El verdadero peligro
Escrito por Juan Guerrero | X: @camilodeasis   
Jueves, 15 de Noviembre de 2018 15:10

altEl peligro por el que transita la sociedad venezolana no es de índole político-económico, que es muy significativo.

Tampoco es de inseguridad alimentaria, que también representa un gravísimo riesgo para la estabilidad de la subregión latinoamericana.

El verdadero y real peligro que está viviendo Venezuela se debe a la evidente realidad de perder su identidad cultural. Esto es; su base histórica, religiosa e idiomática. Son estos tres pilares los que sostienen la Familia como institución y toda cultura, y le otorgan a los ciudadanos sentido de pertenencia a una nación.

Por ello no es gratuito que a lo largo de estos últimos años el deterioro de la infraestructura cultural y su tradición estén dando pie a un descarado desprecio oficial por todo aquello que represente valores y principios de la cultura nacional.

¿Por qué este desprecio y violencia contra las tradiciones, bien sean de índole religioso artístico, académico y hasta científico?

Creo no equivocarme ni exagerar si indico que la respuesta habría que buscarla más allá de los disfraces ideológico-políticos y de las obscenas realidades de la corrupción del régimen.

La respuesta hay que buscarla en el avance de la llamada Mancha verde del islamismo y sus grupos terroristas. Si bien el momento actual es la de estar lidiando con el chavizmo y sus enclaves cubanos como ejército de ocupación. La presencia en territorio venezolano de bases terroristas, buscan instalar en suelo latinoamericano un Estado islámico que sirva de avanzada para borrar la cultura occidental en esta parte del mundo.

Nos parezca esto absurdo ante el dolor y sufrimiento de los acontecimientos actuales, lo cierto es que en los próximos meses los grupos de poder que mueven sigilosamente los hilos en el régimen se estarán encontrando con los factores del radicalismo que son, en definitiva, quienes tienen otros intereses muy distintos a los del chavizmo.

La destrucción del patrimonio cultural de la nación venezolana no responde a un ideario socialista ni menos comunista. Esto se evidencia en la nulidad teórica de quienes en este momento sostienen el poder real en Venezuela: los militares. Porque una revolución no se hace con mentalidad marginal ni con marginales. La propaganda oficial, caricaturesca y banal de socialismo tropical, busca distraer el sentido real de lo que se está evidenciando muy lentamente.

Detrás de los grupos radicales es donde en verdad se esconde la respuesta del destino de este desastre y el sentido que tendría. Porque la solución final ante el desastre social, político y económico de quienes detentan el poder y quienes le adversan, es de una evidente violencia que no se desea pero que ningún político puede o quiere hacer o dejar de hacer para detenerla. Su desenlace se percibe indetenible e inevitable.

Los países europeos, como es evidente y notorio, ya tienen la presencia del arma más letal del islamismo: los hijos del profeta Mahoma. Son estas minorías ortodoxas, fanáticas y supersticiosas quienes, desde sus mezquitas levantadas en tierras de occidente, planifican la destrucción de la cultura, religión, familia e idioma.

El reforzamiento del discurso de la inclusión, las argumentaciones sobre la tolerancia y el derecho de las minorías étnicas, políticas, sexuales, entre otros, si bien son derechos humanos que deben respetarse, han permitido el encubrimiento de estos radicalismos y la presencia de estas poblaciones como avanzada planificada para penetrar las sociedades occidentales y destruirlas desde su mismo centro y corazón.

Eso es lo que ocurrió en Venezuela donde se utilizó a grupos izquierdistas, parásitos complacientes, que permitieron la intromisión de estos radicalismos en la propia dirección del Estado venezolano. Estos grupos islámicos de avanzada desde hace años operan en sitios, como la Alta Goajira, isla de Margarita, estado Amazonas, entre otras zonas donde el adoctrinamiento y la conversión de pequeños grupos al islamismo, son práctica común.

Los ingenuos políticos opositores al régimen totalitario creen que llamando a elecciones, aún con un Consejo Electoral renovado, van a frenar el avance del islamismo y radicalismo en suelo venezolano. Eso ya es prácticamente imposible detenerlo. La única posibilidad es imponer un gobierno que refuerce los controles sociales. Administre la admisión del control de entrada al país, y sobre todo, diseñe un sistema educativo que fortalezca la historia, el idioma nacional y los valores y principios de la familia y cultura venezolana y occidental.

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