Babel y Jericó
Escrito por Mercedes Pulido   
Jueves, 26 de Noviembre de 2009 12:08

altLa arrogancia, la desmesura, el sentirse superior a los dioses, la impaciencia son temas de continua reflexión en la Biblia y en la historia. Babilonia fue tal vez la primera ciudad construida después del mítico diluvio y en ella se cifraron las esperanzas de la unión que haría posible la convivencia humana. Y sin embargo, sus residentes se sintieron tan poderosos que decidieron construir una inmensa torre para llegar hasta los cielos. Dios los castigó en su arrogancia: no sólo destruyéndola, sino provocando la confusión de lenguas y de ambiciones que les impidió comunicarse entre sí. El castigo no fue tanto la confusión, sino el bloqueo para conectarse unos con otros y por ende: la anarquía general, lo que hoy conocemos como implosión.

Esto en la mitología griega se define como "Hibris" exceso de confianza y carencia de humildad, es la violencia sin control de los poderosos hacia los débiles que termina siendo una tragedia. En nuestros tiempos el historiador Toynbee sostiene en el Estudio de la Historia, como la locura de la impaciencia del poder absoluto ha ocasionado el colapso de las civilizaciones.

En un mundo interconectado como el que vivimos se evidencia el poder de las redes de intercambio y de asociación. La exclusión es un castigo por aislarnos de las oportunidades y la inclusión un bien público por lo que juntos podemos lograr. Y también la Biblia nos relata cómo ante lo impenetrable de las murallas de Jericó los israelitas perdieron toda esperanza de conquistar la ciudad. Pero Dios les sugirió que caminaran juntos y sonaran al unísono las trompetas, porque al estar unidos en una sola voz, la fuerza de las ondas vibratorias resquebrajaría las murallas eliminando los obstáculos. Y así fue....

El progresivo caminar por un acuerdo unitario hacia las parlamentarias no está ausente de muros, dudas y obstáculos. La democracia son múltiples redes de intercambio donde las diferencias son ondas vibratorias que facilitan el encuentro y el manejo de los conflictos que en toda acción humana son una realidad. La muralla a resquebrajar es el autoritarismo que elimina la autonomía ciudadana y busca la destrucción anárquica de la convivencia. El debilitamiento y derrumbe de ese muro es posible si nos conectamos y comunicamos, discutiendo y dialogando sobre las estrategias del objetivo de una sola voz con diferentes instrumentos. Entonces, es hora de jugarnos a la meta de Jericó.


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