto, es una alianza militar, sino también mucha prudencia en la acción. Asegurar la infraestructura crítica, el comercio y las inversiones en Europa de la influencia de China probablemente será una prioridad del enfoque de la OTAN hacia China.

El último concepto estratégico de la OTAN fue de 2010 y describía un momento diferente. “Hoy, el área euroatlántica está en paz y la amenaza de un ataque convencional contra el territorio de la OTAN es baja”, decía el documento que entonces se aprobó en Lisboa.

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