Regreso en el tiempo: Venezuela de Dalton (1912)
Escrito por Dr. Ángel R. Lombardi G. | X: @lombardiboscan   
Viernes, 07 de Diciembre de 2018 04:59

 altLos que siguen creyendo en invasiones salvadoras como la de Normandía en el año 1944 para derrocar a Hitler creo que se equivocan

No sé cuánto duró; hay hechos que no se sujetan a la común medida del tiempo.

Jorge Luis Borges (1899-1986)

Lo normal es pensar que la historia es un proyecto hacia el progreso. Casi nadie imagina o supone regresiones, cuando en realidad la existencia es circular y el declive el anuncio del fin. Un tal James Bradley (1693-1762), Astrónomo Real de la corona inglesa, al que Borges gusta recurrir para plantear el fantástico devenir desde el pasado hacia el futuro, nos parece una excepción sin popularidad. El siglo XXI es vertiginoso bajo el impacto de las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento que delinean la fisonomía de megalópolis futuristas como Nueva York o Abu Dabi por solo nombrar dos. En el caso de la Venezuela bolivariana: el siglo XXI aún está lejos. De hecho, muchos pensamos que hemos retrocedido en el tiempo, y que una pre-modernidad vergonzosa y claudicante nos define. La anormalidad de la situación venezolana no es un accidente, sino que forma parte de un plan sistemático sustentado en el desarreglo para alentar el éxodo de millones de venezolanos descontentos y hundir en el desconsuelo a los que persisten en quedarse o no tienen los medios para huir. 

El desarreglo planificado de la nueva burguesía chavista en el poder sólo persigue un propósito: reinar desde las ruinas desde un aislamiento feudal. Este proyecto demencial, robustecido por el control militar, sigue avanzando y consolidándose en contra de todos los pronósticos. La miseria festiva, de un pueblo desesperado, aunque con habilidades insospechadas desde el punto de vista adaptativo a un ambiente social hostil, contribuye desde la informalidad del astuto, a sobrevivir acostumbrándose a la trama de la anarquía. Los códigos de la modernidad junto a la racionalidad eficiente hoy en Venezuela han desaparecido.   

La retórica como engaño: la “Venezuela Potencia”, no importa sí funciona o no funciona mientras el festín que depara el saqueo de los dineros públicos puede perseverar en el tiempo. Si Leonard V. Dalton (1887-1914), el agente de negocios inglés, pudiera visitarnos otra vez en éste momento, se sorprendería de que sus anotaciones pesimistas sobre la realidad venezolana del año 1912, aún hoy, en pleno 2018, se mantienen vigentes. Y que todo el progreso acometido en un lapso de cincuenta años, que lo hubo desde 1936 hasta 1985, ha quedado sepultado. Los chavistas nos regresaron al año 1912, a los tiempos quejumbrosos de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1857-1935) donde el militarismo rural campeaba y los presos políticos se pudrían en las cárceles. Hasta nuestra industria bandera, PDVSA, la destruyeron. Según la Agencia Internacional de la Energía la producción petrolera en manos de la PDVSA bolivariana está en caída libre. Hoy se produce lo mismo que en el lejano año de 1947 y la producción por habitante es igual a la del año 1927 cuando Juan Vicente Gómez no sabía sacar el petróleo del subsuelo y tuvo que entregar las concesiones a las más importantes compañías extranjeras. 

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“Sólo el tiempo podrá decir si el descontento cada vez mayor que existe en Venezuela ante las dictaduras militares se encuentra acompañado de otra característica igualmente necesaria: el amor a la justicia y al juego limpio, así como un sincero aborrecimiento por las farsas políticas. Los discursos del General Gómez han suscitado vivas esperanzas en una mayor estabilidad y responsabilidad por parte de los gobiernos de la república, y solo falta que el pueblo de Venezuela pueda ver convertidas en realidad tales esperanzas. La primera necesidad del país consiste en un gobierno justiciero y probo; si llegan a darse tales condiciones, el desarrollo vendría en forma acelerada y con toda certidumbre”. 

Un gobierno “justiciero y probo” es la primera necesidad. Recuperar la institucionalidad del país implica un nuevo pacto de nación que nos vuelva a colocar en el sendero democrático. Y para ello tenemos que protestar y negociar reivindicando el proyecto civilista por encima del militarista que nos ha marcado negativamente desde el momento en que Carujo, un agente de Santiago Mariño, derrocó al Dr. José María Vargas en el año 1935. Que las anotaciones de Dalton respecto al año 1912 sobre el tema político tengan actualidad hoy refrendan el retroceso histórico al que hemos incurrido en estos últimos veinte años. 

“Un gobierno de ésta índole debería trazarse como objetivo impedir que los dineros públicos continúen afluyendo en proporción tan considerable a los bolsillos privados, como ha venido ocurriendo hasta la fecha, y encaminarlos a fines tan beneficiosos como el mejoramiento de las vías de comunicación, la causa de la educación popular y el establecimiento de un eficiente servicio consular en el exterior”. 

En el sumario forense (Miguel Ángel Campos) del visitante inglés no escapa la observación a la avidez criolla por el zarpazo a los dineros públicos: la corrupción indulgente desde el disimulo de los vividores muy bien posicionados cercanos al poder. Esta impudicia que justificó el alzamiento de los golpistas en el año 1992, génesis de los bolivarianos, hoy luce desfalleciente. En cuatrocientos mil millones de dólares se estima el desfalco a la nación de quienes hoy, sin probidad ni valores, mal gobiernan.

“El futuro de Venezuela depende primordialmente de su propio pueblo, el cual tendrá que poner todo su empeño para desarrollar, en forma consciente y laboriosa, los enormes recursos naturales del país; pero es indudable que, para realizar el ingente esfuerzo a que sus habitantes tienen que enfrentarse, requerirán la ayuda del capital y asesoramiento extranjeros, y a este respecto –si la empresa británica se muestra alerta para aprovechar tan favorable oportunidad- nuestra nación deberá cooperar en proporción no desdeñable”. 

Los que siguen creyendo en invasiones salvadoras como la de Normandía en el año 1944 para derrocar a Hitler creo que se equivocan. A los chavistas lo pusimos nosotros, en consecuencia, nos toca lidiar con ellos y encontrar la tan ansiada salida y recuperar la normalidad. Toda ayuda externa es bienvenida pero el “futuro de Venezuela depende primordialmente de su propio pueblo”. Hay veces que la historia se convierte en un atasco y los ciudadanos en victimas de sus propios gobernantes: eso no lo sabíamos quienes crecimos en la segunda mitad del siglo XX. El chavismo nos regresó, a patadas, a la época de Juan Vicente Gómez. 

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