Puente de plata
Escrito por Antonio Sánchez García | @sangarccs   
Miércoles, 30 de Enero de 2019 01:45

altEs tan desigual el combate y tan irracional la inútil porfía del dictador y sus esbirros, que asombra no se acojan a la oferta implícita o explícita en el trato ofrecido tanto por parte del presidente Juan Guaidó como de sus aliados

“Al enemigo que se retira, puente de plata.”

Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, Siglo XVI

Venezuela ha comenzado a vivir una situación rocambolesca, digna de un cuento fantástico, que creo se vive por primera vez en la ya centenaria historia de la América española: conviven, como en el maravilloso cuento del argentino Julio Cortazar, por una acto de brutal violencia y sin que ni siquiera pueda mediar la fuerza pública, los legítimos propietarios de la República con una banda de facinerosos y desalmados que luego de haber ido ocupándola palmo a palmo y haciendo uso de todos los subterfugios legales para entronizarse en ella, se niegan a desocuparla y permitir la asuman sus únicos y legítimos dueños. Y quienes, auxiliados por quienes debían cumplir con sus deberes y obligaciones constitucionales, más se afincan en ella mientras menos derechos poseen. Al extremo de que deberán ser sacados por la fuerza, ellos, los ocupantes, y las fuerzas cómplices, ya tan criminales e ilegítimas como aquellos a los que amparan, mediante lo que una hipérbole califica de auxilio humanitario. En el banquillo de los acusados terminarán encontrándose, en primerísimo lugar, las fuerzas armadas comandandas por el general Vladimir Padrino López. Como en Nüremberg, el genocida en el estrado.

Es una situación completamente anormal, pero que nos retrotrae a los orígenes primeros de la historia. Como lo afirma uno de los más ilustres enciclopedistas, Voltaire, detrás de todo monarca hay un mercenario. Detrás de toda corona, un sable. Dijo mercenario, y bien pudo haber dicho un bandido. Detrás de la ley está la autoridad, afirmó Hobbes, pero lo único cierto es que detrás de la autoridad, en los orígenes, está la fuerza. Más autorizada mientras más brutal. El ejemplo bíclico de Caín y Abel, el primer enfrentamiento político de la humanidad. 

¿Tiene plena conciencia Vladimir Padrino, tienen plena conciencia los miembros del Estado Mayor de las fuerzas armadas del régimen, ya a punto de romper sus vínculos históricos con nuestra República, de la dimensión del conflicto armado que están a punto de provocar en nuestra región y eventualmente en el mundo con su comportamiento  vesánico? ¿Se imaginarán el costo en devastación y muerte que su comportamiento delictivo les obligará a pagar en vidas y sufrimientos?

Basta una mirada objetiva y libre de todo apasionamiento para comprender el callejón sin salida en que se encuentra la dictadura. Carente de todo respaldo interno y absolutamente aislada en el plano internacional. Asfixiada económicamente y gravemente amenazada por las fuerzas armadas de la principal potencia del planeta. Posiblemente inconsciente, además, del agravamiento de la asfixia con cada día que pasa. Y perdida toda utilidad para la tiranía cubana, visto el torniquete financiero aplicado por el gobierno de Donald Trump a lo que resta de la industria petrolera venezolana. ¿Se arriesgará la tiranía cubana a intervenir en el probable enfrentamiento de los Estados Unidos con el régimen dictatorial de Nicolás Maduro sabiendo que podría arriesgar en ello su propia estabilidad? ¿No saben los cubanos del mortal riesgo que corren responsabilizánose por la dictadura venezolana? 

Basta imaginarse, asimismo, la devastadora potencia de un super portaviones norteamericano, sus seis mil tripulantes y las cinco mil tropas que podrían ser enviadas a Colombia para comprender las dimensiones del conflicto que amenaza a las tropas de Vladimir Padrino y a la sobrevivencia del régimen dictatorial de Maduro. Sería la primera vez en toda nuestra historia que los Estados Unidos despligan en nuestra región todo su poder de fuego, del que otras áreas del planeta han sido víctimas, con sus devastadoras consecuencias. 

Es tan desigual el combate y tan irracional la inútil porfía del dictador y sus esbirros, que asombra no se acojan a la oferta implícita o explícita en el trato ofrecido tanto por parte del presidente interino Juan Guaidó como de sus aliados nacionales e internacionales: renunciar e irse. Dejando en manos de la justicia, ya restablecida en Venezuela, el trato que la Constitución, los códigos y la Ley determinen caso por caso.

Ello corresponde en su más prístino sentido al principio conjurado por el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Cordoba quien, a comienzos del Siglo XVI sentó el principio que corresponde a la circunstancia: “al enemigo que se retire, puente de plata”. 

No comprenderlo y aplicarlo podría traaducirse en un inútil y doloroso derramamiento de sangre. Su mayor costo suelen ponerlo los derrotados. Y ante el despliegue que amenaza, está perfectamente establecido el reparto de los roles. Más vale prevenir que lamentar.

         

 

         

 

         

 

 


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