El problema es cómo convencer a quienes quieren un gobierno tutelar, discrecional, parcializado, manejado a voluntad sólo para favorecer a quienes lo apoyen

“Venezuela va a llegar a ser un país, no ya dependiente del petróleo, sino de dependientes del Estado, 
y ese capitalismo monstruoso del Estado llegará fatalmente a convertirse, como en el pasado se convirtió, 
en una terrible maquina de tiranizar”

Arturo Uslar Pietri (1958)

Lo que está en juego para los venezolanos el 6D y días subsiguientes, es mucho más de lo que podría adivinarse de la tensa quietud que se respira en el ambiente. El debate público pre-electoral quizás sea el menos intenso que hemos tenido desde los inicios de la mal llamada revolución: únicamente resaltan las amenazas, agresiones y claros abusos del gobierno para imponerse “a como dé lugar”, tal como prometieron. La oposición por su parte, parece sólo responder la embestida con estoicismo. Atrás quedó la euforia de las contiendas pasadas. Si bien es justo decir que los opositores han sido limitados en sus posibilidades de comunicar mensaje alguno, estos parecieran estar cabalgando más en el descontento general que en la confianza en sus propuestas o la efectividad de una maquinaria electoral.

Y es que indudablemente es difícil hacer llegar un mensaje cuando, sumado a las limitaciones y persecución que impone el gobierno, hay una distancia tan grande entre lo que buena parte del electorado quiere escuchar, y lo que los políticos de la oposición proponen.

El problema no es nuevo, y ni siquiera se limita al período que inició hace dieciséis años: se trata de optar por una sociedad autónoma, fuerte y diversa, frente a una donde la población dependa de la dádiva generosa del gobernante en turno. En absoluto se trata de izquierda o derecha, en última instancia es el conflicto entre vivir libres o vivir bajo el cobijo de un caudillo.

Pregúntese: ¿Quiere escuchar la sociedad sobre un Estado con equilibrio de poderes, institucionalidad, equidad, racionalidad en el gasto, transparencia, honradez en el manejo de los fondos públicos y decisiones que emanan del poder público? Si su respuesta es afirmativa, lo más probable es que Ud. ya forme parte de la oposición.

El problema es cómo convencer a quienes quieren un gobierno tutelar, discrecional, parcializado, manejado a voluntad sólo para favorecer a quienes lo apoyen. De ellos se compone mayoritariamente quienes se encuentran hoy decepcionados del gobierno, más alejados de Presidente obrero por no recibir la parte prometida de la mítica riqueza nacional, que por no comulgar con los postulados del Régimen. Y son precisamente ellos a quienes debe captar la oposición para inclinar la balanza electoral a su favor.

Por ello hay que insistir en que el modelo que sólo reparte riqueza inevitablemente acaba destruyéndola y repartiendo pobreza. No se trata de si se prefiere el modelo populista, medianamente viable en época de bonanza, se trata de que dicho modelo no conforma una forma de vida sustentable para sociedad alguna. Peor aún, los cada vez más escasos bienes producto del progresivo empobrecimiento, son distribuidos por un Estado en posición de imponer sus condiciones de forma creciente a la población para recibirlos. Es el escenario perfecto para la dominación, el sueño del tirano hecho realidad.

En definitiva es necesario hacer ver que la mejor garantía de obtener los beneficios que el Estado hoy intercambia por apoyo a su gestión, es fortaleciendo la democracia y la autonomía de la sociedad, lo cual pasa por permitir el desarrollo de una economía que crezca al margen del Estado. Una eventual victoria del Gobierno el 6D puede implicar un avance decisivo hacia el control de la sociedad. No es exagerado asegurar que hoy los venezolanos tenemos en nuestra manos la tarea de decidir nuestra libertad y la de la Venezuela de nuestros hijos.

@luisantoniosanz