De la licencia para estereotipar
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 02 de Octubre de 2017 06:25

altLuego de la reunión concertada en la Universidad Metropolitana, José Alberto Olivar y el suscrito decidimos recorrer las bibliotecas donadas

por Uslar Pietri, Grases y Velásquez. Avistado, antes, me preguntó si deseaba conocer personalmente a Humberto Njaim, a quien demasiadas veces leí en el pasado.

Muy atentamente saludó a José Alberto y, al decirle mi nombre, el maestro enseguida dijo: “!Ah, el diputado de COPEI”. Me permití corregirlo y, pronto, respondió, “si es de Vente y está con María Corina, entonces, “!es de los radicales!”.

La sonrisa tan amable del profesor Njaím, indicó que no era el momento para una discusión vespertina que estropease el café cordial que compartimos, pero me quedó la inquietud. Mucho tiempo atrás, dediqué unos textos para prevenir sobre la más variadas estigmatizaciones que el gobierno impondría, como ocurrió, aunque fuesen contrarias a la realidad, y, recientemente, Carlos Blanco acertó al identificar al radical que tanto fustiga esta dictadura: siendo tan pacífico, contrasta con el radical armado de los años ’60 del ‘XX cada vez más remoto.

La maquinaria propagandística y publicitaria oficial, devoradora de millones de dólares, pinta a sus oponentes y disidentes con las peores notas y características que sean posibles y, aunque la mayoría ahora vive apenas de las pensiones de vejez, sin  automóvil, en casas o apartamentos muy precarios que pagaron en veinte o más años, el liderazgo político del siglo anterior es infinitamente corrupto al lado del honestísimo liderazgo oficial de esta hora, por más que haga de sus extravangancias un sello de identidad, dentro o fuera del país.  Bloqueada toda reforma a la Ley de Anticorrupción, nadie puede indagar siquiera cuán lejos llegan sus niveles de vida que incluye el sostenimiento privilegiado de la prole en las principales capitales del mundo.

En días pasados, un periodista del régimen, especializado en la provocación, ridiculización, burla y desprecio de la oposición, estelarizando el espacio de una de las numerosas emisoras del Estado, fue protestado e increpado por ciudadanos que lo reconocieron, al parecer, en un centro comercial y, registrado parcialmente el hecho en un video, respondió de forma inadecuada. Cuestión de horas, sus pretendidos agresores, fueron identificados y detenidos, más rápido que inmediatamente, porque – he acá la diferencia – el periodista tiene licencia para estereotipar.

 

 


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