Diálogo: éxito y fracaso
Escrito por Fernando Luis Egaña   
Lunes, 27 de Febrero de 2017 09:44

altPara que cualquier tipo de diálogo político tenga siquiera visos de producir algún resultado constructivo, se requiere que haya una disposición afirmativa

para ello, entre las partes que lo protagonizan. No dudo que sea así en cuanto a la plataforma opositora, pero es obvio que ese no es el caso del poder establecido. Al contrario, mientras más se habla de diálogo más destructiva se torna la hegemonía roja en contra de los derechos de los venezolanos.

Me cuesta entender que haya gente de buena fe que no entienda tal situación. Que a estas alturas todavía planteen la conveniencia de seguir jugando la partida del diálogo, cuyo objetivo, por lo demás, ha estado claro desde el principio: convalidar la negación de los derechos electorales y constitucionales de la población, y darle tiempo a Maduro para que siga donde está. En ese sentido el llamado “diálogo” ha sido un éxito redondo para los dueños del poder, y un fracaso no menos redondo para las aspiraciones democráticas de la nación venezolana.

Y encima, se sigue insistiendo en el tema, a pesar de que la mandarria oficialista amenaza con “ilegalizar” a gran parte de los partidos políticos de oposición, para que en el supuesto de unas eventuales votaciones regionales, no puedan participar. La fórmula utilizada por Daniel Ortega en Nicaragua, para perpetuarse en el mando, ahora transplantada a nuestro país. ¿Cómo se puede dialogar en esas condiciones?

Es un absurdo envuelto en necedad, o en alevosía, dependiendo de quién abogue a favor del denominado “diálogo consensuado”, que de diálogo no tiene nada, y de consensuado menos. Rodríguez Zapatero lo sabe perfectamente bien, pero es evidente que sus intereses personales en la cuestión son de no poca monta. Triste papel, en ese sentido, el de diplomáticos eclesiásticos que van a contravía del parecer unitario de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Y mientras la hegemonía recicla el tema o la tramoya del diálogo, sigue subiendo la escalera del despotismo. Lo cual se explica porque el “diálogo” le sirve de pretexto para reforzar sus controles sobre el poder político, en medio de la crisis más grave y trágica de la historia contemporánea de Venezuela. Crisis humanitaria con todas sus letras. Sí, el supuesto “diálogo” ha sido un éxito para Maduro y por tanto un fracaso para la causa del cambio verdadero en nuestro agobiado país.

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