¿Exterminio humanista o disfraces en Cuaresma?
Escrito por Guillermo Martín | @guimarcastel   
Martes, 14 de Marzo de 2017 00:13

altEl 10 de marzo, El Valle fue escenario de otra Operación de Liberación del Pueblo (OLP), la cual tras ocho horas habría dejado un balance

de nueve muertos y 50 detenidos. Irónicamente, el 14 de enero el presidente Nicolás Maduro ordenó reestructurar este programa de seguridad –si cabe el término-, pero cuando mucho sólo añadió el adjetivo humanista y sus siglas ahora son OLHP.

Más allá del saldo, trascendió la serie de fotografías de Carlos Ramírez, difundida vía Twitter por el periodista Víctor Amaya (@victoramaya), donde se muestra a miembros de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) con sus rostros cubiertos por máscaras de la muerte, o mejor dicho, de calaveras.

Nótese que ya pasó el Carnaval y apenas inicia la Cuaresma. Por tanto, aún está distante el Corpus Christi, para que haya máscaras de Diablos Danzantes, ni hablar de otras celebraciones importadas. Más allá de las denuncias sobre el accesorio irregular o la ausencia de las respectivas identificaciones del personal involucrado, ¿cuál mensaje se pretende transmitir portando una máscara de calavera?

 

1.- Héroes y villanos

Algunos quizá recuerden a los enemigos de He-Man (1983) y She-Ra (1985), respectivamente, Skeletor y Hordak, quienes anhelaban adueñarse de los secretos y poderes del lúgubremente mágico Castillo Grayskull. También sería digno de mención el único superhéroe capaz de sobrevivir en la actual Venezuela: Fantasmagórico (Ōgon Bat, 1930); claro, siempre y cuando hallase agua para hidratarse.

Dado que los presuntos funcionarios de la DGCIM muy difícilmente hayan querido emular a dichos personajes, cabe preguntarse si sus modelos eran otros y, siendo así, cuáles serían.

 

2.- La calavera como símbolo

Cualquier cráneo u osamenta es una alusión a la muerte; de allí que la silueta de la calavera con huesos cruzados (o bajo ella) haya sido usada muchísimo tiempo como advertencia en las etiquetas de veneno o sustancias cuyo uso exija precauciones, dada su toxicidad.

Descartando que se pretenda asociar esa máscara con armas químicas o sustancias dañinas, queda un modelo que asocia la calavera con la fuerza pública. Se trata de la corporación que inspiró las películas “Tropa de élite” (I y II), la crema y nata de la Policía Militar de Río de Janeiro: el Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE).

 

3.- El BOPE, terror de las favelas

Aparte de las películas, hace pocos años los medios brasileños mostraban el despliegue de vehículos blindados y tanquetas en las barriadas cariocas, con el propósito de reducir a las bandas de narcotraficantes, previo a la visita del Papa Francisco en 2013, el Mundial de Fútbol 2014 y las Olimpíadas 2016.

Tanto los vehículos (denominados "Caveirões"), como los uniformes del BOPE tienen el letrero “Policía Militar” y lucen un escudo muy intimidante, cuyo rasgo distintivo del símbolo del veneno es una daga que atraviesa el cráneo en forma descendente.

Sobra decir que los agentes del BOPE usan armas largas y se les conoce como “los Calaveras”. Si bien hace tres décadas el BOPE fue considerado incorruptible, la saga “Tropa de élite” denuncia presuntos casos de corrupción, siembra de evidencias, tortura y ejecuciones extrajudiciales tanto por parte de la Policía Militar como de otras corporaciones.

 

4.- Policías, militares, narcotraficantes y guerrilla urbana

Con independencia de si el temido y cuestionado BOPE es la inspiración de la OLHP, preocupa mucho cómo el combate a la delincuencia y el crimen organizado pase de agentes policiales a personal militar. Es mayor la preocupación cuando los procedimientos ni siquiera responderían a mínimas directrices constitucionales y legales.

Bajo ningún concepto la excusa peregrina de supuestos paramilitares colombianos –que amenazarían al propio gobierno- puede ser usada para desplegar posibles comandos de exterminio, los cuales usurparían no sólo las facultades de la Policía Nacional (omito lo de Bolivariana, porque la seguridad pública no es cuestión de ideología) sino –sobre todo- del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).

Una cosa es el tráfico de armas de guerra; otra, que se pretenda disminuir la incidencia criminal con métodos de combate a la guerrilla urbana. ¡Cuidado!, no sea que Tumeremo, Barlovento y Cariaco terminen inspirando nuestra versión criolla de “Tropa de élite”.

 


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