¿Por qué no se invirtió en electricidad?
Escrito por Domingo Alberto Rangel   
Miércoles, 06 de Enero de 2010 07:09

altVenezuela va camino a ser una economía monoproductora en absoluto. Las fuentes de riqueza efectiva van limitándose, cada vez con mayor elocuencia, al petróleo y sus derivados inmediatos. No hay año, desde 1999, que no desaparezca una rama productiva. La sucesión de caídas o desapariciones en el ámbito productivo parece estar llegando a su fin. No van quedando en efecto ramas que liquidar, habiéndose tragado ya la catástrofe todo lo que podía cancelarse en la vida nacional.

Pero en el 2009 han aparecido nuevos rasgos en la carrera devoradora de ramas productivas. Hasta ahora el petróleo, como hegemón de la economía, liquidaba, arrumbaba o acorralaba a ramas atrasadas o insuficientes. Fue el caso de las sucesivas liquidaciones de las artesanías y las industrias manufactureras de carácter tradicional, así como de la agricultura, inexistente ya en el país. En cierto modo, al acabar con las manufacturas de telas de Maracay y de Valencia, allá por los años 20 del siglo XX, el petróleo cumplía una labor progresista, la de modernizar la economía, colocándose en el lugar de aquellas actividades manufactureras cuyo Producto por hombre ocupado era muchísimo menor. Pero en el 2009 el petróleo acabó con dos actividades robustas, de avanzada, que en un momento se midieron con el mismo petróleo en la pretensión de ser eje de todo el conjunto económico del país. La siderúrgica del Orinoco y las plantas de aluminio ubicadas en Guayana podrían estar viviendo sus últimos días. El cierre de tres de cuatro hornos en la planta siderúrgica y la clausura virtual de la industria del aluminio podrían ser el “memento mori” de aquellas industrias.

La causa aparente e inmediata radica en la insuficiencia de las inversiones durante los últimos quince o veinte años. Es una ironía que el Estado venezolano, habiendo recibido en ese lapso las sumas más estruendosas a título de renta petrolera, no haya invertido un solo bolívar en la industria de generación eléctrica. Cuando hubo más dinero, cuando más subió la demanda de electricidad, cuando más evidentes fueron los signos de una transformación del país, todo lo cual hacía obligatorio multiplicar las inversiones en la industria eléctrica, no cayó un solo bolívar para potenciar o tonificar la generación de fluido eléctrico. Si Lenin en la URSS de los años veinte dijo que el comunismo era el poder de los soviets más la electrificación, aquí podríamos decir, glosando al jefe bolchevique, el desarrollo económico es la electrificación.

Porque la construcción de centrales eléctricas, por sí misma, responde al desarrollo o lleva al desarrollo. No se invirtió un solo centavo porque la renta petrolera fue estrangulada por la corrupción y por el despilfarro. Es posible que de los ochocientos mil millones de dólares que ingresaron a las arcas del fisco, doscientos mil se hayan perdido por los caminos de la fuga de capitales que según las cuentas internacionales del país alcanzaron a 16 mil millones de dólares anuales y hoy pasan de 20 mil.


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