¡Eeessstudiantes!... En búsqueda de la irreverencia perdida
Escrito por Cipriano Heredia S.   
Viernes, 16 de Octubre de 2009 07:09

altYa es un hecho registrado en la historia contemporánea de Venezuela, que el día en que ocurrió la nefasta clausura de la señal abierta de RCTV, apareció en la arena política del país un nuevo actor que vendría a ponerse a la vanguardia de una lucha que, por desigual y dura, lucía cuesta arriba para las fuerzas democráticas de nuestra maltrecha sociedad. Ese actor fue el movimiento estudiantil y su irrupción en el escenario significó sin duda un nuevo aliento en medio de la frustración e impotencia de la mayoría de los venezolanos.

A los pocos días se hicieron visibles los líderes de este movimiento, y dentro de ellos, dos jóvenes de la UCAB y dos de la UCV destacaron de manera especial. El movimiento se identificó con una mano blanca, símbolo de su pureza e independencia, y durante varios días protagonizó sucesivos episodios de patriotismo y dignidad. Las calles de Caracas y de muchas ciudades del interior se cubrieron de miles de estudiantes gritando y luchando por la LIBERTAD.

No obstante, con el pasar de los días, ya con varias decenas de ellos detenidos y con las fuerzas de seguridad del régimen casi dedicadas exclusivamente a hostigarlos, los estudiantes comenzaron a adoptar una actitud distinta, a pesar de que gozaban del apoyo casi unánime de la población. No sacaban las marchas si no tenían permiso expreso de las autoridades, limitaban el recorrido a lo que éstas le imponían, aceptaban caminar por las aceras si les prohibían ocupar la calle, etc. Con esto, la rebeldía inicial se fue perdiendo, el movimiento irremediablemente se resquebrajó y comenzaron a surgir tendencias internas que mantenían posiciones diferentes sobre cómo enfrentarse a lo que todos entendemos como un régimen autoritario y represor.

Pero el problema no quedó allí. El influjo de los partidos "grandes" de la oposición se hizo notorio y pronto tres de los cuatro líderes estudiantiles más importantes pasaron a engrosar las filas de uno de ellos, y más tarde el que faltaba entró en otro, aunque al menos esperó a graduarse para preservar su aparente independencia política frente a sus compañeros. Con esos pasos, el movimiento estudiantil se resintió aún más, porque entonces las manos dejaron de ser blancas en su sentido original, y comenzaron a pelearse por ser de diversos colores partidistas.

Dejamos claro que quien esto escribe pertenece a un partido político y reivindica el derecho de cualquier persona a militar en una organización, pero sin duda el paso que dieron estos jóvenes a destiempo ayudó a desnaturalizar de manera sensible la fuerza independiente que representaba el movimiento estudiantil, y con ella la irreverencia que debe caracterizarlo, ya que empezaron a transitar la agenda de las organizaciones que los captaron y no la suya propia.

De allí en adelante fue notorio que hubo un bajón en el ímpetu. El movimiento se dividió ya de manera irreversible y la consecuencia fue que durante casi un año perdió su liderazgo activo en la lucha por la democracia. Tan sólo la resistencia a la Ley de Educación hizo sentir de nuevo a los estudiantes como antes, aunque todavía sin la misma fuerza de 2007. Nuevas voces, como las de Marco Aurelio Quiñones, Manuela Bolívar , David Smolansky, Juan Andrés Mejías y Eduardo Massieu, entre otros, se hicieron sentir el último año, y dieron a entender que un nuevo elenco había tomado ya la primera fila. No obstante, aquella vieja irreverencia seguía extraviada, y eso es lo más valioso que debe tener un movimiento estudiantil que ha sido comparado con las generaciones de 1928, 1936 y 1957.

En buena hora aparecieron los estudiantes del interior con la iniciativa de la huelga de hambre que el país acaba de presenciar. Como vaticinamos en su momento, el ejemplo de Ledezma en la misma sede de la OEA en Caracas le inyectaría un nuevo estilo a la lucha al romper modelos acartonados de protesta. La bandera de los presos sirvió de consigna unificadora y Julio Rivas se creció como un gran líder emergente de esta nueva generación.

No hay duda que los estudiantes consiguieron mucho con la huelga que llevaron adelante y eso es motivo de celebración. La liberación de Rivas, el interés de la CIDH por el caso venezolano y finalmente el pronunciamiento de Insulza, así lo certifican. Pero, al mismo tiempo hay una leyenda negra respecto a cómo y quiénes gestaron el fin de la huelga a espaldas de los propios estudiantes, dejando en vilo al resto de los presos políticos y obviando que la protesta empezaba a convertirse en una inmensa bola de nieve con efectos devastadores para el régimen. Esta parte de la historia vuelve a dejarnos el sabor amargo de cuando las manos puras e independientes de aquellos pioneros de 2007 dejaron de serlo.

Un nuevo liderazgo estudiantil ha asomado la cara. Ojalá no se deje secuestrar ni manipular por ningún grupo o interés que le impida recuperar su irreverencia, aspecto fundamental de su natural rebeldía juvenil y herramienta clave para poder enfrentar con éxito la neodictadura que vive Venezuela.

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