18 de octubre: un golpe para avanzar
Escrito por Antonio Ecarri   
Viernes, 16 de Octubre de 2009 08:40

altEn la búsqueda agónica de dar continuidad a la política de Medina una vez que éste saliera del poder, se buscaba una candidatura de consenso con la oposición, representada en AD, que les cerrara el paso a las aspiraciones de López Contreras de regresar al poder y así profundizar las conquistas democráticas sin el trauma de una confrontación entre venezolanos. Así surgió el nombre de Diógenes Escalante, embajador de Venezuela en EEUU, quien puso como condición a Isaías Medina Angarita, su proponente, que sólo si había un amplio consenso alrededor de su nombre para la primera magistratura, él accedería a esa postulación. Al conocerse en AD la posibilidad de esta candidatura, que podía ser considerada de «transición hacia la convocatoria de elecciones universales, directas y secretas, enviaron a dos de sus más importantes dirigentes, Betancourt y Leoni, a entrevistarse con Escalante en Washington para convencerlo de que podría convertirse en el candidato presidencial de consenso, siempre y cuando les garantizara la reforma constitucional que permitiera, en el próximo período, elegir al Presidente de la República en libérrimos comicios.

La entrevista en Washington fue un éxito, pero al venirse el embajador a Venezuela a asumir el compromiso, ocurrió lo que nadie deseaba y algunos pocos temían: Escalante perdió el juicio. Sin embargo, a pesar de esta sorpresiva circunstancia de la enfermedad del candidato, AD le insiste a Medina Angarita sobre la posibilidad de que él postulara otra candidatura de consenso, previa reforma constitucional que otorgara a todos los ciudadanos el derecho al sufragio. Sin embargo, desde el Gobierno se responde con el sorpresivo y suicida desplante de la candidatura sectaria del doctor Angel Biaggini, un hombre recto y cabal, pero que no le decía nada a nadie en el país sino a Medina Angarita, de quien era incondicional. Ciertamente, la nueva candidatura lanzada por el Gobierno no sólo rompe con la oposición, sino que alienta las viejas aspiraciones continuistas de López Contreras de retornar al poder, quien se dispone a presentar su nombre, contra la candidatura del Gobierno, en el Parlamento gomecista donde aún permanecían sus correligionarios del ancien régime.

La insostenible situación política derivada, entre otras razones, del feroz enfrentamiento entre López Contreras y Medina Angarita estalla el 18 de octubre de 1945 en un golpe militar concertado entre AD y los militares, que se va a convertir en «revolución cuando se le imprime a ese gobierno un carácter de avanzada, con un programa progresista de reivindicaciones populares largamente esperadas por la nación. El presidente de la nueva Junta de Gobierno sería el joven Rómulo Betancourt, de tan sólo 37 años de edad, otrora líder estudiantil de 1928 y quien junto a los civiles Luis Beltrán Prieto Figueroa, Gonzalo Barrios, Raúl Leoni y Edmundo Fernández, y los militares Carlos Delgado Chalbaud y Mario Vargas, toman la decisión, sin precedentes en la política venezolana, de prohibir cualquier aspiración presidencial a sus integrantes en las próximas elecciones, que serían convocadas para el año 1948. Siendo como era Rómulo Betancourt el jefe político de ese movimiento, se tomó una decisión que sólo lo afectaba a él.

Una de las razones que esgrime el historiador Manuel Caballero para que ese golpe de Estado contra Medina se convirtiera en una revolución y trascendiera a los acostumbrados asaltos cuartelarios al poder en América Latina lo constituye, entre otros logros, «la masificación de la educación, la salud y la asistencia social, porque ciertamente por primera vez la Generación del ‘28 accede al poder y no va a perder la oportunidad de llevar a la práctica las ideas nacionalistas, democráticas y de justicia social que habían venido desarrollando en su formación.

Pocos días después del triunfo del movimiento del 18 de octubre, Rómulo Betancourt, máximo ideólogo de AD en funciones de presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, expuso los objetivos del movimiento: “Devolver la soberanía al pueblo, defender la «riqueza-hombre del país, mejorar los servicios públicos y más escuelas y más comedores escolares”. Sin embargo, la medida más importante del nuevo gobierno provisional fue entregarle, por vez primera, la soberanía al pueblo, para que escogiera de manera universal, directa y secreta a sus gobernantes, otorgándoles el voto a las mujeres y a los analfabetos.

La revolución de octubre de 1945 comenzó como un golpe de Estado cívico-militar y transformó a Venezuela en un país de vocación democrática. Ahora bien, como histórica paradoja, el gobierno que nos aqueja en pleno siglo XXI, por el contrario, llegó al poder gracias a las instituciones democráticas y, después de diez años, trabaja en el absurdo empeño de destruirlas para regresar a la dictadura.

Acción Democrática está comprometida, este 18 de octubre, a contribuir denodadamente con la unidad de todos los factores democráticos, para devolver la democracia a los venezolanos, único sistema -por perfectible- que permite alcanzar estadios de desarrollo económico y social en paz, con libertad y justicia social.

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Fuente: El Carabobeño


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