Una telaraña judicial
Escrito por Andrés Cañizález   
Jueves, 15 de Octubre de 2009 06:21

altEl caso del periodista Gustavo Azócar -preso en la cárcel de Santa Ana, en Táchira- simboliza, de forma muy cruda, cómo el sistema de justicia en Venezuela puede construir una telaraña para perjudicar a una persona, sin que en el fondo se haya demostrado su culpabilidad. Hasta ahora ningún juez ha evidenciado que este comunicador, una voz muy crítica en la región, sea el responsable de no haber transmitido unas cuñas radiales de la Lotería del Táchira en el año 2000. Porque esta es la acusación que pesa sobre Azócar, y al verla detenidamente puede entenderse este juicio como una treta para sacarle del aire, para acallarle.

Cuando el juicio estaba a punto de concluir, luego de 28 audiencias, un nuevo juez nombrado por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura decidió anular todo el proceso y comenzar de cero, el pasado 5 de octubre. Para el nuevo juez, el juicio estaba viciado, pero sin embargo sostuvo una de las medidas que se emanaron de ese proceso previo: la detención de Azócar. Esta medida viola su derecho a ser juzgado en libertad, y por ello dos reconocidas organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión han reclamado su libertad.

Conviene recordar que Azócar, en este momento, es el único periodista que está preso en Venezuela, y aunque las autoridades judiciales insisten en señalar que el caso no está oficialmente relacionado con su profesión, todo el proceso presenta unos fallos sospechosos. En primer lugar, después de todos estos años, la justicia aún no sentencia sobre el fondo del asunto. Eso evidencia uno de los manejos más perversos de un sistema judicial politizado: el propio proceso judicial, largamente dilatado, puede ser un mecanismo para encarcelar a alguien que es crítico del gobierno, sin necesidad de que se haya evidenciado su culpabilidad.

La otra gran perversión de este juicio está en la propia detención de Azócar. Según la ley, un procesado tiene derecho a ser juzgado en libertad. Las excepciones están dadas en aquellos casos en los que sospeche el intento de huir del país. Azócar, por este mismo caso, ya estuvo preso brevemente en 2006, y en ningún momento dejó de presentarse ante la justicia, ni intentó huir. Al contrario, con su programa de televisión, cada día, la justicia podía constatar la presencia en Táchira del periodista.

Otra curiosidad: la funcionaria del estado Táchira que originó la denuncia por "corrupción", Ana Casanova, alegó dos veces problemas de salud para no presentarse a las audiencias, y ello desencadenó la destitución de la anterior juez que llevaba el juicio. Difícil no creer que Azócar es víctima de una telaraña judicial cuyo fin es castigarle por sus posiciones políticas.

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