De la guerra civil por otros medios
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Domingo, 19 de Junio de 2022 00:00

altHoy, los colombianos concurren de nuevo a las urnas. Sin lugar a dudas, el resultado tendrá un importantísimo impacto

y trascendencia continental y, por ello, la grave responsabilidad de los votantes. 

Inicialmente, la celebración misma de los comicios, contrasta con la situación ya de varios países de la región que, siguiendo la modalidad venezolana del fraude autoritario, ensayan y ensanchan con una promesa constituyente apta para cualesquiera problemas, derivando a la postre en sendos procesos plebiscitarios que consolidan en el poder al otrora cándido y desprendido candidato presidencial,  redentor de todos los pueblos. Intentando transitar el camino empedrado de un mesianismo aparentemente incurable,  el muy hábil López Obrador tantea la reelección, como no se le ocurrió a la dictadura priísta de varias décadas en México, y, algo más torpe, Castillo tramita el cambio constitucional en Perú.

Un prolongado y traumático historial de violencia luce imposible de condensar por estas diligencias electorales de un sector político e ideológico que ha logrado exportar los movimientos guerrilleros que, de un modo u otro, representa, ya industrializado el delito,  imposibilitado de impregnarlos del viejo romanticismo foquista. La retención de la senadora Piedad Córdoba en un aeropuerto centroamericano, con más de sesenta mil dólares a cuestas, permite sospechar que los comicios no atañen exclusivamente a los neogranadinos.

Concursan con Petro una variedad de corrientes y grupos de origen violento, resultado de las depuraciones domésticas, a la vez que algo similar y más crudamente se está dando – por ejemplo – en territorio venezolano con los movimientos  guerrilleros y sus distintas facciones.  Vale decir, en el curso de la guerra civil que tiene ahora cobertura electoral, esas corrientes, grupos y movimientos, celebraron y celebran otra guerra interna y ni tan subrepticia que el resultado electoral zanjará quizá definitivamente.

Salvando las distancias y, además, aprendida la lección, en algo parecida a la guerra civil que se vivió en medio de la Guerra Civil española entre los comunistas y los anarquistas, por cierto,  modelo para Fidel Castro, como refiere Lawrence Freedmann (“Estrategia. Una historia”,  La Esfera de los Libros,  Madrid, 2016: 440, 622).  Deducimos que, siendo varios los movimientos subversivos, pueden coexistir teniendo a un enemigo común, pero el transcurso de la contienda misma los diferencia teniendo que dirimir, tarde o temprano, el conflicto de poder entre ellos: posiblemente, cumplido un largo plazo, aún más de ganar Petro, la violencia interna y exportable cerrará una etapa para abrir otra de radicales incertidumbres.

¿Colombia no es Venezuela?

La faena electoral ha actualizado la discusión de los especialistas en torno a los vicios y males contemporáneos, como el populismo y la antipolítica. A pesar de la dura realidad experimentada en Colombia, añadido el testimonio inocultable de más de un millón de venezolanos forzados al exilio económico y social, antes que político, los votantes corren el riesgo con los ganadores para la segunda vuelta. Apreciación personal ésta, por muchos y variados que sean los nombres barajados en los últimos años,  superada la odiosa oligarquía que capitalizaba el juego político, para un modesto observador es notable el vacío de un liderazgo sostenible, sobrio, convincente y de un profundo aliento, capaz de enfrentar – además – las diferentes mutaciones delincuenciales de determinados sectores dirigenciales.

Por cierto, es interesante la fórmula vicepresidencial planteada por  Petro y Rodolfo Hernández, respectivamente representada por Francia Márquez, partidaria del aborto libre,  y  Marelen Castillo,  a juzgar por lo referido en la edición extraordinaria de la revista “Semana” (Bogotá, 30/05/2022).  Empero, parece faltar bastante para que la mujer,  y no por tal, subrayemos,  asuma un liderato genuino, aunque hay testimonios y también martirios de las que injustamente pagan muy caro la consecuencia de la prédica, como Jeanine Añez en Bolivia. 

De ganar Hernández, la mayor de las pruebas consistiría en la demostración de una necesarísima habilidad y carácter para gobernar y, a la vez, sostener la vida democrática ante adversarios, segura y cada vez más,  agresivos que harán de la denuncia del fraude su mejor y diaria bandera., agigantándose la incógnita. Y, de hacerlo Petro,  recordemos que Chávez Frías encontró a un país de amplias libertades, con una Corte Suprema que juzgó a un presidente de la República obligado a renunciar a meses de unos comicios, una mayor independencia del Banco Central, una exitosa y propia transnacional petrolera, o un país efectivamente escolarizado que, además de integrante del Acuedo de Cartagena,  tenía certeza de sus cifras demográficas, macroeconómicas o delincuenciales. 

Venezuela fue el país de una gran tradición de inmigrantes y, ahora, ocurre completa e inéditamente lo contrario, por lo que,  tan descomunal la brecha digital, tampoco es posible sobrevivir tranquila y productivamente a grandes distancias,  conminados a los masivos desplazamientos por circunstancias distintas, atrozmente distintas al desempleo. Por ello, la ingenuidad o aparente ingenuidad  de Julio César Iglesias al postular la emigración digital, no siendo posible para todos marcharse del país (“¿Y si gana Petro?  Guía para sobrevivir a la extrema izquierda”,  s/e, Colombia, 2022: 135 ss.), como si los neogranadinos no hubiesen sabido jamás de una diáspora o estuvieran relevados de toda guerra no convencional.

Dos candidatos que suelen hablar por exceso y por defecto, el uno, ofreciendo una versión idílica de Colombia y, el otro, sólo lo indispensable, coincidieron en el desacato a una orden judicial para celebrar el debate estelar de la campaña electoral de acuerdo al más reciente texto de Karen Sánchez, quedando seguramente impone. Todo indica que,  al más locuaz y aventajado, no le convino tampoco exponerse en una contienda que, se calcula, tendrá a un perdedor por una mínima diferencia por lo que el ganador no se cruzará de brazos a la espera de entrar a la Casa de Nariño, conocida por ambos en circunstancias harto diferentes. 

Reconocimiento al presidente Duque

Los venezolanos estamos profundamente agradecidos con el presidente Iván Duque y a las grandes mayorías colombianas, por la comprensión y la solidaridad que tuvieron y tienen con los coterráneos forzados a huir de su país. Por siempre quedará el mandatario saliente, en el corazón y la memoria de la Venezuela que no tardará en reabrir las puertas hacia la libertad. 

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