Justicia a la carta
Escrito por Ing. Rafael Diaz Casanova   
Viernes, 17 de Marzo de 2017 04:56

altEl régimen que nos destruye no tiene límites. No le basta con haber cercenado y destruido las raíces de la sociedad,

minando de forma estructural la moral de la ciudadanía, pauperizado la moneda, el idioma, las costumbres y las maneras que han sido tradicionales entre nuestros ciudadanos.

A través de una persecución de cada uno de los estamentos sociales, ha generado una emigración de venezolanos que ya se contabilizan entre millón y medio y dos millones de connacionales.

Los derechos de los venezolanos, comenzando con el derecho a la vida, el derecho a la seguridad, el derecho a la vivienda, el derecho a la educación, el derecho a la alimentación, el derecho a la salud y casi todos los que la Constitución prescribe, son pasto de la destrucción que se diseña e instrumenta desde La Habana.

Ya son inconmensurables los actos individuales mediante los cuales el Estado, mal manejado por el régimen, ha violado todo cuanto se le ha atravesado en su destructivo camino.

Ahora se pasa a un nuevo nivel. El TSJ, que no es nada parecido a lo que cuyo nombre anuncia, da los pasos necesarios para establecer el basamento legal de la que ha denominado “justicia socialista”. Ante semejante despropósito acudimos a nuestro DRAE para repasar el significado de la palabra “justicia”.

Después de leer once acepciones distintas y dieciséis adjetivadas llegamos a la conclusión de que debemos revisar el significado de la raíz de nuestra inquietud, la palabra “justo”.
De las varias acepciones que aparecen en nuestro libro amigo, encontramos una que nos aproxima al problema y su solución. 3. adj. Que vive según la Ley de Dios. ¡Eureka! Encontramos la pieza que faltaba en el rompecabezas.

Tenemos que dudar, rayando en la certeza, que los miembros del TSJ conozcan, ni siquiera la carátula del texto y mucho menos del análisis de la Ley de Dios.

No podemos terminar este temerario análisis sin vincular dos palabras que son imprescindibles para el análisis que nos hemos propuesto: justicia y verdad.

Para ser consecuentes con nuestra manera de pensar, tenemos que repetirnos en el recuerdo de la definición de “verdad” que nos enseñó la brillante periodista catalana Pilar Rahola, “la verdad es un espejo roto, cada quien tiene su pedacito”. Brillante demostración de la variedad de la humanidad.

Entonces, ¿donde está el secreto de la justicia? Muy fácil, le diría Watson a Holmes. Debemos llamar a Diógenes para encontrar un juez, solo uno, que tenga la menor intención de descubrir la verdad. Perdón, nos referimos a quienes de mala manera y con el precio de sus conciencias, despachan sentencias, decretos, edictos y quién sabe que otros instrumentos legales que van conformando el rancho socialista de la injusticia venezolana.

Quiera Dios que exista un vuelco en la conducta de la sociedad venezolana y los cargos de mayor responsabilidad sean satisfechos por los ciudadanos de mayor valía y preparación. Como ya los hubo.

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