El Gobierno de la destrucción
Escrito por Luis Fuenmayor | X: @LFuenmayorToro   
Lunes, 24 de Noviembre de 2014 00:33

El Gobierno de la destrucción
Luis Fuenmayor Toro
Comenzó la fase final de ruina del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Hace varios años, se habían generado cambios que apuntaban a su conversión en un instituto mediocre; hoy la Asamblea Nacional legisla su desaparición. Es un camino similar al instrumentado en las universidades, que minusvalora la actividad académica para dar paso al proselitismo y los controles ideológicos y políticos, que significan la muerte de las instituciones productoras de conocimientos. Inician con una “democratización” y dañando los sistemas de carrera académica y de dirección institucional. El “todos somos iguales” social se traslada mecánicamente al mundo del conocimiento, donde todos no somos iguales, pues hay quienes saben y quienes no tienen esta cualidad, la cual no puede ser infundida a través de trasnochados discursos presidenciales, sino que requiere de toda una vida de estudio, dedicación y trabajo intenso.
Se cambiará la ley, el objeto del instituto y su nombre, para adaptarlos al nuevo discurso, y se perseguirá al conocimiento científico y tecnológico y a quienes estén preparados para su búsqueda exitosa. Con la demagogia de abrir los laboratorios al pueblo, terminarán cerrándolos, con lo que se perderá un trabajo constante de más de medio siglo y la estructura base de una de las mejores formaciones de postgrado del país, no sólo en ciencias básicas, cuyo cultivo es imprescindible para poder desarrollar el resto de las disciplinas, sino en investigación orientada y aplicada a nuestras necesidades, a los requerimientos regionales e incluso, como tiene que ser, a los universales. Se destruirá una de las reservas para reimpulsar la actividad científica venezolana en el futuro, cuando la lucidez, la inteligencia y el patriotismo, sustituyan la irracionalidad, la ignorancia y el fanatismo pseudorrevolucionario de hoy.
De nuevo el cuento de la ciencia “aristocrática” de frustrados y resentidos por su fracaso académico. Esconden que esa ciencia nos ha dado los antibióticos para las infecciones, los antiparasitarios para las infestaciones con áscaris, necátor, estrongiloides y oxiuros, tan abundantes en Venezuela; las drogas para el paludismo, que este año alcanzará los 400 mil casos en el país; los antivirales contra el SIDA, el herpes, la influenza y en el futuro el ébola. La ciencia “aristocrática” de Convit en sus laboratorios, la de Einstein, la que erradicó la viruela, la de todas las vacunas, la que enfrenta el cáncer, las leucemias, el párquinson, las alergias y las enfermedades mentales. La ciencia y tecnología de televisores, celulares, computadoras, automotores, viajes espaciales, energía atómica, telecomunicaciones, Internet; la de la ingeniería genética, las energías limpias, plásticos, fertilizantes, telescopios y grandes construcciones.
¿Podrán los científicos chavecistas de la UCV, ULA, LUZ y otros centros, hacerles entender a sus diputados el exabrupto que están cometiendo?

altComenzó la fase final de ruina del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Hace varios años, se habían generado cambios que apuntaban

 a su conversión en un instituto mediocre; hoy la Asamblea Nacional legisla su desaparición. Es un camino similar al instrumentado en las universidades, que minusvalora la actividad académica para dar paso al proselitismo y los controles ideológicos y políticos, que significan la muerte de las instituciones productoras de conocimientos. Inician con una “democratización” y dañando los sistemas de carrera académica y de dirección institucional. El “todos somos iguales” social se traslada mecánicamente al mundo del conocimiento, donde todos no somos iguales, pues hay quienes saben y quienes no tienen esta cualidad, la cual no puede ser infundida a través de trasnochados discursos presidenciales, sino que requiere de toda una vida de estudio, dedicación y trabajo intenso. 

Se cambiará la ley, el objeto del instituto y su nombre, para adaptarlos al nuevo discurso, y se perseguirá al conocimiento científico y tecnológico y a quienes estén preparados para su búsqueda exitosa. Con la demagogia de abrir los laboratorios al pueblo, terminarán cerrándolos, con lo que se perderá un trabajo constante de más de medio siglo y la estructura base de una de las mejores formaciones de postgrado del país, no sólo en ciencias básicas, cuyo cultivo es imprescindible para poder desarrollar el resto de las disciplinas, sino en investigación orientada y aplicada a nuestras necesidades, a los requerimientos regionales e incluso, como tiene que ser, a los universales. Se destruirá una de las reservas para reimpulsar la actividad científica venezolana en el futuro, cuando la lucidez, la inteligencia y el patriotismo, sustituyan la irracionalidad, la ignorancia y el fanatismo pseudorrevolucionario de hoy.

De nuevo el cuento de la ciencia “aristocrática” de frustrados y resentidos por su fracaso académico. Esconden que esa ciencia nos ha dado los antibióticos para las infecciones, los antiparasitarios para las infestaciones con áscaris, necátor, estrongiloides y oxiuros, tan abundantes en Venezuela; las drogas para el paludismo, que este año alcanzará los 400 mil casos en el país; los antivirales contra el SIDA, el herpes, la influenza y en el futuro el ébola. La ciencia “aristocrática” de Convit en sus laboratorios, la de Einstein, la que erradicó la viruela, la de todas las vacunas, la que enfrenta el cáncer, las leucemias, el párquinson, las alergias y las enfermedades mentales. La ciencia y tecnología de televisores, celulares, computadoras, automotores, viajes espaciales, energía atómica, telecomunicaciones, Internet; la de la ingeniería genética, las energías limpias, plásticos, fertilizantes, telescopios y grandes construcciones.

¿Podrán los científicos chavecistas de la UCV, ULA, LUZ y otros centros, hacerles entender a sus diputados el exabrupto que están cometiendo?           



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