El modelo castrista aplicado en Venezuela por Chávez y ahora Maduro busca la peor de las manipulaciones;

doblegar a los habitantes de este desaprovechado país a través de sus necesidades más básicas como alimentación y salud, por ello desde sus inicios buscó centralizar absolutamente todo. Hubo un error de cálculo, tal como el expresidente Chávez lo recalcara infinidad de oportunidades en sus inagotables programas televisivos, el basamento de este infernal modelo fue el rentismo petrolero, pero bajo una equívoca premisa “el barril jamás bajará de precio”.

Creído esto, comenzó la más pavorosa destrucción del aparato productivo privado y un conjunto de presuntas políticas sociales bajo un Estado paralelo llamado “Misiones” el cual ha sido, por secuestro institucional, inauditable. Pero no solo el modelo chavista fue presa de la inestabilidad de los precios del crudo, sino que también el régimen dejó perder la que era la tercera petrolera del mundo, Pdvsa roja rojita hoy día es un parque de chatarra cada vez más improductiva, sumergida en corrupción y desidia, con riesgo de perder lo que aún funciona por querellas internacionales.

Semejante proyecto país tenía/tiene otro soporte, la opresión, humillar a los venezolanos, hacerlos débiles individual y colectivamente, he allí la razón de la violencia institucionalizada, de los controles, racionamientos y demás condicionantes a los derechos que nos acompañaron desde que nuestros próceres nos los obsequiaron, sacrificando vidas y fortunas. En estos 20 años esa libertad se ha perdido, hoy somos como nunca antes una nación de rodillas al exterior, hipotecada a chinos, rusos y pare de contar ¡No producimos ni nuestros alimentos! El peor enemigo de los venezolanos ha sido el castrochavismo quien ha plagado la nación de penurias, divisiones y miseria, ni los españoles sembraron en 300 años tanta destrucción, mucho menos la “cuarta república” cuyo acto de corrupción más grave es una pajilla en el inconmensurable pastizal de desfalcos a la nación en lo que va de socialismo del siglo XXI.

Pero muchos venezolanos le facilitan la labor al gobierno, se aprovechan de la desgracia que nos envuelve, la inhumanidad les atajó el alma, viven cual carroñeros, abogan para que esto continúe. A estos seres no les importa timar a quien sea con tal de obtener ganancias, no les importa sacar provecho del hambre, del sufrimiento, del padecimiento de enfermedades, de la necesidad de medicinas, servicios o lo que urja… en este pantanal que hoy es Venezuela mucho cerdo rechina feliz, es algo que escribimos con mucho, muchísimo pesar.

¡No hay país! Hay 30 millones de países en Venezuela y disgregados por el mundo ¿Cómo subvenirnos a nuestras dificultades sí no existen objetivos comunes? Ello se refleja en un gobierno que nada le importa el sufrimiento de la gente mientras conserve el poder, en una oposición que, si bien está astringida por instituciones rojas rojitas, es incapaz de ponerse de acuerdo, prefiere prender vela a una comunidad internacional lerda, con dosis de insensibilidad. El venezolano debe recobrar su identidad, su amor al país, antes de pensar superar este oscurantismo que nos ha robado, vida, felicidad… a Venezuela.