Socialismo: un sistema de miseria
Escrito por Pablo Aure | @pabloaure   
Lunes, 17 de Junio de 2019 00:00

altEn estos últimos veinte años a los venezolanos nos han querido encerrar entre dos bandos que supuestamente son distintos.

El régimen y la oposición. Esa es la diatriba permanente entre los sectores políticos. Y en ese trajinar, los que nos consideramos opositores se nos quiere encallejonar y obligarnos a pensar de la misma manera como lo definen quienes han venido ejerciendo de forma casi exclusiva el monopolio de la vocería opositora. A los que frecuentemente nos apartamos de esas directrices, inmediatamente nos etiquetan como divisionistas, que dicho sea de paso, es lo más suave, porque son muchos los que expresan que recibimos dinero del régimen o, que somos infiltrados.

Lo cierto del caso es que no hay verdades absolutas. Todo es hasta cierto punto relativo, sin embargo, a estas alturas de la historia de Venezuela, queda claro que no podemos vencer al socialismo con más socialismo, aun así, muchos de quienes se oponen al régimen ofrecen como alternativa más socialismo, por eso, hoy hablaré de la oposición. Sector en el cual me incluyo. El régimen es el enemigo a vencer. Que quede claro. Eso ya lo sabemos. Digo esto para que no sigan con el enunciado aquel que siempre repiten: “ataquen al régimen y no a la oposición”, porque la realidad es que para avanzar, primero debemos tener claridad hacía donde queremos ir.

Al sistema de la miseria no le importa el color

Pues bien, ubiquémonos en el contexto Venezuela, donde existe un monstruo que ha venido causando demasiado daño. Esa cosa rara, no es una persona, ni siquiera millones de personas, es mucho más que eso. Es todo un sistema, un modelo que ha hecho metástasis en la mente del venezolano. Aquí no diferencio al opositor del oficialista, porque hay conductas que son exageradamente parecidas.

El meollo del asunto es que creemos que podemos destruir al monstruo sustituyendo las personas y no su manera de pensar. Creemos que el mal es solo Nicolás Maduro y esa banda de hampones que detentan posiciones de poder, sean civiles o militares.

Cierto, de Maduro y de esa caterva de malandros tenemos que salir, pero no para sustituirlos por otros  que se comporten de igual manera. Por esto, especialmente por esto, surgen las diferencias en el sector opositor.

Sin embargo, nos hemos distraído en algo puntual, que desde luego tenemos que abordarlo preferentemente, como lo es, salir de las personas que detentan el poder. Aquí el primer enfrentamiento en el sector opositor. El método a utilizar. Hemos experimentado casi todas las opciones que nos han colocado sobre la mesa. Elecciones, referéndum, dialogo, mesas de negociación, solicitud de quiebre militar y en fin, casi todas; con ninguna hemos tenido éxito. Por cierto, siempre nos meten como en una manga y nos conducen derechito a las propuestas impuestas y “aceptadas” por la opinión pública. Son unos campeones en diseñar campañas publicitarias para convencer sobre la opción escogida.

Esto ocurre porque es todo un sistema de miseria que lucha sobre todas las cosas por protegerse así mismo, más allá de la libertad, más allá de la justicia o la paz, este macabro juego ha sido diseñado por hombres corruptos para evitar perder privilegios, pase lo que pase. La premisa es clara, en Miraflores puede haber un nuevo rostro, siempre que la impunidad reine. Por eso es que los venezolanos no hemos sido libres de escoger nuestro destino. Es el mayor secuestro consumado por este sistema de miseria.

Solo queda una opción

Ahora, no queda ninguna opción tradicional, porque insisto, todas las hemos agotado, o nos han hecho transcurrirlas con la derrota garantizada de antemano gracias a mentiras y traiciones, por eso es claro que para quienes sí deseamos la libertad solo queda el uso de fuerza. Con la aclaratoria de que esa fuerza no la tenemos, y no la hemos sabido o querido pedir. Con esto no estoy afirmando que nos la darán, sino que no la hemos pedido como debe ser.

Sacar a los “usurpadores” (remoquete de moda), no será fácil mientras no exista un acuerdo mínimo, que lo pudiéramos resumir en el convencimiento de que hay que sacarlos, de que solos no podemos y que necesariamente nos tienen que ayudar fuerzas militares de otros países. Mientras no nos pongamos de acuerdo en estos particulares, estaremos condenados a seguir viendo a Maduro en cadena nacional cuando le provoque y todas esas cuestiones propias de ellos.

La vigilancia ciudadana debe prevalecer

Por otra parte, quienes creen en la democracia deben entender que el ejercicio del poder interino -o permanente- está constantemente bajo el escrutinio popular. Es decir, soportar las críticas por muy chocantes que puedan ser. La observación ciudadana es la mejor manera de ejercer el control a los gobernantes.       

No puede causar rubor, ni emponzoñamiento cuando aparecen en los debates temas incomodos para quienes pretenden hacer ver al presidente Juan Guaidó como un ser infalible e imposible de equivocarse. Me explico. En los últimos días han ocurrido hechos e informaciones que nos preocupan. Por ejemplo, la negativa de la Asamblea Nacional en aprobar el TIAR, el pago de los intereses de los bonos 2020 de PDVSA y ahora, recientemente las denuncias sobre la supuesta malversación o defalco de la ayuda humanitaria recibida en Cúcuta.

Repito, no hablaré del régimen que ya sabemos son unos bandidos que han venido cometiendo un asalto continuado a las arcas del tesoro público durante dos décadas. Hablo de quienes aparentan luchar contra el monstruo cuando lo que observo es otra cosa. Amargo es el sabor que siento porque todavía la Asamblea Nacional no ha aprobado el TIAR pero si acordó pagar los intereses de los bonos 2020, recordemos CITGO ya pasó a ser controlada por la presidencia interina de Guaidó. Ahora, el relato del desfalco de la ayuda humanitaria, no puede producirme sino más incomodidad. Pero resulta que los incomodos son los que prefieren que esto no se ventile públicamente. Contradicciones inmediatas. El presidente Guaidó le ordenó al embajador que hiciera una investigación cuando se divulgó la noticia, a lo que el embajador Calderón Berti le respondió diciendo que esa investigación estaba bastante adelantada. No sé qué delito habrán cometido los encargados de manejar esa ayuda, ni tampoco cuales serían los tribunales competentes. Pero en todo caso el asunto es sospechoso.

Volvamos a nuestra lucha, al menos en la que yo me involucro. Para salir de este atolladero donde estamos metidos, es necesario no solo deshacernos de los malandros que están en el poder, sino de todos aquellos que sin estarlo, piensan estar pero desgraciadamente representan al mismo monstruo que nos ha hundido en la miseria.  Por eso nuestras diferencias en la oposición. Porque no podemos combatir el socialismo con más socialismo. 

Pongamos las cosas en su lugar. Si después de esto quieren seguir hablando de división, pues piensen entonces que por una parte están los socialistas: usurpadores o interinos, y por la otra estamos los liberales, que no solamente luchamos para sacar a las personas sino que también nos esforzamos por sustituir el modelo.

       

 


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