El laboratorio
Escrito por Víctor Maldonado C. | X: @vjmc   
Jueves, 31 de Diciembre de 2009 20:23

altEsta crisis confinada dentro de los límites de la economía socialista es lo peor que le ha podido pasar al presidente. Demuestra que su modelo endógeno es una bazofia de malas transacciones, aprovechamiento descarado de las funciones públicas y mucha improvisación.

Todo el poder, toda la responsabilidad

Hace pocos días el presidente se quejaba amargamente de la declaración de un destacado dirigente empresarial quien supuestamente implicaba los altos niveles del gobierno en la constitución de la crisis de la banca chavista, y la insistencia de los rumores en que la crisis podía llevarse también a una parte de la banca que no gozaba de la circunstancia de estar alineada y ser el producto de los negociados chavoburgueses.

Esta crisis confinada dentro de los límites de la economía socialista es lo peor que le ha podido pasar al presidente. Demuestra que su modelo endógeno es una bazofia de malas transacciones, aprovechamiento descarado de las funciones públicas y mucha improvisación. Por eso lo mejor que les podría pasar a todos ellos es que uno o dos bancos independientes también caigan como víctimas inocentes en medio del caos que provoca la desconfianza generalizada. Esa circunstancia diluiría el golpe y muy probablemente les daría la oportunidad de una contraofensiva, enlodando a la banca privada en el mismo chiquero en el que se encuentran el batallón de advenedizos que creyeron poder administrar los ahorros de los particulares de la misma forma que vendían pollos a Mercal.

Pero allí precisamente se encuentra el detalle. La esencia de la crisis económica que abate al gobierno es su propio régimen económico. Es el socialismo arbitrario y depredador la causa eficiente de todo este desmadre, con sus inconsistencias y sesgos, con la determinación criminal de mantener los controles férreos sobre las divisas, los precios, haciendas y fundos, los derechos de propiedad y el mercado de trabajo. Ese puño de hierro que exprime y asfixia la economía, apoyándose en la hipocresía de un discurso populista, es por otra parte un manojo de peluche, blandísimo y dúctil, siempre dispuestos para favorecer el privilegio, crear fortunas a costa del dinero de los ciudadanos y favorecer cualquier insurgencia contra el Estado decente en cualquier lugar del mundo. El socialismo del siglo XXI es la razón del caos y de la confusión. Y serán sus exégetas los responsables de la ruina social, económica, política y moral de la Venezuela del siglo XXI.

El presidente ha hecho gala en cientos de oportunidades de la disposición de un sistema de inteligencia capaz de informarle cuantas arepas nos comemos los venezolanos, y cuál es el relleno que hemos decidido para cada una de ellas. Una especie de cíclope bien dispuesto para mirar más allá y más acá, con el fin de engullir cualquier peligro para la seguridad del Estado. Pues bien, esa maquinaria represiva que graba, persigue y acosa, no fue capaz de ver cómo en sus propias narices surgió una nauseabunda maraña de complicidades y arreglos dispuestos para el saqueo de los fondos públicos. Cerca de 12 mil millones de dólares costarán el fiasco, contando con los depósitos y el apalancamiento públicos, ahora desaparecidos o transformados en lujos, cuentas en el exterior, y caballos de carreras.

Insisto con la pregunta. ¿Es que podíamos  esperar otra cosa de este régimen? ¿Es que se puede presumir decencia como hija legítima de la arbitrariedad? ¡Rotundamente no! Esta y otros escándalos que se irán conociendo responden a un estilo de gobierno sustentado en el compadrazgo y el amiguismo como imperativos de la relación. Este desvalijamiento forma parte del modelaje presidencial que no es capaz de respetar ordenamiento legal alguno y que insiste con terquedad en gobernar solo, teniendo en derredor a los amigotes que ha venido coleccionando desde sus tiempos de militar alzado, sin importar el monto de talento que ellos exhiban. Esta crisis es hija legítima de un gobernante al que no le importan los controles institucionales porque siente que le llevan la contraria a su real gana y a su infatuada inspiración. Es una consecuencia de conceder espacio a todos aquellos que le hacen coro a un discurso de odios y exclusión dirigida contra todos aquellos que formamos parte de una sociedad decente.

Y como siempre, nosotros pasaremos la dentera. Serán los venezolanos los que seguiremos sufriendo los rigores mientras que la nomenclatura gubernamental seguirá reciclándose a costa de sus propios chivos expiatorios. El común denominador seguirá siendo Chávez en el poder, improvisando la destrucción nacional, dueño de todo, responsable de todo lo bueno y lo malo que aquí ocurra.

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