Los maltratados presos políticos
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Viernes, 19 de Abril de 2019 07:07

altParte sustancial, que dice de la dictadura, pero también de la respuesta social y política a ella (de la oposición), descriptiva con lupa de la tragedia

que vivimos en Venezuela, la representa el tratamiento que se da, de uno y de otro lado, a los presos políticos. 

El mensaje represor de la dictadura en ese sentido es claro, aunque su proposito acallador no se haya cumplido. No del todo. Se puede establecer lúcidamente por la cantidad descomunal de presos políticos, especial, aunque no únicamente, en estos años de la tiranía de Maduro: los denigra en la captura, los mata o los deja morir (el piloto, Albán, por ejemplo), los tortura física y/o psicológicamente (a todos), los somete a irregularidades procesales permanentes, los hacina, les quita el acceso a la luz solar, los expone con presos comunes, les niega las visitas a familiares, amigos y abogados, los confina a recintos carcelarios alejados de su lugar de habitación, los veja, les quita sus pertenecias, les impide en oportunidades el acceso a los medicamentos, a los médicos, a los alimentos, les cobra por cualquier "beneficio", los ruletea... Se incumple así con cuanto acuerdo internacional existe en materia de prisiones.

No hemos sabido ser contundentes ni orgánicos en la defensa de los presos políticos. Ni siquiera aquellos que pertenecen a algún partido han recibido una constante atención de los mismos. Pienso en Leopoldo López y en Juan Requesens, por emblemáticos. No son los únicos, desde luego. 

¿Cómo una sociedad, en su conjunto, me incluyo, ha sido capaz de soportar más o menos tranquila la prisión por tantos años, sólo la prisión, de un líder político de la talla de Leopoldo López?  ¿Cómo una sociedad resiste, más o menos apática, que uno (fueron varios) de sus diputados sea sometido a prisión y tortura? Esto mientras otros han sido exiliados, expatriados, asilados. Es como si no tuvieran dolientes en la sociedad, más allá de sus familiares cercanos: Lilian Tintori, Rafaela Requesens y su padre. Con estos comentarios no quiero desconocer la labor, inmensa, intensa, de quienes de manera contundente, vehemente, han trabajado en función de los derechos de los presos: Tamara Suju, Foro Penal, sus abogados, todas las ONG's y los especialistas del derecho como José Vicente Haro, Pierina Camposeo, Joel García,  algunos independientes, que denodadamente, diariamente, han prestado sus servicios en procura de la libertad, no sólo de estas víctimas, sino del país. La lucha de Convergencia y el diputado Biaggio Pilieri en Yaracuy son marcantes. No me refiero a esos "detalles", sino al conjunto social y político nacional. 

El tema de los presos políticos salió de la agenda de lucha política. Sí, una franela y una pancarta (ignoro si siguen allí), recuerdan en la Asamblea Nacional (ya no tanto) la prisión de Requesens. Pero es como si nos acostumbramos, con excepciones, a que ellos sufren la condición de reos, como si esto fuera lo natural. Recuerdo que la reciente propuesta de ley de amnistía se dirigía más a buscar un convencimiento de los militares a aceptar la transformación hacia la democracia que a liberar a los presos políticos, cual era el objetivo del primer proyecto de ley planteado en la materia.

¿Qué nos pasa que no exigimos todos de manera contundente que termine de inmediato la prisión de estos valientes y sufrientes venezolanos injustamente apresados y torturados? ¿Qué nos pasa que nos adormilamos con este importantísimo tema? A pesar de que otros, singulares, son de suma importancia, no lo ignoro. ¿Hubo alguna negociación real para el ingreso de la ayuda humanitaria, tal vez para elecciones y no ha podido haberla para liberar a los presos políticos? A mi memoria acude el Libro Negro de la Dictadura, aquel de los adecos serios cuando Pérez Jiménez. Se debe crear un registro indeleble de todo aquel preso político con su caso, no sólo para reportarlo a la OEA, a La Haya, a la ONU, para que se exponga, se publique y se resguarde como el Acta de Independencia, para la historia de todos.

Planteo abiertamente que sustituyamos, ya, las protestas reguladas de dos horas sabatinas antes de comer, por acciones contundentes y más definitivas. Una protesta significativa, memorable, hiriente para los asesinos, ante la casa de Leopoldo López, en el SEBIN del Helicoide y/o de Plaza Venezuela. Que se asuma la bandería de la libertad de los injustamente encarcelados, como parte importante en esta hora crucial de la lucha general por la libertad. Algo que le haga saber continuamente, con firmeza, con fiereza, a los esbirros y sus protectores, a los déspotas, al mundo, que la libertad es consustancial, esencial, a los venezolanos, que queremos a esos presos fuera ya de las mazmorras, sino no merecemos  que ellos, los encarcelados, quienes ciertamente han esperado y esperan angustiosos por nosotros y nuestras resoluciones definitorias, nos llamen compatriotas, coterráneos, conciudadanos, venezolanos. Vamos por nuestros compañeros presos, de una vez. 

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