Con Chávez en el poder resulta muy difícil pasar una Navidad y Año Nuevo sin sobresaltos. La vesania que destila de manera permanente mantiene al país convulsionado, en vilo. De sobresalto en sobresalto. De esta forma la gente se olvida de los problemas nacionales. Pareciera que es algo estudiado. Ante la carestía de la vida, la inseguridad personal, las carencias de luz y agua, el malestar social y la recesión económica, el teniente coronel siempre busca un escape para desviar la atención. En este campo es un prestidigitador con conejo y chistera incluida.

Así, cabalga sobre los mostrencos lomos de una crisis permanente a la cual no se le avizora solución de continuidad. Sin embargo, esto no puede ser óbice para pensar en el futuro. Y, a propósito, de las fiestas navideñas, invocar buenos deseos para el próximo año y pensar en los retos y oportunidades que se presentarán en 2010 que, por los vientos que soplan, estará lleno de obstáculos y, seguramente, de sorpresas.

Pero bueno, al fin y al cabo, como dije antes, nos encontramos -a pesar de los pesares- inmersos en ese espíritu navideño tan anhelado y disfrutado por la familia venezolana que, de alguna manera, nos ofrece un alto en el camino ante un azaroso trajinar cotidiano. Por eso, es plausible, reflexionar sobre lo que podríamos esperar del venidero año. Entonces, más allá de la implosión (que erupciona desde las mismísimas las entrañas del régimen) de las manifestaciones más grotescas de corrupción que se tenga conocimiento desde 1958 para acá, se me antoja el atrevimiento, de expresar, en voz alta, algunos sueños que quiero compartir con ustedes, pacientes lectores, sobre el devenir político doméstico.

Comencemos, por el tema de mayor entidad: las elecciones para la conformación de la próxima Asamblea Nacional, cuya composición, de acuerdo al bajón de popularidad de Chávez, podría ser diametralmente opuesta a la actual. Vistas las cosas así, me aventuro a soñar una oposición unida, vacunada contra cualquier intento divisionista de los esquiroles que dificultan las posibilidades de morder la mayoría parlamentaria. Por eso debemos apoyar a los candidatos que surjan de la Mesa de la Unidad Democrática, única instancia de concertación existente y validada para alcanzar alianzas perfectas en todos los rincones patrios. También sueño con una propuesta alternativa de país (incluyendo una agenda parlamentaria) que le permita a la sociedad ver una luz al final del túnel y, así, recuperar la confianza en que es viable un país sin Chávez, donde haya inclusión, en lugar de división y odio; donde haya paz, tranquilidad y progreso para todos, en lugar de amenazas, persecuciones políticas, destrucción y enfrentamientos; donde sea posible convivir en paz, sin el cerco a la vida impuesto por la delincuencia; donde desaparezca la impunidad y la complicidad con la corrupción, y los envalentonados y prepotentes delincuentes de cuello rojo rojito enfrenten a la justicia por las fechorías cometidas contra el pueblo venezolano, bajo la sombra del comandante en jefe de la revolución; donde no se destruya la iniciativa privada y la generación de empleos; En suma, una país capaz de avizorar el Siglo XXI con optimismo y esperanza. No sé si esto es pedir mucho...

Una vez, el aguafiestas de Calderón de la Barca dijo que los sueños, sueños son..., pero Paulo Coelho ripostó -más de 300 años después- que la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante... Nos vemos el 15 de enero.

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El Nacional/OyN