"Hacer política" no es asunto fácil
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Domingo, 22 de Octubre de 2017 07:09

altToda intención de cambio, luce de grata pertinencia.

Un aforismo de lucida expresión, dice: “basta con la intención”. Aún cuando su realidad se supedita a la sensibilidad del contexto donde habrá de ocurrir el cambio trazado o prometido. Sin embargo, en medio del azoro que incitan estos pronunciamientos de “buena voluntad”, el cambio pretendido depende de variables que no siempre son controlables pues su manejo es función de factores externos y de conocimiento. Con el tiempo, este problema ha dejado de tener el sentido que su declaración exalta. Incluso, en cualquier plano o momento de la vida del ser humano. Pero con mayor rigurosidad y de manera arrolladora, en el ámbito de la dinámica política. Más aún, en medio de circunstancias o coyunturas subscritas a situaciones de gobierno político-institucional.

De manera que se cometería un error si acaso el discurso político incurre en la tentación de deambular en el terreno de meras promesas. Y que si bien lucen como intenciones, aun cuando pronunciadas con el mejor apego, casi nunca se convierten en realidades. Este problema tiene una explicación que explaya la teoría de gobierno.

De entrada, debe decirse que este comportamiento es propio de toda actividad proselitista. Sin embargo su reiteración como propósito anunciado, raya con el populismo. Así que toda pretensión pregonada a manera de ruido electoral o divulgada sin más respaldo que la sola intención de ganar espacio político o prosélitos, cae en saco roto. Sobre todo cuando lo publicado o expuesto públicamente, no ha sido fundamentado como proyecto político debidamente elaborado.

Anunciar que “vamos a cambiar la forma de hacer política”, no es cuestión de fácil construcción. Mucho más, cuando se reduce a un pronunciamiento de relleno dirigido a emocionar multitudes. “Hacer política”, no sólo se alcanza “dándole solución a los problemas del pueblo”. Más, porque tan complicada determinación transita por procesos sociales creativos e inciertos dirigidos a abordar la complejidad como estamento de la realidad política y económica. “Cambiar la forma de hacer política” pasa por el estudio de situaciones difusas, por la planificación estratégica en la incertidumbre, por el análisis de situaciones integrales, por las técnicas de negociación, de simulación humana de procesos y otras disciplinas que el dirigente político debe saber. Así evitaría ser víctima de asesores tecnocráticos desfigurados por ciencias parciales que estos aplican al margen de intereses y necesidades del ámbito político bajo análisis. Por consiguiente, “hacer política” no es cualquier cosa. Menos si no se tiene exacta idea de lo que ello implica. De verdad, “hacer política” no es un asunto fácil.


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