La transición
Escrito por Antonio Sánchez García | @sangarccs   
Jueves, 31 de Enero de 2019 00:13

altTan profundos han sido los efectos desintegradores de la dictadura sobre la sociedad venezolana, que el desalojo de su sistema de gobierno

– inédito por su naturaleza criminal y hamponil, ajena a otros regímenes dictatoriales que se reclaman de sus mismos ideales, pero tan insidioso como ellos en la desarticulación política y económica de la sociedad – requerirá de un período especial de tránsito hacia el restablecimiento de las coordenadas democráticas y la plena vigencia del estado de derecho. Es a ese período especial de nuestra historia que se ha dado en llamar transición y al gobierno que lo encare y resuelva, “gobierno de transición”.

El “gobierno de transición” no es cualquier gobierno. Es un gobierno excepcional, de extrema emergencia nacional: la respuesta racional y organizada de un grupo social para desbrozar el regreso a la normalidad institucional, la revalorización de los organismos y entidades de gobierno, la devolución de su plena eficacia y potestad a los órganos de seguridad pública y sobre todo el control, dominio y amansamiento de las fuerzas represivas, arquitectura y sostén de toda dictadura. Sin considerar el cambio en la cultura del sometimiento y el retorno al disfrute y goce de la libertad. Que cuesta y no se obtiene de gratis. Un gobierno de transición debe usar todo momento y agotar todos sus recursos en la reconstrucción del tejido social, profundamente dañado por la perversión, la maldad, la crueldad y la carencia de humanidad del abuso y el atropello vesánicos de los represores. Una suerte de autocrítica y corrección de las graves desviaciones vividas y toleradas por la sociedad en su momento de máximo extravío.

Un gobierno tal no tendría sentido si la transición que busca la recuperación de la gobernanza no fuera acompañada y respaldada por la conciencia general, generosamente dispuesta a la reconciliación y el entendimiento de todos los sectores sociales, una vez arrancadas de cuajo las raíces dictatoriales. Siendo este descuaje uno de sus motivos esenciales. Reconocer, identificar, aislar y salir de sus sujetos, sus protagonistas, sus causantes, sus culpables. Es obvio que mal puede hablarse de un gobierno de transición si los responsables de las barbaridades y torturas, los expolios y saqueos, los multitudinarios y graves crímenes cometidos continúan viviendo entre los torturados y reprimidos. Muchísimo menos si conviven, en paralelo, el dictador que tiraniza con el demócrata que debe liberar a su pueblo de las torturas del tirano. Es la peculiaridad de este momento histórico: tiranía y democracia luchan por imponerse. Aún no se vislumbra el resultado. Tenemos el reconocimiento mundial. Ellos tienen las armas. Una situación que no debe ni puede prolongarse en el tiempo.

Viví varias transiciones. Llegué a Berlín Occidental a disfrutar de los últimos y beneficiosos resultados de la transición del nazismo a la democracia liberal, con el pleno respaldo político, militar, económico y cultural de las grandes potencias occidentales: los Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Mientras en Berlín Oriental se vivía la transición del nazismo al estalinismo, proceso casi innecesario, dada la identidad pavorosa de ambos regímenes. Estudié en una universidad recién fundada, en la zona estadounidense, bajo el modelo de universidad moderna y progresista norteamericana, que con razón había conquistado el título de Universidad Libre de Berlín. Del lado oriental seguía inmutable la vieja universidad alemana, incrustada de nazismo, la Humboldt Universität Berlin. Marxismo leninismo al detalle.

Viví luego una auténtica transición, tan cabal y tan plena, que bien podría servirnos de modelo a la que aún no comenzamos a vivir en Venezuela, donde apenas se atisba. La más auténtica, plena y perfecta de las transiciones modernas, la de la España que despertaba a la libertad tras la muerte de Franco y se animaba a abrir sus ventanas de par en par, gracias al entendimiento de las jóvenes personalidades políticas más brillantes de la contemporaneidad española: Adolfo Suárez, del movimiento franquista, Felipe González, por el socialismo rejuvenecido, y Santiago Carrillo, por el comunismo español. Todos ellos acompañados por el joven Rey Juan Carlos de España, y una voluntad arrolladora por dominar el pasado y conquistar el futuro. Sin odios ni rencores, aunados por una vocación de modernidad que pronto situaría a España a la mayor altura europea. Imposible mayor racionalidad, sensatez y buena voluntad que los que se vivieron entonces, hasta culminar en la aprobación de la nueva constitución española.

 Tanto mayor, complejas y prolongadas han sido las transiciones mientras más profundas hayan sido las raíces escarbadas por la tiranía. Lo recuerdo, porque la transición chilena apenas alteró las líneas maestras diseñadas y puestas en acción por la dictadura. En rigor, la transición propiamente política de la dictadura a la democracia se prolongó desde la victoria del Plebiscito por las fuerzas democráticas en Octubre de 1998 hasta la victoria electoral de Don Patricio Aylwin y las fuerzas de la Concertación Democrática en Diciembre del 1989. No obstante lo cual, ha de considerarse transicional al dilatado período de gobiernos concertacionistas que al restablecer la plena hegemonía del sistema democrático permitieron la victoria de la derecha chilena en la figura de Sebastián Piñera en 2010. La alternabilidad vivida desde entonces por el país sureño entre la centro derecha de Piñera y la centro izquierda de Michelle Bachelet confirmaron el pleno éxito de la concertación chilena. Como la alternabilidad entre el PP y el PSOE confirmaron la plenitud de la concertación española. 

Lo señalo, para darle al término transición todo su rigor conceptual y político, para advertir cuan embrionarios son los intentos transicionales venezolanos, cuan lejos estamos de comenzar a cerrar el odioso ciclo dictatorial venezolano y cuánto queda por hacer para comenzar de verdad a vivir la transición a la democracia en Venezuela. Por ahora nos hallamos en la transición hacia la transición, por absurdo que parezca. ¿Cómo explicar la existencia en paralelo de dos presidentes de la república, uno plenamente democrático y reconocido mundialmente, el otro usurpador, arbitrario, arrastrando su maldición tiránica sobre las bayonetas y fusiles de unas fuerzas armadas traidoras? 

Para tenerlo presente: no comenzaremos la transición hasta desalojar al régimen de Maduro y a todos sus funcionarios, uniformados, civiles y diplomáticos, del Poder. Es la más urgente, la más necesaria y la más importante de nuestras asignaturas pendientes. La transición debe encontrar el cumplimiento de su primera etapa cuando hayamos elegido al primer presidente electo en comicios universales y secretos, limpios y transparentes. Adelante.


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com