Claves para leer la historia
Escrito por Dr. Ángel R. Lombardi G. | X: @lombardiboscan   
Viernes, 26 de Noviembre de 2021 04:58

altTodo un reto éste propósito dentro del campo de las ciencias sociales porque la historia ciencia puede ser también asumida como literatura.

La historia es el historiador junto a sus hechos: un diálogo sin fin entre el presente y el pasado que procura una comprensión, lo más amplia posible y precisa a la vez, que le dé sentido al comportamiento caótico de tantos acontecimientos cuya relevancia nos invita a una reflexión pausada, sencilla y humilde. 

En lo personal la historia es básicamente curiosidad y asombro. Estudiar el pasado debe ser algo motivador para ampliar conocimientos y cultura aunque bajo la premisa de lo inacabado y el predominio del olvido. Hay la historia como volumen oceánico de hechos tan dispares en lo económico, social, político, cultural, religioso y demás que debemos distinguir de la historiografía como la reflexión que hacen los autores bajo una teoría, metodología y filosofía que clasifica, ordena y explica esos hechos alcanzando una comprensión de carácter humanístico: una antropología filosófica.

Además, la historiografía como conocimiento histórico no sólo queda ordenado por la documentación pública o privada sino que asume las más diversas fuentes posibles que ayudan a “leer la historia”. Lo digital, el cine, la arqueología, una pintura o teatro antiguo, e incluso, la historia oral, son fuentes tan relevantes como la escritura.

Las controversias en torno a un mismo hecho o personaje relevante deben ir más allá de la diatriba ideológica y centrarse en la pluralidad de las versiones más serias que puedan existir para que sean contrastadas y comprendidas. Un juicio apriorístico contradice el debate enriquecedor en torno a las muchas voces que tiene la historia. El 12 de octubre de 1492 por ejemplo, suscita todos los años versiones tan diferentes y tendenciosas que ha terminado por deformar un hecho tan relevante como lo fue la primera globalización. 

Para leer la historia hay que delimitar los hechos y hacerse preguntas sobre esos mismos hechos (hipótesis de trabajo) y para ello es clave una cronología con el apoyo gráfico de los mapas. Tiempo y Espacio son las coordenadas en que la aventura de la historia se desarrolla. Y no es la verdad lo que se busca conseguir sino un conocimiento sustentado en algún tipo de evidencia documental acompañada de una interpretación que ofrezca algún sentido teleológico. Las capacidades profesionales y éticas del historiador son fundamentales en ésta búsqueda de un conocimiento veraz.   

Hay muchas formas de leer la historia. Lamentablemente, el imperio de las tesis o modas intelectuales, termina por suplantar la explicación más sencilla de los hechos bajo la creencia que el cuerpo teórico explicativo académico lo hace científico y pertinente porque busca demostraciones ocultas y se privan de lo más importante de todo: su disfrute. Jorge Luis Borges (1899-1986) se jactaba de ser mejor lector que escritor y sostenía: “Bueno, esto me gusta porque es una poesía muy bella, o porque es un cuento que sigo con interés y me olvido de mí mismo para pensar en los personajes…”. 

La hermenéutica es una interesante propuesta de inicio: lectura y comentario de textos sin pretender ningún tipo de demostración. La historia al servicio de una forma de belleza para comprender el pasado y sus infinitos laberintos.  

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