El magnate de Miraflores se esconde en su trono. Después de haber destrozado al país, producto de sus múltiples arrebatos. Quiere aparecer como un mandatario que no tiene responsabilidad alguna con respecto a la profunda crisis eléctrica que padecemos. Las fallas en el servicio son atribuidas a los demás. Como su espíritu tremendista no cesa en acompañarlo, quiere vendernos  la idea que detrás de los problemas en el suministro existe un oscuro plan urdido por Washington. Por supuesto, los desvergonzados incondicionales salen a repetir el nuevo ardid de su héroe intergaláctico. Parecen una convención de marionetas celosas bailando en un solo pie.

Los pueblos se transforman en oscuridad. Tal como el cerebro presidencial. En ambas áreas no existe una fácil solución. El abandono del sistema eléctrico venezolano es colosal. Carecemos de nuevas tecnologías y las que buscamos representan la regresión a etapas superadas por naciones con menor potencial económico. En relación al primer mandatario nacional, sus ideas son tan tenebrosas que mayor luminosidad tiene una vela cualquiera, que los planteamientos que emanan desde el centro gravitacional de la incapacidad infinita.

Las fallas eléctricas son hijas de la revolución corrompida. Son hábiles para saquear el bolsillo popular con recibos carisimos. El servicio que en contraprestación realizan deja mucho que desear.  El socialismo del siglo XXI, es la demostración palmaria de cómo se gobierna amparado en los delitos contra el estado. Un gobierno forajido que ni siquiera tiene la capacidad de alumbrar la vida de todos los venezolanos.
Ahora las velas son un producto de inigualable valor. La pesadilla gubernamental nos devolvió al tiempo de los abuelos.  Las antiguas peripecias de los fantasmas de antaño están por comenzar. Sólo que ahora los misteriosos personajes del espectro son los más encumbrados elementos de la administración socialista. Quieren desaparecer tras la llegada del amanecer, para no responderle al pueblo que en mala hora cometió el desatino de escoger lo peor de nosotros.   

El gobierno chavista quiere terminar por apagarnos la vela. Los fines de semana crece el servicio de este antiguo producto, debido a los múltiples apagones, y a la buena cantidad de personas que son asesinadas. Ante la mirada cómplice de una gestión que no tiene luz. Que oculta cifras y se convierte en un generador de falsedades de incalculable valor.

En Miraflores se acabó la electricidad. Allí  la podredumbre humana es lo único que nace del cetro del poder fantasmal. Las velas no quieren alumbrar la cáscara rugosa de la totuma presidencial. Prefieren que la oscuridad infinita siga describiendo de cuerpo entero al verdadero responsable de la falta de electricidad en los pueblos y ciudades de Venezuela. Prefirió alumbrar las calles de Nicaragua, Cuba, Bolivia y algunas ciudades de Ecuador; que solventar los problemas de aquellos que lo eligieron hace más de una década.

Su mente es tinieblas y falsedad. Nada se parece más a un apagón, que la gestión de Hugo Chávez.

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