Revueltas de hambre
Escrito por Margarita López Maya | @mlopezmaya   
Martes, 21 de Junio de 2016 05:30

altAsí fueron llamadas ciertas revueltas violentas que tuvieron lugar en Europa en los tiempos de transición entre el Antiguo Régimen y la Modernidad.

Solían producirse cuando el producto esencial en la dieta de la plebe, el pan, subía algunos céntimos, con lo que se ponía fuera del alcance de las mayorías.

En Venezuela vivimos ahora nuestras revueltas de hambre, que vienen estallando por todas partes debido a la escasez de alimentos esenciales, sus precios ahora exorbitantes, y la nueva disposición del Gobierno de sustraerlos del mercado y entregarlos a unas organizaciones ad hoc, los Clap, que vendrían a anticipar el famoso Estado comunal o socialista del chavismo.
Pero tras las revueltas de hambre de entonces y ahora, además de hambre y, a veces más que el hambre, hay un sentimiento que Barrington Moore, Jr. llamó “indignación moral”.

En toda sociedad hay límites de lo que pueden permitirse las autoridades y quienes son gobernados. Hay pactos implícitos y explícitos, compromisos y obligaciones. Si el gobernante no cumple sus tareas, el gobernado no se siente obligado a cumplir las suyas. El gobernante debe brindar protección contra enemigos y extraños, mantener la paz y el orden y, sobre todo, comportarse de tal manera que contribuya a la seguridad material, al bienestar físico y psíquico de los gobernados. Si eso pasa, el gobernado obedece, contribuye en los gastos comunes y en la defensa de la comunidad.

Lo que estamos viendo de manera descarnada con las actuales revueltas, protestas, saqueos, linchamientos y demás delitos es que, en Venezuela, se han roto los pactos sociales que garantizan la convivencia pacífica. La población se siente traicionada por gobernantes que no cumplen sus obligaciones fundamentales: no protegen ni resuelven conflictos o disputas, no mantienen la paz ni el orden y tampoco garantizan la seguridad alimentaria o la prosperidad de sus gobernados.

El gobierno de Maduro exhibe hoy un grave déficit de legitimidad. Ha violado reglas básicas como gobernante; la sociedad está respondiendo desobedeciendo las reglas de convivencia, alterando la paz y el orden. La sola coerción no será suficiente para superar la indignación moral que se ha apoderado de nuestro empobrecido y enfermo cuerpo social.

@MLopezMaya


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