El Premio Nobel, lo bueno, lo extraño y lo malo
Escrito por Horacio Medina   
Miércoles, 14 de Octubre de 2009 06:50

altSin duda alguna que recibir un Premio Nobel significa una gran satisfacción y un orgullo profundo que reconoce una labor sostenida, innovadora y de gran beneficio para la humanidad. Por ejemplo, el Premio Nobel en Química 2009 fue otorgado a los doctores Venkatraman Ramakrishnan (Reino Unido), Thomas A. Steitz (Estados Unidos) y Ada E. Yonath (Israel) por sus estudios en la estructura y función del ribosoma y la aplicación de sus conocimientos en el desarrollo de antibióticos . El ribosoma es esencial para la vida de la célula y está implicada en la síntesis de proteínas a través de la información codificada del ADN, lo cual representa un gran adelanto para lograr vacunas efectivas de inmunización en contra de enfermedades que afectan al ser humano.

Con relación al Premio Nobel de la Paz 2009, tal vez no podamos afirmar lo mismo y no porque su ganador el señor Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama no lo merezca, por lo contrario, nos parece ver en el señor Obama, un ser muy humano lleno de sensibilidad y con un gran espíritu conciliador, amante de la paz, motivo por el cual, lo felicitamos por su Premio. Sin embargo, de manera simultánea, pensamos que quienes lo otorgaron deberían ser destituidos (¿eso será posible?), porque en este caso el Premio no se desmerita por quién lo recibe, se desmerita por quién lo otorga. No nos queda duda que esta decisión contraviene, de manera clara y expresa, el espíritu del Premio que precisamente se otorga en función de logros, de resultados, de avances y beneficios para la humanidad por una gestión de Paz. En este caso en particular, el Presidente Barack Obama no tiene mucho más que mostrar que sus discursos, sus propuestas y su buena voluntad por lograr acuerdos de Paz. Nos preguntamos, ¿Por qué entonces se le otorga? Bueno, aquí se podrá elucubrar muchísimo, empezando por tráfico de influencias, simpatías políticas o maquiavelismo puro. En nuestra opinión, la tercera sería la más lógica.

En efecto, nos parece una forma novedosa y maquiavélica de ponerle un alto costo político y de imagen, a cualquier acción norteamericana con relación a las guerras de Afganistán o Irak, a las gravísimas situaciones en Irán y Corea del Norte e incluso, a la situación de Israel y Palestina. Eso sin contar, lo que acontece en nuestro hemisferio. ¿Se podrían imaginar, por ejemplo, que el Premio Nobel de la Paz envíe más tropas a Afganistán para intensificar la guerra?¿Se podría entender que se le ocurra pedir la intervención en Irán de las fuerzas armadas de los aliados para frenar la carrera nuclear? ¿Cómo apoyar acciones bélicas defensivas de Israel contra Palestina? De seguro que serán decisiones difíciles, decisiones que encierran un perder-perder. Negativo si las toma y negativo si no las toma.

Tal vez hubiese sido más fácil, retirar la candidatura o, en caso extremo, rechazar el Premio, lo cual también hubiese tenido un costo político, pero menor. En todo caso, desde el punto de vista positivo se podría pensar que el señor Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama tendrá que ser ahora mucho más creativo para lograr con diplomacia los objetivos trazados para detener e impedir que el Talibán se apodere de Pakistán y su armamento nuclear; detener a Irán e impedir que tenga la bomba nuclear; controlar a las organizaciones terroristas como Al Qaeda. Pero, nos preguntamos, ¿será eso posible?, ¿El Talibán, Mahmoud Ahmadinejad y Osama Bin Laden sabrán lo que significan los medios pacíficos, la diplomacia y la Paz?

Finalmente, me gustaría convocar a una protesta internacional donde todos los venezolanos hagamos la exigencia para que el Premio Nobel de Economía sea desconocido y entregado a sus legítimos ganadores. Estamos persuadidos que ninguno de los dos estadounidenses ganadores Elinor Ostrom, la primera mujer en ganar el galardón desde que se fundó en 1968 y Oliver Williamson, han hecho más por la economía que lo hecho por venezolanos “insignes”, pertenecientes a la “boliburguesia” emergente que han logrado, en menos de una década, convertirse en milmillonarios. Si milmillonarios, pero no en bolívares fuertes, decimos milmillonarios en dólares o en euros, si es de su gusto.

Estos “extraordinarios economistas y financistas”, han logrado comprar importantes bancos nacionales, grandes empresas aseguradoras, empresas líderes en telefonía celular, manejar grandes empresas de distribución de alimentos, flotas pesqueras y en fin, cualquier cantidad de negocios lucrativos. Lo asombroso de todo esto, es que antes del triunfo de Hugo Chávez, estos connotados “genios de la economía y las finanzas”, seguramente como producto de la “marginación y la exclusión de la cuarta”, no tenían bienes de fortuna, ni bancos, ni empresas. Y en menos de diez años, en una carrera meteórica, están en la cima, con cuentas en dólares que sobrepasan los 3 mil millones de dólares, tienen aviones, yates, automóviles de carrera, caballos purasangre de carrera, en fin, opulencia máxima, producto del “esfuerzo y la perseverancia”, porque además, ni el Contralor General de la República, ni la Fiscalía General de la República, ni la Asamblea Nacional, ni ningún otro ente u organización, pública o privada, han sido capaces de cuestionar el origen de sus riquezas.

Tenemos que exigir que sean reconocidos como se merecen y, por supuesto, obligados a compartir con todos los seres humanos sus secretos, para que todos podamos beneficiarnos de esos grandes logros de estos “insignes” empresarios, “genios de la economía y las finanzas”. Propongo, sólo para empezar, nombres como Ricardo Fernández Barrueco, Arné Chacón Escamillo y Pedro Torres Ciliberto. Tenemos que rescatar el “prestigio” de los Premios Nobel y que, en Economía, legítimamente, nos corresponde.


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com