S.O.S. Liderazgo
Escrito por Leandro Rodríguez Linárez | X: @leandrotango   
Miércoles, 30 de Mayo de 2018 00:00

altEl motivo principal de las deslegitimadoras abstenciones en los últimos procesos electorales es que el venezolano dejó de creer en el voto, en su capacidad de premio, castigo y cambio.

El gobierno al perder la Asamblea Nacional se encargó de destruir el voto con “elecciones” prefabricadas, así como enajenando competencias, facultades, recursos, inhabilitando o apresando a quienes lo venzan por esa vía, sencillamente, deseamos se entienda ¡el venezolano no desea continuar votando mientras quienes hoy ocupan las instituciones del Estado lo continúen haciendo!

La situación es extremadamente compleja, el voto debería ser el mecanismo para reemplazar los ocupantes de las plazas públicas responsables del caos ¿Cómo hacerlo sí ellos son juez y parte en el mare mágnum desinstitucionalizado? No hay confianza en la institucionalidad lo cual es sumamente grave, nos deja en un territorio darwiniano donde los venezolanos se engringolan en su realidad personal/familiar despreocupándose del espectro público, es allí donde el gobierno (en extremaunción) se hace inmensamente fuerte, por la apatía y resignación… El chavismo, al saberla perdida, aniquiló la vía electoral.

El venezolano en su inmensa mayoría no cree en todo el espectro del gobierno, pero tampoco cree en la oposición que, a pesar de estar acribillada por las instituciones rojas rojitas, no ha podido exhibir logros que redunden en resultados favorables a la población, desde luego, caen sobre ella sus propios desaciertos. Asimismo, lo más grave, es que el mismo venezolano se encuentra enfrentado, no solo el remanente chavista contra opositores, sino venezolanos contra venezolanos, extremistas contra mesurados, inmediatistas contra medianoplacistas, reaccionarios contra aletargados, etc. Probablemente, ese sea el motivo principal del por qué el gobierno se mantiene.

Ahora bien, el régimen tampoco confía en sí mismo, día a día son noticias las deserciones entre sus anémicas filas, las detenciones militares, los reacomodos, la radicalización del centralismo destructor, la irreverencia electoral y efusivas críticas entre sus “seguidores”, años atrás fieles devotos. Pero ello no queda allí, la oposición sufre esa misma patología, dividida, enfrentada, incapaz de conectarse orgánicamente, mucho menos con el pueblo. Tenemos una Venezuela despedazada desde sus cimientos, donde gobierno, oposición y pueblo no solo se encuentran desconectados sino enfrentados unos a otros y entre sí.

No hay liderazgo asertivo, por parte del gobierno asume el rol un líder impuesto (Maduro) probablemente el personaje político más rechazado de nuestra historia política. Por lado de la oposición voces sueltas, ninguna con peso concluyente. Fuera de allí, en la sociedad civil reina la perplejidad, el rosario a una mediación internacional cuasi mágica o al surgimiento de un liderazgo nuevo que vuelva energizar al país. Sí hay algo que caracteriza este momento histórico, este oscurantismo, es la carencia de líderes que entiendan la naturaleza de la crisis, su magnitud y la insustituible necesidad/estrategia de unificar al país. 


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