Reculó
Escrito por Pablo Aure   
Lunes, 05 de Octubre de 2009 07:30

altEn política nada está escrito. Lo que hoy se considera imposible mañana quizá pueda convertirse en realidad. Digo esto porque nuevamente emerge una esperanza en el pueblo venezolano: cuando todo parecía estar perdido, de pronto, despertó el gigante, el movimiento estudiantil e hizo recular al mismísimo Gobierno. El mismo gigante que impidió que en el 2007 se reformara la Constitución.

Las luchas parecen ser cíclicas: en el año 1928 los estudiantes se enfrentaron a un tirano; en 1958 irrumpieron contra un dictador, y, ahora, en nuevos tiempos de barbarie emergen para combatir la ignominia.

Así es, los muchachos son los protagonistas. Se unieron para defender a uno de los suyos: al corajudo Julio César Rivas, enjuiciado y apresado por ejercer su legítimo derecho de protestar.

La crueldad gubernamental contra Julio originó una huelga de hambre de más de un centenar de jóvenes en varios lugares del país, quienes se mantuvieron firmes exigiendo la libertad del compañero, y lo lograron. El régimen no tuvo otro camino que dejarlo en libertad. No obstante, los muchachos, con el recién liberado adherido a la lucha, continuaron en huelga de hambre pidiendo un pronunciamiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, lo cual, lograron también.

Julio Rivas sorprendió al pueblo con esa acción solidaria para con sus compañeros de celda. Ahora, no es fácil coordinar decisiones cuando se trata de amalgamar un movimiento que arropa diversas corrientes que, en común, profesan la democracia y el pluralismo como valor esencial del sistema. Fácil es cuando un caudillo se impone con o sin razón, y todos, como borregos, lo siguen, aunque haya quienes sean incrédulos y disconformes con algunas decisiones. Ese es el reto que los demócratas hemos de superar.

Desde luego, no se hicieron esperar las críticas que señalaban que no debía levantarse la huelga. Otros estimaban que habiéndose logrados los objetivos, continuar era causar un desgaste innecesario al movimiento.

Los sectores democráticos, como dije, debemos amalgamar ese efervescente cúmulo de opiniones y hacer frente, con un liderazgo plural y colegiado, a las maniobras y desmanes del autoritarismo que nos gobierna. No es fácil. Desde luego, para eso se ha constituido una mesa de la unidad, con la cual todos debemos al unísono colaborar para evitar fracturas que, muy a menudo vienen estimuladas exógenamente.

Es necesaria la identidad para que se produzca la unidad. Debe estar identificado plenamente qué cosa queremos, para luego determinar el camino y el vehículo para conquistarlo. Pero una vez echados a andar, no nos queda sino la cohesión como factor esencial para alcanzar las metas. Y eso fue lo que vimos en este episodio de la estruendosa huelga de hambre emprendida por nuestros estudiantes valientes.

Las luchas democráticas por derrocar una tiranía deben articular a todos los sectores: sindicatos, partidos políticos, estudiantes, vecinos, organizaciones gremiales, bajo la coordinación de un ente con credibilidad y amplitud, que, como dije, es la mesa de la unidad.

Reconciliación o muerte

En otras naciones por mucho menos de lo que hoy vive Venezuela se han producido guerras civiles. Muchísimas son las preguntas que deberíamos hacernos para auscultar el polvorín en que estamos parados ¿Hasta cuándo los agricultores permitirán que los bandidos con cachuchas rojas le ocupen sus tierras que han trabajado duramente; o, hasta cuándo la gente humilde expresará su dolor sólo con lágrimas ante la muerte de un familiar por la falta de medicamentos, o porque no pudo ser operado ya que no había quirófano en los hospitales públicos? Ayer, el Presidente en cadena nacional inauguró un CDI en Caucagua y elogió la actividad que realizan los médicos cubanos. Él sabe que este Gobierno cojea por ese lado y no tiene dudas que en cualquier momento el pueblo le pasará factura. Por eso estira la arruga, se endeuda, y le echa manos a Pdvsa y a todo lo que produzca “platica” para apagar las candelitas que se puedan prender. No piensa en el futuro, vive el presente y lo estira como sea. Pero llegará un momento que se le romperá. Y para desgracia del país, tirios y troyanos saldremos afectados. Chavistas y escuálidos, ninis y anárquicos, a todos, sin excepción nos afligirá.

Lo hemos dicho muchas veces, y no dejaremos de hacerlo, que estamos a tiempo de que el país se reconcilie y se diseñen efectivas y duraderas políticas públicas. Si bien es cierto que nadie quiera que vuelvan corruptelas del pasado, tampoco queremos los desafueros del presente. ¿Por qué se tiene que recurrir al enfrentamiento físico cuando el rojo tiene una opinión contraria al adversario? ¿Es que acaso no queremos solucionar los problemas en sana paz, como los resuelve la gente civilizada?

Probablemente muchos pensarán que a Chávez no le conviene la conciliación porque él se mantiene del conflicto. Pensemos que eso es verdad; está bien, pero no por ello tenemos que entregarnos y seguir bailando su música, es decir, el son de la confrontación. Es aquí la necesidad de construir la agenda social, de encontrar el vaso comunicador entre las distintas organizaciones para definir las estrategias para conquistar los objetivos. No es necesario buscar a Dios por los rincones. Esa solución la tenemos en la misma Constitución, seguiremos repitiéndolo: la vía es un proceso Constituyente en el que rojos, amarillos, verdes, blancos y morados construyan una Venezuela en la que todos quepamos. No es difícil de lograrlo si conocemos y nos convencemos de su profundidad. Si recordamos las normas constitucionales que Chávez quería reformar en el año 2007, nos encontraremos que una de ellas era el artículo 348 que señala que la iniciativa para promover una constituyente la tiene el 15% de los electores inscritos en el registro electoral permanente, y pretendió aumentarlo al 30%, porque sabe que en cualquier momento se le puede activar un proceso constituyente vía iniciativa popular.


Alerta cultural

La situación que viene denunciando hace más de un mes, de manera reiterada el periodista Alfredo Fermín, con respecto al peligro de deterioro en que se encuentran las obras que guarda el Ateneo de Valencia. Es una alerta gravísima que puede borrar la historia de una línea de trabajo tolerante, amplia y enriquecedora que emprendió el Ateneo de Valencia desde su fundación. Allí se encuentran premios nacionales y obras de artistas de reconocida fama mundial a punto de desaparecer. Ha llegado la hora de mancomunar esfuerzos para evitar esta nueva tragedia, esta vez de orden cultural.

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