La educación y la libertad
Escrito por Nicomedes Febres Luces   
Sábado, 09 de Junio de 2018 06:45

altCuando era chamo, estuvo de moda un libro de un brasileño llamado Paulo Freire y se titulaba La Educación como práctica de la Libertad, que se hizo famoso.

Debió ser un libro latoso, o lo leí demasiado joven o en unos momentos que me atosigaban los libros de Anatomía y Bioquímica y no lo recuerdo con agrado. Sin embargo el título me gustó y me dejó siempre preguntándome sobre ese binomio y su relectura la fui posponiendo, hasta que un buen día desapareció de mi biblioteca. Lo estuve recordando anoche cuando abrí la imagen que encabeza la columna de hoy, que es una muestra de nuestra “industria” en una exposición mundial del año 1919 en Estados Unidos.

La foto muestra unos machetes, unas ruedas de carreta, unos cueros secos de ganado, unos crucifijos y una estatua de Bolívar. En aquella época cuando los gringos estaban lanzando al mercado las neveras, las cocinas eléctricas, el aire acondicionado, nuevos aviones, nuevos carros, ascensores para rascacielos, radios novedosas, o tanques de guerra para sustituir a los caballos de tiro, incluso avanzaba la televisión y las sulfamidas para las infecciones. Esos productos llegaron prestos a nuestras costas porque aquí había petróleo necesario para que sus industrias funcionaran. Estados Unidos y Rusia en aquella época eran los grandes productores de petróleo y cuando las empresas petroleras como la Compañía de Ferrocarriles de Texas decidió que iba a explotar todo el petróleo tejano posible, el gobierno gringo decidió limitar la producción petrolera para ahorrarla para el futuro, o sea que el capitalismo no era tan capitalista y el Estado no era tan liberal como creyeron los empresarios gringos. Fue cuando decidieron exprimir el petróleo venezolano y así fue como nuestro país se modernizó, sin ser con el sudor de nuestros obreros ni con el riesgo capitalista de nuestros empresarios.

Tanto Betancourt como Uslar atinaron con el diagnostico de lo que se debía hacer y que era muy similar, tanto como los liberales y conservadores colombianos que difieren solo en la hora de ir a misa. Pero del discurso a la realidad de los hechos la distancia fue gigantesca. Y aquí dominó la golilla del exceso de derechos para los obreros y de créditos blandos para nuestros empresarios. Después que salgamos de esta locura que estamos viviendo debemos enfrentar esta realidad y la solución pasa por reconocerla y asumirla.

El país que vendrá será radicalmente diferente al actual y al anterior de la bendita Cuarta República. Será mejor que la actual y peor que la anterior porque como decía la propaganda: “ahora el petróleo eres tú”. Ya el país no aguanta más mentiras, más demagogia, más irresponsabilidad de sus dirigentes que tendrán que hablarle claro al país y mostrar el duro camino de la reconstrucción. Porque el difunto cometió dos colosales errores, más allá de los millones de crímenes e infamias cometidas, el primero fue bajar en vez de subir en busca de una salida para la nación profundizando en exceso los errores demagógicos anteriores, lo que nos alejó más del progreso y la segunda fue la dilapidación de los ingentes recursos que le entraron a Venezuela durante esta tragedia con los que pudo hacer avanzar a la nación. Una reconstrucción que necesita una visión clara, una mente abierta y un puño firme alejado del halago y la corrupción. El país debe estar en manos de la gente más capaz y con manos libres para hacer lo que sea menester porque después de tanto brujo lo que el país necesita son cirujanos radicales que no se amedrenten con las soluciones y no anden pidiéndole opinión al público de galería ni a los brujos. Manos a la obra.

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Fuente: FB del autor 


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