De "terrorismo y terroristas"
Escrito por Antonio José Monagas | X: @ajmonagas   
Domingo, 14 de Mayo de 2017 00:08

altTanto es el miedo que ha llevado al alto gobierno venezolano a cometer la serie de abusos y delitos que actualmente mantiene azotada

la dinámica funcional de la sociedad y la economía nacional, que vio la urgencia de hacer de esos mismos miedos una nueva ideología. De una ideología consustanciada con la doctrina política de la cual se sirve el régimen para actuar con toda la arbitrariedad que distingue a una tiranía luego de trascender por una dictadura. O sea, por un sistema de gobierno algo más indulgente. Pero que en el fondo, fundamentó su gestión gubernamental en la violación de libertades y derechos humanos. Desde luego, matizados con llamados a elecciones cuya metodología ha encubierto sigilosos procedimientos prestos a trampear en la dirección de lo que siempre ha sido un fraude electoral. 

Con base en tan aberrante intención de restringir el alcance del concepto de “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”, tal como lo establece la Constitución Nacional (Art. 2), el régimen venezolano conculcó el derecho a manifestar. En consecuencia, desvirtuó su formalidad jurídica hasta convertirlo en razón propia de evitar. O sea, logró constreñirlo tildándolo de derecho injustificado. Para ello buscó en alguna vetusta enciclopedia de los tiempos del oscurantismo, alguna definición que le permitió encapsular tan legítimo democrático y necesario derecho. El derecho a manifestar lo encerró en un contenedor de odio acicalado por elementos de violencia y muerte.

Haberse descubierto el régimen de cara al manejo de irregularidades y desafueros, o haberse destapado en términos de los manejos dolosos y delitos de lesa humanidad que viene cometiendo o dejando cometer, lo hizo refugiarse en la impunidad más grosera. Esta situación descorrió miedos vividos y padecidos como secuela de gruesas convulsiones a lo interno de los cuadros de gobierno y del partido del oficialismo. Por tanto el régimen no consiguió otro camino político más expedito que tachar a quienes manifiestan contra el desastroso gobierno emprendido, como “terroristas”. Así halló la ruta perfecta para arremeter contra la justicia pretendida, aunque con timidez, por la Fiscalía General de la República. 

Así justificó la causa para acusar a quienes manifiestan, como “terroristas”. Y por consiguiente, puedan ser juzgados por la justicia militar. Esto, no sólo contraviniendo preceptos constitucionales. También postulados democráticos y de elemental ecuanimidad sociopolítica. De manera que luego de haberse desenmascarado como vulgar régimen tiránico, hizo que las causalidades de una jurisprudencia acomodaticia, puedan abiertamente hablar de terrorismo y "terroristas".

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