Venezolanidad, desafío y rompecabezas
Escrito por Daniel Merchán | @Daniel_Merchan   
Martes, 28 de Julio de 2015 00:37

altVenezuela ciertamente es el país de lo irreal, lo poco lógico e inverosímil, no puede haber otra explicación frente a nuestra realidad, a nuestra dinámica

 y focos de atención, una nación que se divide en una zanjada polarización, con una crisis sin precedentes, pero al mismo tiempo cargando con un estigma global de ser uno de los países más felices del mundo, que cosa tan extraña, y es que el venezolano se divide en un debate sin fin, tratando de sacar lo mejor de cada situación.

Sin embargo, la opinión publica en el país, parece estar completamente distorsionada, al ritmo noticioso de lo importante, lo increíble, lo mundano y lo inestable, y así nos la pasamos, opinando, de lo espeluznante del cartel de los soles a la estupefacción por la muerte de cotufa, o de las zonas de paz al mejor estilo de la guerra en Irak, a las críticas justas o injustas de Vanessa Senior a una cajera en Farmatodo,  entre las inhabilitaciones y los juegos panamericanos, entre la vibra unida por la vinotinto y el desparpajo y pugna por las elecciones parlamentarias, desde conseguirles una fecha hasta consensuar candidaturas.

En definitiva, no parece creíble, pero eso somos, un mar de confusiones en el que los venezolanos intentamos navegar, pues para cualquier otro ciudadano del mundo lo que vivimos y como vivimos, resulta una caja de sorpresas que no alcanza a entender, tal vez, ahora que nos hemos convertido en una sociedad migrante, mucha gente desde afuera de nuestras fronteras nos empiece a ver con otros ojos, poco a poco familiares, amigos y conocidos han estado invadiendo con mayor presencia el imaginario publico panameño, argentino, colombiano, español, estadounidense, y pare usted de contar, por lo que tenemos por medio de sus experiencias y anécdotas, múltiples embajadores con vivencias probadas sobre lo que es entender esta Venezuela. 

Hace poco realizando algunas diligencias personales en una de las torres empresariales más importantes del país, no pude evitar notar un ejemplo más de nuestra realidad distorsionada, al otro lado de la cera, la alcaldía derribaba quien sabe porque razón o por orden de quien, un árbol de mamón, fruta bastante popular y presente en la geografía venezolana, y a la par del trabajo de los obreros en su afán por acabar con la existencia de aquel gigante de la naturaleza, se lanzaban entre la enramada sin parar cientos de personas, emulando a los mejores recolectores de granja que puedan conocerse, organizando por bolsas la fruta recién extraída  de la planta, proceso que duro horas, probablemente con el fin de vender o llevar a cada hogar una porción del generoso arbusto, muchos dirán que es otros signo de viveza del venezolano, o incluso una muestra inequívoca de lo organizado y emprendedores que podemos ser para aprovechar oportunidades, otros señalaran la dura crisis que atraviesa nuestra economía, y en medio de eso; esta la gente, sobrellevando el día a día, mirando con desdén creciente a una buena parte de la clase política, divorciada de esa realidad y metida en la suya, con sus propios problemas y contradicciones, saltándole por encima a una olla de presión, a los mal llamados bachaqueros, a la escasez reinante, al precipicio de la inflación, a la inseguridad avasallante con nuevas jerarquías de autoridad encabezada por delincuentes, a la deformada e invisible institucionalidad, a los presos políticos, a los derechos humanos, a la calidad de vida.

No nos extrañe entonces lo difícil que es comprendernos, estamos mal pero vamos bien, recordando alguna vieja frase que intentaba en otrora explicar el asunto, basta con revisar la tasa del monitor global de emprendimiento, que coloca a Venezuela como uno de los países con mayor iniciativa, se crean alrededor de dos millones de negocios nuevos por año, pero apenas un mínimo porcentaje supera los cuatro años de existencia, en un país que claramente demuestra su dependencia de la renta petrolera, ahora desplomada, donde el banco central no publica cifras oficiales de sus indicadores económicos, y observa como languidecen sus reservas internacionales.

La tierra de Bolívar y de Bello, militarista y con algunos intentos de civilidad al mismo tiempo,  hoy más que nunca necesita romper con la ignorancia, ir por el rescate de los méritos y el esfuerzo propio, caminar hacia el modernismo, la actualización, la confianza de sus ciudadanos y del resto del mundo, pues el mayor de nuestros problemas no es un tsunami que amenace nuestras costas, sino un cataclismo de indiferencia casi hipnótico frente al desvanecimiento de todos nuestros valores, tal vez recordando aquello que decía Renny Ottolina "El país es medible. La patria es del tamaño del corazón de quien la quiere", Solo que entre los venezolanos hay corazones de cartón o de spot electoral, y hay otros corazones que laten y sienten día tras día, la pasión, la alegría, el sufrimiento y la pertenencia de vivir en Venezuela.

@Daniel_Merchan en Twitter.




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