Maldición eterna
Escrito por Juan Guerrero | X: @camilodeasis   
Jueves, 01 de Noviembre de 2018 06:04

altYo te condeno, Maduro, a que llegues a una edad avanzada. Tal vez 99 años, 9 meses y 9 días. Amargado, achacoso, solo y olvidado.

Que seas juzgado y sentenciado en buena lid, a 29 años, 9 meses, 9 días y 9 horas.

Que tu sentencia se rebaje por alegatos de salud. Artrosis degenerativa, fibromialgia crónica, senilidad precoz. Que seas enviado al geriátrico municipal.

Que se te caiga el bigote, dientes y muelas. Que no puedas masticar costillitas de res ni tampoco silbar.

Que tengas rigidez en las manos y no puedas tocar las congas ni bailar, por tanto dolor de rodillas. 

Que tu desayuno, almuerzo, merienda y cena sean precedidos por pastillas y remedios. Que después de comer, por siempre, tengan que cambiarte el pañal por la diarrea y el pipí.

Que tu sueño sea interrumpido por sobresaltos en medianoche. Sudores fríos. Que te den espasmos de pesadillas. Que nadie te dé los buenos días ni las buenas noches.

Que añores un largo abrazo familiar. Un beso amoroso. Un solidario apretón de manos. Que nunca más vuelvas a ver el horizonte marino, ni el llano, ni el Salto Ángel.

Que no puedas pronunciar palabras de amor. Que el sentimiento de venganza, de rencor y de odio te enfermen el hígado y los intestinos. Que estés condenado a dar las gracias, pedir perdón, permiso. Suplicar y arrodillarte en un rincón.

Que llores cada domingo cuando visiten a los demás ancianos y a ti nadie te vea ni te salude. Que el Día del Padre no tengas dónde ir, puerta de hogar para tocar. Un hijo, un nieto que te pida la bendición. Que no recibas regalos en navidad. Que en Nochebuena no puedas escuchar villancicos, ni gaitas, ni comer hallacas, ni pan de jamón.

Que el día de tu cumpleaños te vistas y te quedes horas de horas esperando que te feliciten, que te estremezca un abrazo. Una llamada telefónica de un viejo amigo.

Que camines tu soledad solo y encorvado y que nadie te reconozca. Que en tu desespero te subas a un banco de plaza, grites tu nombre, intentes un discurso y nadie entienda lo que dices. Que te vean con lástima y te den la espalda.

Te condeno a que tengas piojos, liendras y ácaros. Que todos los días te laven la cabeza con champú Avispa. Que de noche te rasques las carnes por tanta sarna y te bañen con jabón azul.

Que te carcoma el alma la envidia por tanta libertad, democracia y progreso. Que tu amargura por tanta alegría que te circunde sea inmensa, diaria y compulsiva. Que te duelan los juanetes cuando quieras caminar.

Que el olor a orines te acompañe cada mañana cuando te cambien los pañales. Que te atiendan con asco y repulsión.

Que nadie jamás pronuncie tu nombre. Que solo sea la máquina del oftalmólogo la que mire a tus ojos. Que las cataratas te nublen el alba.

Que seas consciente de lo que vives y padeces. Que nunca jamás puedas ver tu rostro en un espejo. Que tu pobreza espiritual te consuma de a poquito. Que por donde pases nadie hable mal ni bien de ti. Que pises irremediablemente tu sombra cada atardecer.

Yo te condeno, Maduro, a una larga, tediosa y triste agonía de muerte. Que el enfermero de turno se olvide de cerrar tus ojos y tu boca. Que tu sepultura no tenga epitafio, ni fecha, ni lugar de nacimiento. 

Que el puro sol del verano te reseque y el viento frío de la noche invernal desaparezca tus despojos.

 

(*)   Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla    TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1 

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