El fracaso como ejercicio de gobierno
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Martes, 06 de Agosto de 2019 00:39

altLa historia política no siempre termina transluciendo “felicidad”.

Generalmente, su contenido revela cuadros de difícil condensación y comprensión. Más, por aquello de que las lecciones de la historia no se aprovechan. Por tanto, la historia tiende a repetirse. Pero en perjuicio de quienes la desconocen. Por eso, muchos la inventan para adecuarla a motivaciones elaboradas para manipular el discurrir a instancia de pervertidos y retorcidos intereses. Para decirlo a la manera de Aldous Huxley, novelista inglés, “quizá la más grande lección de la historia, es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. 

El ejercicio de la política, no siempre se apega a los postulados de la teoría política. El egoísmo humano, ha contribuido a relegar el análisis sobre el cual se estructuran las ciencias. Tan controvertido sentimiento, induce al hombre político a actuar en función de las circunstancias obviando todo lo que sus secuelas animan. Poco o nada escarmienta el hombre toda vez que procede subordinado a pasiones y estupideces lo cual sólo deja ver la mezquindad con la que vive. Es el problema que complica el ejercicio de la política. Sobre todo, cuando tan necesaria actividad, adalid de procesos sociales y económicos, incurre en desviaciones que terminan mostrándola como vulgar dictadura. O peor aún, como horrenda tiranía.

Vale esta reflexión para examinar el caso Venezuela. Si se hace una descripción retrospectiva de lo que ha acontecido en el país luego del arribo al poder de gobernantes ineptos en términos de lo que implica la teoría y la praxis de la gerencia pública, los resultados lucen irremediablemente dramáticos y desoladores. Si bien todo pareciera ser un incesante volver a empezar, todo comienzo debe considerar lo realizado. Considerar lo que la historia reciente o no tan reciente puede ilustrar, de ello dependerá cómo se viabiliza el devenir en términos de las condiciones que definen el futuro como tiempo político.  

El hecho de tomar el poder, aunque por la vía constitucional y democrática, no excusa a ningún gobernante a repetir los errores que narra la historia. Sobre todo, si se reconoce que todo hecho pasado equivale a una situación-problema cuyos efectos deben servir para superar cualquier deficiencia que interfiera el curso de la vida de una sociedad. Lo contrario es sencillamente decretar el atraso. Venezuela es referente de ello por causa de ejecutorias propias de un régimen enceguecido y ensordecido. Todo esto, sin duda, hacer ver que lo que de estas realidades se deriva es un ejemplo de fracaso. Más exactamente, el fracaso como ejercicio de gobierno.

 


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