Desde siempre los movimientos estudiantiles han sido la mecha que ha encendido el fuego libertario en contra de los regímenes totalitarios, dejando una huella imborrable en la historia de sus propios países, como el levantamiento de Budapest en octubre de 1956, trágicamente enfrentado por los tanques soviéticos con centenares de muertos; como la patriótica rebelión mejor conocida como la Primavera de Praga en enero de 1968, hasta llegar a la democrática y pacífica protesta contra la dictadura china en la famosa Plaza de Tiananmen, reprimida de una forma trágica e inhumana por el gobierno de Xiaoping, acusando a esos jóvenes estudiantes completamente desarmados que lo único que pedían era "diálogo y libertad", de ser instrumentos del imperialismo americano. Por el contenido, por la trascendencia y, sobre todo, por el momento crítico que vive nuestra Venezuela, quiero recordar la proclama con la cual esos jóvenes estudiantes chinos se han dirigido al gobierno de su país. ¡Léanla con la predisposición y con el misticismo con el cual se reza una oración al Señor! La pureza de ese mensaje y los ideales expresados bien lo merecen.

"En este mes resplandeciente de sol, nosotros empezamos una huelga de hambre. En la etapa más importante y más preciosa de nuestra vida, la juventud, no podemos dejar pasar desapercibidas las cosas más bellas que el mundo nos ofrece. Mas, ¡con cuanto dolor tenemos que tomar esas decisiones! Lamentablemente para la Patria estamos viviendo una serie de grandes calamidades, como inflación, mala administración, corrupción a todos los niveles, criminalidad, ineficiencia, privación de libertad, atropello de los derechos humanos.

La Patria es nuestra Patria, el pueblo es nuestro pueblo y si no gritamos nosotros ¿quién más gritará? Nos han tachado de fomentadores de desórdenes y de "imperialistas", nos han acusado de perseguir fines ocultos solamente porque queremos a nuestra Patria. En este momento tan importante en el cual están en juego la vida o la muerte de nuestro pueblo, por favor, escuchen nuestra invocación.

Queremos invitar a todos los ciudadanos honestos a preguntarse con sinceridad y con una mano en el corazón cuál es nuestro pecado. Nos hemos puesto de rodillas pidiendo democracia y hemos pasado desapercibidos. Hemos solicitado un diálogo abierto basado en la igualdad de derechos y lo han rechazado. La democracia para el hombre es la más alta expresión de vida y la libertad es su derecho natural. Sin embargo, estamos obligados a entregar nuestras vidas para defender esos valores. Nosotros no queremos morir, mas si nuestra muerte puede hacer que otros vivan una vida digna y que la Patria prospere, entonces ¡no tenemos ningún derecho a seguir viviendo!".

Hago votos para que estas palabras conmovedoras y llenas de espíritu patriótico que brotan de lo más profundo del ánimo humano, siembren esos valores imperecederos del hombre, representados por su dignidad y por la libertad de su conciencia y sensibilicen la opinión de esos gobernantes autoritarios que han tenido el arrojo de tachar a esos movimientos de "indignos", en ese proceso evolutivo e incontenible que debe conducir a la verdadera y plena valorización del HOMBRE, eje y motor del mundo.

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