Quienes hemos hecho vida política desde cualquier bastión de la dinámica nacional, entendemos que hoy  el proceso venezolano es una lucha de principios, de existencia,

y de gallardía frente a un régimen opresor de las libertades mas básicas del ciudadano, es la lucha que libran las madres por conseguir leche en una cola, es la lucha de un estudiante universitario al que se le cae su casa de estudios y no ve oportunidades en el futuro cercano, la lucha de un juez por sentenciar con justicia sin temor a represalias, o del policía honesto abrumado por la inseguridad y la corrupción, es la lucha del migrante que sueña con retornar a suelo patrio, es la lucha del medico sin insumos para atender a los enfermos, es la lucha de todo un país para poder llamarse república y no un vestigio de ella, mucho mas próxima y condenada al oscurantismo dictatorial.

Esa lucha hoy se hace voz y cuerpo presente en cada manifestación de cambio, en cada empresa cerrada, en cada partido político que no entiende su rol en medio de la crisis, en cada dirigente que debe aclamar el llamado de sus seguidores por encima de cálculos personales, y especialmente en el entendido de que esta es una  lucha de principios, como siempre innegociables, y donde surgen posiciones encontradas, éticas y morales, cuestionables cuando no pongan por delante la coherencia y la firmeza de una línea de acción para la transición inmediata, frente a quienes se sirven del juego democrático a sabiendas de su vulneración por intereses totalitarios, pretendiendo conservar pequeños cargos de poder inocuo, en medio de una avalancha que destruye toda la institucionalidad jurídica y política de una nación, las pirámides fueron derribadas, la de Kelsen asaltada, la de Maslow reducida a su mínima expresión, y la comunidad internacional desconocida al mejor estilo de un estado forajido.

La política con P mayúscula comienza a ser sustituida por el marketing, por las redes sociales, por el espectáculo y la publicidad, todas herramientas validas pero no determinantes en el centro de una lucha a muerte por sobrevivir, incluso las ideologías están siendo sustituidas por discursos prefabricados y acomodaticios al electorado de turno, bien decía Aristóteles que los discursos inspiran menos confianza que las acciones, y hoy hay mucha gente llena de discursos, pero carente de acción, de conocer comunidades, de entrar en el entramado del tejido social venezolano, y traducir con autenticidad y lenguaje genuino los avatares de la venezolanidad de a pie, no dirigentes ficticios, que no lideran, ni conducen, pues son producto de una circunstancia sobrevenida, de un momento deficitario de liderazgo capaz, del “eso es lo que hay y con eso nos conformamos”, por el contrario la lucha de principios por el venezolano de a pie debe paulatinamente favorecer a los mejores, y como en un proceso de decantación natural, quienes levanten las banderas de la verdad permanecerán incólumes y con la frente en alto una vez que pase la tormenta.

Estamos parados frente a una vorágine de conflictividad social, superior a cualquier otra etapa de nuestra historia contemporánea, Venezuela es un caso claro de emergencia humanitaria, tal cual como señalaba Uslar, digna de ser atendida por la cruz roja internacional; mi compromiso así como el de muchos venezolanos sigue al lado de una promesa de futuro distinto a este, el sueño venezolano me ha mantenido en la lucha por cambiar nuestro destino, aquí en territorio de próceres independentistas, pues hoy, tanto o mas que ellos el curso de nuestra historia nos exige estar del lado correcto, pensando y actuando con sentido de grandeza, con responsabilidad hacia el ciudadano, no debatiéndonos en pequeñeces particulares, poniéndonos sin titubeo al frente de un pueblo bravío, radicalizando la causa por y para el rescate democrático, siempre adelante, visualizando tiempos novedosos y mejores, pues con voluntad y esfuerzo seguiremos luchando hasta vencer, Venezuela continua esperando, y su clamor requiere de nuestro auxilio, estemos donde estemos, con principios y determinación de reconquistar la tierra de la pluralidad, la de los sueños tricolor.

@Daniel_Merchan en Twitter.