El tiempo de Guaidó no es perfecto
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Viernes, 01 de Febrero de 2019 10:09

altJuan Guaidó llegó para quedarse, y de qué modo irruptor lo hizo, desde el mismo momento en que accedió a la presidencia de la Asamblea Nacional.

Bienvenido sea como agente liberador que marcará la historia, muy posiblemente, entre un antes dictatorial, sangriento, cruel, genocida y un futuro de libertades democráticas, sin poco costo de sacrificios, incluso humanos. Esos que ahora, tanto la iglesia como algunos líderes políticos avezados, tratan de contener: la violencia. Esto mientras vemos caer jóvenes por decenas, jóvenes que no se volverán a levantar jamás.

Como un cucú anunciador, ahora, el problema de Guaidó es con el tiempo, así como lo es del tiempo con respecto a él. El tiempo de su arribo transcurrió muy ajustado, preciso: el 5  del primer mes del año, con varios factores en contra (su juventud, sus 35 marcas cronológicas, era uno de los principales señalamientos, por ejemplo), luego fue luego del 10 de enero; mientras va siendo, a diario, ese reguero de libertad, de ideas por la reconstrucción, por el porvenir que atrae juventudes. Plausible, a rabiar. 

Sin embargo, como quedó abiertamente demostrado ayer en la presentación del Proyecto País en la Universidad Central de Venezuela, el presidente encargado clama por tiempo, por un poco más de tiempo que el pautado legalmente para su permanencia en el transcurso de la transición que lleve a las elecciones democráticas más esperadas en lo poco que va de siglo XXI. Pienso que hay que otorgárselo, no sólo porque se lo merece, sino porque la enmienda de la plana no está fácil; debido, entre muchas otras cosas, como estamos viendo, de manera provocada o no, a que requerirá de una cantidad de días mayor que la “normal” pautada en la guía constitucional, más de un mes, como bien ha señalado ya, abiertamente, ese cuidadoso cuidador de nuestra libertad que es Luis Almagro.

El plan mostrado es de muy larga duración, no de un mes, como hubiera podido esperarse y para algunos constituía una aspiración altamente deseable que así fuera. Esto supone varios propósitos dignos de establecer con firmeza en el tapete de la discusión política tan interesante que salta al ruedo de hoy en Venezuela. Evidentemente, el proyecto divulgado ayer no era el ofrecido para llegar y salir de la transición, aquel esgrimido en tres escalas esenciales, instaladas desde el primer día en la consciencia nacional e internacional, como el proceso que conducirá finalmente a la libertad: “fin de la usurpación”, “transición”, “elecciones”. No. El plan es mucho más abarcador. Es un boceto de plan de gobierno, con nombres incluidos, entre ellos algunos diputados y, por supuesto, Leopoldo López. No hay que aguzar mucho la mirada para vislumbrar la llamada, en fútbol, “posición adelantada” que debe tener muy disgustados a políticos que no comparten la camarilla directriz de la Asamblea Nacional, con razones valederas, pidiendo a gritos que suene el pito que denote la falta. Ese plan, desde mi perspectiva, fue presentado anacrónicamente. 

Pero Guaidó se ha cubierto de gloria y ésta aumentará cuando cumpla a cabalidad firme su planteamiento original, ése en el que la gran mayoría de los venezolanos estamos absolutamente dispuestos a respaldarlo, en esas tres fases ya enunciadas. Una vez que convoque a elecciones habrá realizado una hazaña magnánima de grata recordación por siglos en el país, como todos esperamos. En eso debe centrarse; cualquier dislate puede resultar alta e innecesariamente costoso en estos momentos cruciales.

Ahora bien, el tiempo que al presidente encargado se le otorgue no puede ser infinito. Tiene que haber una fecha prevista para la ejecución definitiva, una vez obtenido el poder completo. El mes puede quedar escaso, pero la abultada prolongación del lapso también se puede revertir contra el propósito salvador. Y surgen así muchas dudas: ¿Desde cuándo comienza a regir el tiempo de esta carrera, desde el 5, desde el 10, desde la presentación del proyecto, desde que asuma todas las competencias? ¿Hasta cuándo? Mucho asunto por debatir. Mucho consenso, palabra muy utilizada ayer, habrá que concitar para encapsular a un Cronos que se resiste, un Cronos, paradójicamente más liberador cuanto más enjaulado. Cucú. Cucú. Cucú. 

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