Rentismo y socialfascismo bolivariano
Escrito por Dr. José López Padrino | @jrlopezpadrino   
Miércoles, 03 de Febrero de 2016 00:31

altHistóricamente las economías subdesarrolladas primario-exportadoras dotadas con abundantes recursos naturales –en especial no renovables–

no son las que más han crecido o han superado la pobreza estructural existente en sus respectivas naciones. Venezuela, lamentablemente no ha sido la excepción.

Nuestro país constituye un buen ejemplo donde la existencia de un recurso natural como el petróleo ha impulsado un modelo perverso de capitalismo rentista generando una estructura económica y un Estado que dependen de la explotación de ese recurso no renovable. Una porción muy significativa o la casi totalidad de los ingresos que recibe el Estado, no proviene ni del trabajo, ni del capital nacional, sino más bien del ejercicio de la propiedad del Estado sobre el subsuelo. Se trata, por tanto, de un capitalismo paradójico, pues no se sustenta principalmente en el trabajo productivo y la ganancia, sino por una renta que se captura en el mercado internacional. Es mediante la explotación del petróleo de donde surge el financiamiento de la inversión y del consumo del país, así como todas aquellas actividades económicas de índole capitalista con  algunas variables propias de nuestro subdesarrollo.

Recordemos que a mediados del siglo XX los gobiernos de entonces pretendieron establecer una economía capitalista competitiva ensayando la sustitución del modelo rentista-petrolero por el modelo de sustitución de importaciones, de industrialización hacia adentro o de industrialización sustitutiva de importaciones como también se le conoce. A través de los planes de la nación se usó la renta petrolera para establecer las condiciones necesarias para comenzar a producir en el país lo que hasta ese momento se importaba. Se suponía que en algún momento la industria nacional no necesitaría más del apoyo de la renta petrolera, y por ende despegaría hacia un crecimiento auto-sostenido. El modelo de sustitución de importaciones, nunca cumplió con el objetivo para el que se había adoptado. Se pasó de ser un importador de bienes de consumo a un importador de bienes semielaborados, intermedios y de capital, convirtiendo el crecimiento industrial del país en un “híbrido industria-importación”.

La llegada al poder del fallecido vocinglero de Miraflores (1998) generó grandes expectativas sobre la base de su oferta electoral de superar el modelo de capitalismo rentista mediante una diversificación industrial. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario, y el socialfascismo bolivariano lejos de superar el tan criticado capitalismo rentista lo profundizó. Hoy de cada 100 dólares que le ingresan a las arcas de la nación, 97 de ellos provienen de la renta petrolera. Ello ha implicado una agudización de la crisis estructural que viene sufriendo nuestra economía. Dificultades que se han traducido en una inflación anualizada del 141,5%, la más altas del mundo, una disminución del producto interno bruto (-7.1%), la caída en los ingresos por exportación petrolera (-52%), una distorsión siniestra de la política cambiaria, un endeudamiento irresponsable, así como una destrucción del aparato productivo nacional y la subsecuente escasez y especulación de diversos rublos en especial alimentos y medicinas. Además, ha propiciado una diminución alarmante de las reservas internacionales en los últimos meses.

Frente a la agudización de la crisis estructural que vive el país el iletrado Maduro ha demostrado una gran ignorancia en materia económica y un supino primitivismo ideológico. Luego de desmentir sistemáticamente la existencia de la crisis, ahora la reconoce y recurre a un decreto de emergencia económica el cual en lugar de aportar soluciones a la devastadora crisis es más de lo mismo. Representa la profundización de un estatismo devastador y explotador que ha resultado todo un fracaso, encarna más poder para Maduro del que ya ha disfrutado hasta ahora. Constituye la pretensión de controlar la inflación mediante la reducción del efectivo en circulación, o superar el desabastecimiento mediante importaciones masivas de insumos. El régimen sigue sin comprender la esencia y magnitud del problema. Todas estás medidas están condenadas al más absoluto fracaso pues no se aborda la génesis del problema, el fracaso de un estatismo demencial iniciado por el ya fallecido comandante galáctico y continuado por el ungido Maduro.

La realidad demuestra que el régimen socialfascista lejos de haber creado en estos años de bonanza financiera las bases para transformar nuestra economía rentista en un modelo diversificado y sostenible, lo que ha hecho ha sido profundizar el modelo rentista. Renta que le permitió y le sigue permitiendo a la bastarda revolución bolivariana financiar la institucionalización de la pobreza y de la miseria (entiéndase misiones), desarrollar una diabólica carrera armamentista, así como un extravagante cabildeo internacional destinado a comprar conciencias en el extranjero. Ahora, sorpresivamente han descubierto que el modelo rentista esta agotado, después de haberlo profundizado en estos últimos 16 años.

Seguimos siendo un país subdesarrollado, con una economía monoproductora e importadora, que depende mayoritariamente de la renta petrolera, lo cual subordina el desarrollo del país al consumo petrolero mundial y a las oscilaciones del precio del crudo en los mercados internacionales. Dependencia que se ha agravado aún más gracias a la destrucción persistente del aparato productivo nacional por parte del proyecto estatista-depredador bolivariano.

La transformación de nuestra economía rentista-petrolera en una economía soberana, productiva, eficiente y diversificada, no será posible bajo un capitalismo de Estado-militarizado-dependiente tutelado por la pestilente bota militar. Requiere inexorablemente el reemplazo de la mafia milico-civilista que ha “desgobernado” y arruinado al país en estos últimos años.

(*): Professor Molecular Biosciences  

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