Cancillería, ¡estamos esperando que digas algo!
Escrito por Dr. Abraham Gómez | X: @fabrahamgr   
Martes, 10 de Septiembre de 2019 07:13

altUn enjambre de empresas transnacionales se ha instalado en la Guayana Esequiba con autorización del gobierno guyanés, contrariando el contenido esencial del Acuerdo de Ginebra de 1966,

sin que hayamos leído una nota de protesta o un pronunciamiento de rechazo por parte de quienes conducen la política exterior venezolana.

Consorcios procedentes de países que en el plano político se dicen amigos nuestros; pero sus intereses apuntan al descarado aprovechamiento, como mejor les plazca, de los recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron con el Laudo Arbitral de París de 1899; sino además han recibido permisos   para que esquilmen en el espacio marítimo, en  la proyección atlántica que genera la Zona en Reclamación. Recientemente se han incorporado Singapur y Catar en el reparto ominoso.

Los Esequibistas (así nos hemos dado a conocer quienes estudiamos este asunto litigioso y defendemos esta séptima parte de nuestra geografía) en bastantes ocasiones formulamos las debidas advertencias a las autoridades de la cancillería venezolana, en el sentido de que quedarse callados, cuyo vocablo específico es dar aquiescencias o permisividades; como también expusimos  que   omitir las denuncias oportunas y contundentes, puede llegar a considerarse como silencios cómplices y/o las alabanzas imprudentes e inconvenientes en favor de la contraparte. Una directa interpretación del Principio de Estoppel (ir contra nuestros propios actos).

Ambas manifestaciones: la dejadez de nuestra cancillería para denunciar ante la ONU, por extensión a la Comunidad Internacional; y el “coqueteo” o juego imprudente que procura solidaridades en la  CARICOM, conspiran contra nosotros en los reclamos, que desde hace más de un siglo hemos hecho de la Guayana Esequiba.

A propósito de la venideras elecciones presidenciales, en el mes de noviembre en Guyana; el candidato de la oposición Irfaan Alí del partido del Progreso Popular (seriamente cuestionado por fraude académico), y el aspirante a la reelección David Granger, del Congreso Nacional del Pueblo (CNP), han coincidido en sus respectivos discursos que Guyana es única e indivisible, conformada por sus 10 regiones administrativas, incluida la Zona en Reclamación. Con lo cual mandan al cipote cualquier controversia por ese espacio.

Los candidatos mencionados insisten que en la controversia que sostiene esa nación con Venezuela, no tienen la menor duda que la Corte Internacional de Justicia sentenciará a favor de la excolonia británica; y según ellos, la citada instancia dará por terminado el pleito de la Guayana Esequiba, y decidirá tal contención como cosa juzgada. Creen que en ausencia nuestra, al invocar la No Comparecencia.

Estos términos extravagantes y pendencieros debieron haber tenido repercusión estruendosa, a lo interno de la cancillería Venezolana; pero, al parecer no suscitó nada.

La mudez sepulcral en el MRE de Venezuela continuó tan displicente y campante. 

Déjenme decirles a quienes tienen esas responsabilidades por el Estado Venezolano, que en el Derecho Internacional Público los silencios cómplices se pagan, y bien caro.

Los Esequibistas, de las distintas regiones del país que nos ocupamos del trabajo de concienciación, sacamos varias conclusiones al respecto; entre otras, la siguiente: Hay una especie de expresa disposición, de esos funcionarios de la  Cancillería, para hacerse los locos; con complacencias indirectas, con involuntarias permisividades; dejar que los compromisos y responsabilidades les resbalen; como que no fuera una materia de suma trascendencia histórica del Estado venezolano ( no del gobierno, que es otra cosa). Hay una velada actitud para desentenderse.

 Vale tanto, como aquel   viejo adagio griego: sembrar sal entre las piedras. Voltear la mirada. 

Todavía nos preguntamos, qué ha hecho la cancillería con un enjundioso estudio documental y cartográfico que recibió el año pasado de parte del investigador Ugo Giuliani, quien estuvo un largo período indagando, en Londres, la base jurídica por la que Venezuela reclama el área en cuestión. 

Ese narrativo histórico se suma a la demostración investigacional que en su oportunidad, 1965, hicieron dos eminentes jesuitas venezolanos: Hermann González y Pablo Ojer, en los archivos británicos.

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